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Perú logra sentar en el banquillo al todopoderoso asesor de Fujimori

El ex jefe de espías, Vladimiro Montesinos, tiene 56 juicios pendientes

Veinte meses después de su detención, el ex asesor presidencial y antiguo jefe de los servicios de inteligencia de Perú, Vladimiro Montesinos, de 57 años, se sentó ayer en el banquillo de los acusados en el primer juicio público contra el hombre que manejó todos los resortes del poder durante el régimen de Alberto Fujimori. El juicio del siglo comenzó en el penal de Lurigancho, en las afueras de Lima, rodeado de fuertes medidas de seguridad.

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El de ayer es el primero de los 56 juicios pendientes contra Montesinos, que en dos años ha desplegado todo tipo de estratagemas para dificultar la acción de la justicia. El ex capitán y abogado presentó una lista interminable de recursos, recusó a jueces y denunció la violación de sus derechos como recluso. La carrera de obstáculos hasta sentar a Montesinos en el banquillo ha tenido varios actores, que han contribuido de una u otra forma a retrasar el juicio. No sólo han sido las maniobras dilatorias del antiguo brazo derecho de Fujimori. Los jueces, el Congreso y el Gobierno tampoco han ayudado a agilizar el proceso.

El martes por la noche, el presidente Alejandro Toledo presionó a los jueces para un aplazamiento de la vista por razones de seguridad, ya que, según dijo, informes de inteligencia alertaron de los preparativos de un motín de presos en el penal de Lurigancho que tratarían de llamar la atención aprovechando la nutrida presencia de periodistas. Finalmente, comenzó el primer juicio público a Montesinos y no por ninguno de los delitos más graves de los que está acusado (violaciones de derechos humanos, corrupción y narcotráfico), sino por una causa menor que involucra al ex jefe de inteligencia y a su antigua novia Jacqueline Beltrán. El fiscal lo acusa de tráfico de influencias para lograr el indulto de un hermano de la novia que estaba en la cárcel. El ministerio público pide cinco años de prisión para Montesinos y cuatro para Beltrán.

Sentados a escasa distancia uno del otro, los dos ex amantes no se cruzaron una sola mirada. La última vez que estuvieron juntos fue en octubre de 2000, en Panamá, donde Montesinos estuvo refugiado tras su huida de Perú. Hasta el exilio panameño la pareja se juraba amor eterno y disfrutaba de una vida de lujo y alegría. El traslado de Montesinos desde la base naval del Callao, donde está recluido, fue de película. Enfundado en un chaleco antibalas fue conducido a Lurigancho en un helicóptero de la Policía Nacional. Mil agentes de seguridad vigilan el recinto donde se celebra el juicio. Montesinos fue juzgado en una vista que no fue pública en julio pasado y condenado a nueve años y cuatro meses de prisión por "suplantación de cargo público" en el ejercicio de la jefatura del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).

Durante una década Montesinos fue el hombre más poderoso de Perú, al que rendían pleitesía políticos, militares, jueces y empresarios a cambio de favores y sobornos. Al abrigo de la impunidad más absoluta tejió una red mafiosa de corrupción que impregnó los poderes del Estado.

El 14 de septiembre de 2000 fue el principio del fin de Montesinos y de la caída del régimen. Tras la difusión de un vídeo en el que se veía cómo el jefe del SIN sobornaba al diputado Alberto Kouri por pasarse a las filas del oficialismo, Fujimori destituyó a su asesor. El régimen estaba herido de muerte. En noviembre Fujimori dimitió y se refugió en Japón, que desde entonces protege al ex presidente prófugo que está reclamado por la justicia internacional.

Vladimiro Montesinos, a su llegada a la sala donde está siendo juzgado.
Vladimiro Montesinos, a su llegada a la sala donde está siendo juzgado.REUTERS

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