"La transición mexicana está estancada", dice Carlos Fuentes
El poder, o la ambición desmedida por el poder, es el eje sobre el que bascula La Silla del Águila (Alfaguara), la última novela del escritor mexicano Carlos Fuentes (1928). Escrita en forma epistolar, el libro se proyecta en el año 2020 para hablar del pasado y del presente de su país, aunque la obra tiene también una lectura de alcance más global. Fuentes es optimista y pesimista sobre el presente de México: "El círculo vicioso se rompió cuando terminó el monopolio del PRI. Esto tiene un aspecto excelente, la libertad de expresión, prensa y partidos... Pero los presidentes del PRI tenían mayoría en el Congreso y ahora el Congreso está dividido. El tiempo está pasando y la transición democrática está estancada".
Explicó Carlos Fuentes ayer en Barcelona que, siendo todavía veinteañero y recién licenciado en Derecho, le ofrecieron ocupar la representación mexicana en la Organización Internacional del Trabajo. Se negó y ocupó el cargo Miguel de la Madrid, quien con el tiempo sería presidente de la República. Fue lo más cerca que estuvo el escritor del ejercicio de la política: "Yo ya conocía mi vocación. Los hombres nos movemos entre el azar y la necesidad, pero creo que en la medida en que podemos escogemos nuestro destino. Mi destino era ser escritor, y el De la Madrid, ser presidente de México", afirmó.
Sucesiones presidenciales
La anécdota viene a cuento porque el argumento de La Silla del Águila se centra en las confabulaciones que preceden cualquier sucesión presidencial en México, la prefabricación de candidatos en función de determinados intereses, y que entorpecen, en parte, el desarrollo de la acción de gobierno. De fondo, reflexiones sobre la esencia y el ejercicio del poder que beben de El príncipe, de Maquiavelo, y de Macbeth, de Shakespeare, según recordó Sealtiel Alatriste, ahora cónsul general de México en Barcelona y tiempo atrás editor de Fuentes en México.
El contexto de la novela es un país cuyas telecomunicaciones acaban de ser boicoteadas por Estados Unidos como represalia por la protesta de su presidente a una ocupación norteamericana de Colombia. La consecuencia inmediata es un resurgir de las relaciones epistolares: el artificio que da forma a la novela. "El género epistolar permite al novelista apartarse de lo que está sucediendo. Yo he sido un filtro, el hilo conductor".
Es un 2020 en que Condoleezza Rice gobierna en Estados Unidos y Fidel Castro sigue al frente del destino de Cuba. Ahora que muchos intelectuales, empezando por José Saramago, se distancian del régimen cubano y que Mario Vargas Llosa carga contra Gabriel García Márquez, Fuentes quiso puntualizar: "Siempre he tenido la misma opinión; desde que Neruda y yo entramos en conflicto con el régimen cubano. Condeno el embargo de Estados Unidos y también condeno la dictadura de Castro. Y ahí me paro".
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