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Reportaje:EL AVANCE DE LA GENÉTICA

Los nuevos horizontes

Los genes de la buena salud, los superanálisis de sangre y los fármacos a la carta definirán la investigación médica de aquí a 2008

Javier Sampedro

Ahora que cada A, G , C y T ocupa su lugar exacto en la enorme ristra de 3.000 millones de letras que constituye el genoma humano, y mientras los científicos de todo el mundo empiezan a explotar la mayor base de datos que la biología ha producido en toda su historia, el resto de la sociedad -médicos y pacientes, empresas farmacéuticas y gestores públicos, aseguradoras y aspirantes a asegurados, empleadores e individuos predispuestos a causar baja laboral- se enfrenta a un alud de oportunidades ciertas, riesgos cuantificables y decisiones complicadas.

Francis Collins, director del Instituto Nacional de Investigación sobre el Genoma Humano (NHGRI, en Bethesda, EE UU), cuartel general del Proyecto Genoma público, y tres de sus colaboradores más directos publicarán el próximo día 24 en Nature un análisis exhaustivo de las perspectivas inmediatas de la genómica: para la medicina sobre todo, pero también para la ética, el derecho, la educación y la biología fundamental. Dado que el NHGRI es el principal motor estratégico y financiero de esta área científica -su presupuesto bastaría para costear 20 proyectos genoma de tamaño comparable al humano en los próximos cinco años-, las predicciones de Collins pueden considerarse un calendario de la genómica de aquí a 2008. Esto es lo que sucederá.

Pronto empezará la búsqueda de los genes que 'predisponen' a la buena salud

- Acceso libre. El proyecto público no parece dispuesto a dejar ningún resquicio a la explotación comercial de los datos genómicos presentes o futuros. Al igual que hace ya con la secuencia del genoma humano y su análisis (anotación), seguirá dando acceso libre e inmediato a sus nuevos resultados: variantes genéticas peculiares de cada población o asociadas a cada enfermedad, estructura de cada proteína, bibliotecas de pequeñas moléculas que pueden activar o inactivar a cada proteína (y por tanto son fármacos potenciales) y modelos informáticos de cada función integrada de la célula.

Los investigadores públicos reconocen, sin embargo, que el desarrollo y la comercialización de nuevos medicamentos, incluidos los ensayos clínicos con pacientes, son implanteables sin las empresas farmacéuticas. Esto abrirá graves conflictos en el terreno de las patentes y la propiedad intelectual. Es probable que los primeros pasos del desarrollo de un fármaco se transfieran a menudo del sector privado al público.

- Mapa de la humanidad. El NHGRI considera prioritario un macroestudio mundial que cartografíe la variabilidad genética humana y la asocie a la predisposición a las dolencias más comunes. No se trata ya de encontrar el gen de tal o cual enfermedad hereditaria, sino de correlacionar las grandes pautas genómicas (las pequeñas variaciones que todo individuo muestra en cientos o miles de genes simultáneamente) con la probabilidad de desarrollar una enfermedad cardiovascular, tumoral o neurodegenerativa. El instituto financiará parte de este estudio, pero necesitará mucha colaboración internacional, e insistirá en que todas las minorías étnicas estén representadas en el muestreo.

- Genes de la buena salud. Casi más interesantes que los genes que predisponen a la enfermedad son aquellos otros que predisponen a la salud. "Un recurso científico de gran utilidad", afirman Collins y sus colaboradores, "será la descripción de una cohorte saludable, un gran grupo de individuos con una salud inusualmente buena". El objetivo es hallar las variantes en cientos o miles de genes que dificultan o impiden que una persona contraiga diabetes, cáncer, enfermedades cardiacas o Alzheimer. Una vez hallados esos genes, la idea es encontrar una pequeña molécula que emule su efecto en la desafortunada mayoría que no los disfruta.

- El superanálisis de sangre. Los investigadores públicos ven posible reclasificar todas las enfermedades humanas: sustituir los criterios clínicos al uso por una ficha de sus alteraciones genéticas asociadas, ya sean innatas o adquiridas durante la vida (cada célula del cuerpo contiene todos los genes humanos, y éstos pueden dañarse en cualquier fase de la vida). Estas alteraciones siempre son muy anteriores a la aparición de los síntomas y los signos clínicos, y en muchos casos es posible detectarlas en las proteínas que circulan por la sangre. Ya hay varios marcadores de este tipo, pero la genómica ofrece la posibilidad de examinarlos todos de una tacada: un superanálisis de sangre con una gran capacidad de diagnóstico precoz.

- Miles de nuevas dianas. Cuesta creerlo mirando los anaqueles de una farmacia, pero la totalidad de los medicamentos existentes son dardos dirigidos contra sólo 500 proteínas humanas. Esto quiere decir que hay más de 30.000 proteínas esperando su dardo. La genómica está avanzando muy deprisa en la asignación de cada proteína a una máquina biológica compuesta por muchas proteínas, es decir, a un proceso biológico integrado. Cuando una enfermedad se asocia a una variante de una proteína, no sólo ésta, sino toda la máquina se convierte en una nueva macrodiana. Las posibilidades de la farmacología se ven así muy ampliadas, al menos potencialmente.

- Biblioteca de moléculas. La industria farmacéutica utiliza desde hace tiempo grandes baterías de moléculas, muchas veces derivadas de plantas, otras veces sintetizadas de formas más o menos aleatorias: el primer paso de la creación de un nuevo fármaco consiste a menudo en probar todas esas moléculas, seleccionar las que tienen algún efecto biológico prometedor, y perfeccionarlas después. La genómica plantea la posibilidad de elaborar una gran biblioteca centralizada de moléculas, donde cada una esté clasificada por su capacidad para activar o inactivar a todas y cada una de las proteínas humanas. La idea es la misma, pero el proceso será mucho más rápido, sistemático y racional. Uno de los efectos de esta biblioteca central será que el sector público podrá empezar a investigar moléculas para enfermedades raras o poco rentables para la industria.

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