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Un informe prevé que las medidas antitabaco no destruirán empleo

La OMS refuta a industria y agricultores

Un estudio financiado por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que las medidas antitabaco no suponen pérdida de empleo para los agricultores, como alega la industria. El informe concluye que aunque baje el porcentaje de fumadores, el aumento de población mantendrá el consumo total de tabaco. La OMS ha presentado el texto en la negociación de la primera regulación mundial contra el tabaco, el Convenio Marco sobre el Control del Tabaco, que el viernes finaliza en Ginebra.

Un documento de la multinacional Philip Morris, que analiza el borrador del convenio, afirma: "Estamos profundamente preocupados por las repercusiones del convenio en los cultivadores de tabaco". Ése es uno de los puntos que la industria y los agricultores esgrimen cuando se habla de la disminución del tabaquismo. En España, según la asociación Cultivadores de Tabaco, 20.000 familias viven del tabaco. La mayoría, en Extremadura y Andalucía.

El informe sobre el impacto económico de la reducción del porcentaje de fumadores, realizado por los investigadores de la OMS Emmanuel Guindon y David Boisclair, tranquiliza a Philip Morris. El estudio concluye que las medidas antitabaco no sólo no hacen disminuir los puestos de trabajo, sino que los aumenta en otros sectores. El informe asegura: "Cualquier disminución en el número de fumadores será gradual. Teniendo en cuenta el aumento de la población y el crecimiento económico, los productores de tabaco no tienen nada que temer (...) Hasta que sea necesario cambiar a otros cultivos, pasarán varias generacioes". Y añade: "El dinero que no se gasta en tabaco no desaparece de la economía, lo que crea nuevas oportunidades de empleo".

El informe fue presentado por el director ejecutivo de Enfermedades No Transmisibles de la OMS, Derek Yach, en Ginebra. El borrador de convenio marco, la primera regulación mundial contra el tabaco, incluye "asistencia a los agricultores" y apoya el cambio de cultivo. Esa asistencia, en forma de dinero, es uno de los puntos en los que no hay acuerdo entre los negociadores. Los países en desarrollo quieren que corra a cargo de un fondo pagado por los países ricos. Éstos pretenden que la aportación sea voluntaria. Yach, desde Ginebra y por teléfono, quita hierro: "El informe deja claro que la financiación a los agricultores no será necesaria a corto plazo: eso no debe ser un problema para el acuerdo".

El otro escollo es la prohibición de la publicidad. Un borrador anterior incluía la prohibición total, como piden los países en desarrollo. Ese veto se cayó ante las presiones de EE UU, Alemania y Japón. Estos tres países son los que tradicionalemente se oponen a las regulaciones. EE UU y Alemania son los dos páises que más tabaco exportan. Japón es muy permisivo con el tabaco. Yach afirma que en la primera semana de negociación ha habido avances: "Creo que el acuerdo será algo parecido a lo que aprobó la UE: prohibición de publicidad en prensa, aunque con excepciones en los países en que la legislación no lo permita". El convenio pide a los miembros que restrinjan el patrocionio, aunque deja la decisión a cada país.

Entre las medidas consensuadas figuran aumentar el precio, prohibir fumar en los transportes, la venta a menores y las tiendas libres de impuestos; exigir un etiquetado claro sobre los daños del tabaco, y facilitar el acceso a los tratamientos de deshabituación. El Convenio afecta principalmente a los países en desarrollo. Los países ricos ya tienen normas que incluyen lo acordado. La OMS estima que cada año mueren 4,9 millones de personas por el tabaco y que la cifra ascenderá a 10 millones en 2030. La OMS está especialemente preocupada por el aumento del hábito en los países pobres.

Las asociaciones antitabaco critican que el borrador es débil en muchos puntos, ambiguo en otros y carece de plazos concretos. Aun así, Judith Wilkenfeld, portavoz de Frame Tobacco Alliance, un grupo de presión presente en Ginebra, es moderadamente optimista: "Los países en desarrollo no han cedido a las presiones de EE UU, que no ratificará el acuerdo pese a tener una legislación muy restrictiva. Japón y Alemania están siendo poco beligerantes".

Yach se defiende: "Nos gustaría un acuerdo más restrictivo, pero si lo hacemos así muchos países no lo ratificarían. Esto es un acuerdo de mínimos y animamos a los países a ir más allá". Wilkenfeld discrepa: "Si un país hace una regulación más dura que lo acordado ahora, la industria puede denunciarlo ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por impedir el libre comercio".

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