Los riesgos también avanzan
Los avances más inmediatos de la genómica procederán de las comparaciones entre unos individuos y otros: el mismo sitio de donde vendrán sus grandes peligros. A una persona con predisposición al infarto, o a cierto tipo de cáncer, le resultará sin duda muy valioso conocer su información genómica. Pero le saldrá muy caro que su futura compañía de seguros, o su posible empleador, tenga acceso a la misma información (como sin duda querrá hacer).
Los responsables del Proyecto Genoma público apoyan un dictamen de la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo, de Estados Unidos, que propone aplicar a las personas con riesgos definidos genéticamente las mismas medidas de protección que la ley estadounidense establece para los discapacitados, pero recuerdan que esa recomendación no se ha visto plasmada aún por ninguna ley federal. En otros países la discusión ni siquiera ha empezado.
El problema no se restringe a las aseguradoras y los empleadores. "La lista de usuarios de información genética", señala el director del Proyecto Genoma, Francis Collins, "incluirá probablemente al sistema legal, el Ejército, las instituciones educativas y las agencias de adopción".
La genética viene definiendo componentes genéticas de los rasgos de comportamiento a un ritmo lento pero seguro. No está lejos el día en que la propensión de un niño a la hiperactividad, o a la agresividad, podrá determinarse con el análisis genómico de una gota de sangre. ¿Querrán entonces las escuelas privadas disponer de esos datos antes de admitir a un niño en sus aulas? ¿Querrán los abogados aducir datos genómicos relativos a la mente como agravantes o atenuantes en un proceso penal?
"El campo de la genómica", señala Collins, "tiene la responsabilidad de considerar las implicaciones sociales de la investigación sobre las contribuciones genéticas de los comportamientos humanos, quizá una responsabilidad mayor que en otras áreas que no tienen una historia tan nutrida de casos de estigmatización".
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