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La paciente contagiada de sida asegura que su ginecólogo ha seguido operando

El Colegio de Médicos recomienda que los facultativos infectados dejen de intervenir

Miquel Noguer

"Mi marido vio cómo el ginecólogo se cortaba y se marchaba de la sala de operaciones, pero no le dimos mucha importancia". Así comienza el relato de la mujer que en febrero de 2001 resultó infectada por el virus del sida cuando su ginecólogo, portador del virus, se cortó durante el parto por cesárea que le estaba practicando. Ayer, la afectada habló con EL PAÍS para criticar la "vergonzosa" actuación de las administraciones y explicar que el ginecólogo ha seguido operando incluso después de saber que era portador del VIH y que la había infectado a ella.

El Colegio de Médicos de Barcelona recomienda que los facultativos afectados de sida se abstengan de realizar intervenciones quirúrgicas. En este caso, según la mujer infectada, la recomendación no se ha seguido. La paciente se extrañaba ayer de que el colegio haya asegurado que se ha advertido a todas las pacientes atendidas por el ginecólogo. "Una amiga mía, operada por el mismo médico, no supo nada hasta que yo la advertí. ¿Cómo es posible que todavía nadie la haya informado oficialmente?". Según el citado colegio, unas 160 mujeres han sido alertadas y sólo un 10% de ellas siguen pendientes de los resultados.

El drama de la paciente, una profesional de la salud que desea mantener el anonimato, comenzó en febrero de 2001, pocos días después de someterse a una cesárea programada para dar a luz un niño en la que define como una "prestigiosa clínica privada de Barcelona". Durante el parto, al que asistió su marido, el ginecólogo se hizo un pequeño corte. La paciente recuerda que el médico se marchó: "Hizo que me suturara otro facultativo y no volví a verle hasta muchos días después". Pero los verdaderos problemas no comenzaron hasta unos días más tarde, cuando tuvo que ingresar de nuevo en la clínica por una infección de orina. Una semana después fue dada de alta pero el malestar persistía, por lo que los médicos le propusieron un chequeo completo, que incluía la prueba del sida.

"Un verdadero infierno"

El análisis de VIH dio positivo y así comenzó lo que la afectada define como "un verdadero infierno". ¿Cómo había podido infectarse? Las dudas la acechaban. "Nadie puede imaginar lo que se puede llegar a sufrir en esta situación. Dudas de todo el mundo, incluso tuve una crisis con mi marido, ¡llegué a dudar de su fidelidad!", explica.

La mujer había estado amamantando a su hijo desde el nacimiento, por lo que todos dieron por hecho que el niño también se habría infectado, bien durante el parto, bien a través de la lactancia. Los análisis revelaron que el niño no tenía el virus y esto hizo sospechar que el contagio pudo haber ocurrido en la sala de operaciones.

Ya el caso en manos de abogados, éstos pidieron a la clínica que el personal sanitario que la había operado se sometiera al test del VIH. Pero no resultó fácil. Según el relato de la mujer infectada, en el centro comenzaron a darles largas; el personal tardó muchos días en hacerse el test y el ginecólogo no lo hizo hasta cuatro o cinco meses más tarde alegando que se había marchado al extranjero. Todos los tests resultaron negativos menos uno, el del ginecólogo. A pesar de que las evidencias comenzaban a aclarar lo sucedido, prosigue la afectada,la clínica siguió poniendo trabas, por lo que los asesores jurídicos aconsejaron interponer una querella criminal contra el médico, el centro privado, la mutua que la atendía y el Colegio de Médicos de Barcelona.

Dos laboratorios certificaron que el virus de la paciente era de la misma cepa que el del médico. Pese a ello, la paciente tuvo constancia de que el ginecólogo siguió operando en la misma clínica, extremo que no ha podido ser contrastado por este diario porque se desconoce la identidad del facultativo. "Puedo entender que este señor operara mientras no sabía que tenía el virus, pero ¿cómo pudo seguir cuando ya sabía que me había contagiado a mí?", se pregunta la afectada, quien asegura que el médico ha seguido operando al menos hasta la semana pasada, aunque en otro centro.

Asegura que decidió retirar la querella porque no quería hacer público su caso ni quería destrozar la vida de nadie. "La aseguradora de la mutua me pagó una indemnización. Pero lo único que realmente quería, que el médico dejara de operar, no se ha cumplido".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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