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AMENAZA DE GUERRA | La fase diplomática

Blair y Chirac negocian la construcción de portaaviones mientras hablan de Irak

Francia y Reino Unido intentan recuperar una buena relación tras las últimas fricciones

Tony Blair intentará hoy convencer a Jacques Chirac de que se aproxime a la posición estadounidense sobre Irak, o al menos que se comprometa a no vetar una resolución de la ONU que dé vía libre al ataque a ese país. Para ello aprovechará la cumbre franco-británica convocada en el balneario de Le Touquet, que ha sido organizada sobre la base de cooperar en los planes de rearme militar ambicionados por ambos líderes. Para favorecer ese clima, Londres ha decidido encomendar la construcción de dos portaaviones a la empresa británica BAE y a la francesa Thales.

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Esto abre la vía a colaboraciones más amplias para fabricar un nuevo portaaviones francés. El primer ministro británico y el presidente francés parecen haber restañado las heridas que provocaron, hace dos meses, la suspensión de una reunión similar, en aquel caso por desacuerdos sobre la política agrícola europea y el cheque del que se beneficia el Reino Unido en el presupuesto de la UE. El ministro francés de Interior, Nicolas Sarkozy, ha prestado una interesante colaboración a ese reencuentro con un corte drástico del tráfico de inmigrantes en condiciones ilegales, desde Francia a Reino Unido, decisión saludada con entusiasmo por su colega británico.

"La diplomacia no se hace en una sola dirección: se puede colaborar ampliamente con Alemania en unos temas y con Reino Unido en otros", afirma un alto cargo del Gobierno de París, mostrando claramente la ambición francesa de convertirse en el gozne de todas las puertas. Nada fortalecería más a Francia en la UE que potenciar el eje con Berlín, sin renunciar a la relación privilegiada con el Reino Unido.

Y en este punto, el terreno común para París y Londres es el rearme militar. Bajo el nombre de "Europa de la defensa", los británicos están empeñados en un aumento de su capacidad operativa y los franceses también. Ya hubo una Declaración de Saint-Malo, en diciembre de 1998, que fue la primera piedra de una política destinada a dotar a Europa de capacidades militares autónomas.

Lo que entonces fue un diseño teórico se concretará hoy, a menos que un desacuerdo absoluto sobre Irak lo ponga todo patas arriba. Los organizadores de la cumbre han trabajado para que de ella salga "un programa de trabajo franco-británico muy preciso en materia de defensa", explicaron a este periódico fuentes del Ministerio galo de Defensa. Además del grupo de trabajo que definirá la colaboración en el "contrato del siglo" de los portaaviones y sus dotaciones aéreas, sobre la mesa hay proyectos comunes respecto al futuro misil Meteor para cazas, el misil de crucero Scalp, satélites de comunicaciones y un refuerzo de la cooperación entre los respectivos Estados Mayores.

Las bases de una colaboración militar franco-británica son la materialización del anuncio realizado por la ministra francesa de Asuntos Europeos, Noëlle Lenoir, en este periódico, hace una semana: "Con nuestros socios británicos estamos trabajando en la construcción de una verdadera Europa de la defensa". Técnicamente, todo está dispuesto: políticamente, el grave desacuerdo sobre Irak es el escollo a superar o suavizar hoy por Blair y Chirac.

Por otra parte, Tony Blair compareció ayer una vez más en la Cámara de los Comunes para dar cuenta de su entrevista, el viernes pasado, con el presidente George Bush. El primer ministro británico confirmó el compromiso de ambos mandatarios de apoyar la aprobación de una segunda resolución en las Naciones Unidas que confirme que Sadam Husein ha incumplido la resolución 1.441 que le insta a desarmarse y a colaborar plenamente con los inspectores.

Entre los argumentos subrayados por Blair ante la cámara figuran las presiones ejercidas por el régimen de Sadam para dificultar el trabajo con los inspectores internacionales. Al tiempo que él lo denunciaba en el Parlamento, Downing Street divulgaba un informe detallando esas presiones, explicando cómo está estructurado el aparato represivo del régimen y dando cuenta de sus efectos sobre la población.

Según ese informe, de una treintena de páginas, los 20.000 oficiales de la inteligencia iraquí, a razón de 200 por cada inspector, controlan todos los movimientos y conversaciones de los inspectores, impidiendo que éstos puedan obtener información confidencial sobre el terreno y obstruyendo la posibilidad de que los ciudadanos iraquíes puedan acercarse ni siquiera en el pasillo del hotel a intentar hacerles llegar esa información.

"Si el doctor Blix continúa informando sobre la no cooperación iraquí, debería presentarse una segunda resolución confirmando ese incumplimiento", dijo Blair. "El presidente Bush y yo estamos de acuerdo en que deberíamos buscar el máximo apoyo para esa resolución, a condición, como siempre, de que esa resolución sea una manera de resolver la cuestión y no una manera de retrasarla o de impedir que afrontemos todo esto. Sigo pensando que las Naciones Unidas es el camino adecuado a seguir", añadió.

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