España destina a Defensa un tercio de su inversión pública en investigación
Un informe europeo muestra que sólo Londres dedica a I+D militar mayor porcentaje
Los países más pobres de la UE, entre ellos España, hacen un gran esfuerzo en mejorar sus indicadores científicos, pero los objetivos españoles difieren mucho de los de sus pares. Mientras Portugal, Irlanda y Grecia inyectan dinero sobre todo en la universidad, España dedica un tercio de su inversión en I+D a Defensa. Es el único Gobierno de la UE que aumenta cada año el gasto presupuestado como investigación militar; los otros 14 socios lo mantienen o reducen. De todo ello da cuenta el tercer Informe Europeo sobre indicadores de Ciencia y Tecnología hecho público ayer.
Los datos oficiales aportados por España hablan de un esfuerzo en aumentar la inversión pública en I+D. Con un crecimiento anual del 11,3% entre 1995 y 2000, España encabeza la lista. Le siguen Portugal (10,6 %), Irlanda (9,3%) y Grecia (5,4%). La diferencia está en el objetivo final de esa mayor inversión. "En España", dice el informe, "el aumento en defensa representa casi la mitad del crecimiento de la inversión pública en I+D". Buena parte de esa inversión, además, no se destina realmente a investigación, sino que son créditos blandos para la fabricación armamento, según critica año tras año la oposición.
Con los últimos datos comparables de que dispone la Comisión Europea, el informe destaca cómo en el año 2000 un tercio de la inversión pública española teóricamente destinada a I+D va a Defensa. Sólo supera tal proporción el Reino Unido (32,8%), su socio europeo en el frente contra Sadam Husein. Fuera de la UE, también Estados Unidos dedica a Defensa una mayor proporción de su inversión en I+D (54,1%). Francia ha reducido en la última década del siglo XX su inversión en este terreno y proporcionalmente está por detrás de España, aunque en cifras absolutas siga muy por delante (ver gráfico).
"En 2000", señala el informe, "cuatro países, Reino Unido, Francia, Alemania y España, sumaban casi el 97% (8.900 millones de euros) del total de los presupuestos de la UE en I+D militar". En cifras absolutas España dedicó 1.264 millones de euros, casi tanto como Alemania (1.308).
En su conjunto, el informe sigue dejando a España en muy mal lugar. Con una inversión que no llega al 1% del PIB, está en el furgón de cola, sólo por delante de Grecia y Portugal. Entre las 10 universidades con mayor impacto científico no hay ninguna española, ni tampoco hay empresa alguna entre las 100 europeas que más invierten en I+D.
España es también el país que menos empleos cualificados en ciencia y tecnología ofrece a la población con alto nivel educativo, superada ampliamente incluso por Portugal y Grecia. En este punto, España es una destacada muestra del endémico problema europeo: la falta de alicientes para dedicarse a la investigación. "Europa es la factoría de cerebros más importante del mundo", destacó ayer el comisario de Investigación, Philippe Busquin. "Sin embargo, las otras dos grandes áreas científicas, EE UU y Japón, ofrecen muchas más posibilidades de empleo, con porcentajes mucho más altos de investigadores, lo que ha agravado la fuga de cerebros".
En suma, el mercado laboral europeo no es capaz de absorber tantos científicos s generados en sus universidades, pero también aquí hay diferencia entre unos países y otros. Los nórdicos, que han conocido un despegue espectacular en la última década, dedican a investigación mayores porcentajes del PIB que EE UU y Japón. La falta de incentivos para dedicarse a la ciencia es particularmente dramática en España, donde se dan los peores porcentajes de doctorados en ciencias de la UE, junto con Italia, Portugal y Holanda.
Inversión, no gasto
"Algunos gobiernos europeos consideran que la investigación es un gasto. No ven que es una inversión a largo plazo", dijo ayer Busquin. "El resultado es que hoy la balanza comercial en nuevas tecnologías con EE UU es negativa para Europa y la diferencia tiende a acrecentarse". Busquin, sin embargo, se felicitó al constatar que el potencial investigador de la UE sigue siendo enorme: es la primera del mundo en número de publicaciones científicas y está a la cabeza tanto en biotecnología como en nanotecnología. El problema es que en ambos sectores, de gran potencial, el número de patentes registradas es muy superior en EE UU. Quizá la patente comunitaria, sobre la que se llegó a un acuerdo político en la UE a principios de mes, ayude a cambiar la tendencia.
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