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Tribuna:AMENAZA DE GUERRA | La opinión de los expertos
Tribuna
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Irak, el desarme y la no proliferación

Emilio Lamo de Espinosa

El conflicto en Irak está haciendo trizas los parámetros fundamentales sobre los que se asentaba el orden internacional desde la segunda posguerra: rompe la alianza atlántica, hace estallar la OTAN, crea fisuras tremendas en la política exterior y de seguridad de la Unión Europea, pone en entredicho el mismo proyecto de Unión Europea e incluso corre el riesgo de minar a Naciones Unidas. Y ya en el terreno doméstico, puede romper el consenso entre los dos principales partidos, laboriosamente alcanzado desde la transición. Estamos pues ante un peligroso punto de inflexión del orden internacional.

Sin embargo, el debate en la opinión pública dista de estar a la altura de las circunstancias. Las declaraciones de principios y la retórica, cuando no las más burdas teorías conspirativas, parecen ganarle la partida a los datos y la política como pedagogía está en horas bajas. Los problemas serios lo son porque tienen malas soluciones y éstas exigen siempre prudencia, no lógicas impecables. De modo que, más como catálogo incompleto de problemas que como avance de soluciones, me atrevo a publicar estas páginas.

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Pues bien, creo que el caso de Irak reposa en cuatro argumentos de desigual valor: el de la democracia en Irak, el del terrorismo, el del desarme y, finalmente, el de la no proliferación, por llamarlos de algún modo. La prensa ha hablado bastante del primero y, sobre todo, del segundo, algo menos del tercero y casi nada del cuarto. Adelanto que, sin embargo, sólo los dos últimos me parecen admisibles.

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Creo que es evidente para todos que liberar a la población de Irak y establecer allí una democracia es un objetivo tan justificado como lo estuvo en Kosovo. Sadam Husein ha asesinado, gaseado, torturado y violado a su población sistemática y brutalmente, como sólo Stalin (su modelo declarado) llegó a hacer, y no se me alcanza qué razón asiste a los kosovares que no asista igualmente a los iraquíes. La contestación es, sin embargo, inmediata: ¿por qué allí y no en Libia o Corea del Norte? Cierto, aunque por algún sitio debemos empezar y éste, desde luego, no es de los peores. Un mundo globalizado que hace trizas de la soberanía nacional en todas partes no tiene por qué ser respetuoso con la soberanía de los Estados despóticos.

Tampoco me convence del todo lo que el Gobierno de Estados Unidos afirma (en ocasiones, pues su discurso es todo menos coherente), a saber, que la intervención esté justificada en el marco de la mal llamada "guerra" contra el terrorismo internacional. Por razones perfectamente comprensibles, Estados Unidos ha sobrerreaccionado después del 11-S identificando armas de destrucción masiva, nucleares, biológicas o químicas (NBQ), con terrorismo internacional, y a ambos con Estados "fallidos" o "gamberros" para acabar militarizando la respuesta a la amenaza terrorista. Un error que probablemente no resistirá el cambio de Administración.

Lo que sabemos por el momento es que no hay conexión alguna del terrorismo internacional con armas NBQ, aunque sí que las buscan con denuedo. Tanto el 11-S como los atentados posteriores han utilizado sistemas convencionales, aunque ello puede no ser gran alivio (si algo muestra el 11-S es que se puede causar destrucción masiva con algunos cortapapeles y determinación suicida). Tampoco hay conexiones (al menos conocidas al día de hoy) entre Al Qaeda e Irak, aunque sí con otros grupos terroristas. En resumen, si la amenaza de Irak fuera su peligrosidad terrorista, ésta no es mayor que la de otros países o grupos, y menos sometido como está a la vigilancia internacional, aunque sería irresponsable minimizar el riesgo de conexión entre Irak y el terrorismo internacional. Es pues discutible que nos encontremos ante una amenaza inminente, grave y segura, condiciones que podrían justificar una guerra preventiva.

Creo que el problema es otro y se enmarca en un escenario que habíamos olvidado con alivio tras la caída de la Unión Soviética: el de la proliferación de armas de destrucción masiva. Ésta es, por lo demás, la base de la resolución 1.441, el incumplimiento por Irak de las resoluciones del Consejo sobre la proliferación de armas de destrucción masiva y misiles de gran alcance.

Irak lleva años desafiando a Naciones Unidas y a la comunidad internacional en todos los frentes. Ha atacado a tres de sus seis vecinos, de modo que su expansionismo está fuera de toda duda. Ya la primera resolución de Naciones Unidas, la 687 del mismo año 1991, exigía la destrucción de todas sus armas químicas o biológicas o nucleares, reafirmando las obligaciones que impone el Tratado sobre la No Proliferación. Los más acreditados analistas del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres certifican que tienen armas biológicas y químicas aunque no nucleares, pero lleva años buscándolas y si no dispone de ellas es porque la comunidad internacional se lo ha impedido.

Blix asegura que Irak no ha aceptado la exigencia de desarme y dispone de miles de bombas químicas y de ántrax, que dice haber destruido sin presentar prueba alguna de ello. Naciones Unidas estableció hace cuatro años que Irak tenía miles de litros de ántrax y capacidad para producir otros agentes biológicos y químicos. ¿Debemos deducir que todo ello ha desaparecido sin dejar rastro? ¿Qué oculta cuando impide a sus científicos hablar en privado con los inspectores o rechaza la vigilancia de los aviones U2? Creo que dudar de que Irak posee armas químicas y biológicas es más que aventurado, y no por nada USA ha dotado a sus soldados de protección contra esa eventualidad.

Es por ello que la tarea de los inspectores no era (y no es) probar que tienen armas, sino todo lo contrario: certificar que ya no las tienen. Y así la resolución 1.441 le concede una última oportunidad de cumplir sus obligaciones en materia de desarme. La última de una larga serie, pues lo que mandaba la resolución 687, ¡de hace 12 años!, ha sido reiterado por Naciones Unidas en 1991, 1996, 1997, 1998 (cuando Sadam Husein expulsó a los inspectores), 1999 y, por supuesto, en la 1.441 de 2002. ¿Cuándo "basta" es, de verdad, basta?

¿Es esto suficiente para que Inocencio Arias vote sí a la intervención en el Consejo de Seguridad? No es poca cosa, desde luego, aunque probablemente la respuesta sea negativa, si se considera el caso aisladamente. Irak no tiene misiles, de modo que no puede proyectar esas armas. Pero la conclusión puede variar si se considera a Irak como lo que es: sólo un caso más de otros muchos.

Detrás del no desarme de Irak está el riesgo de contagio: la proliferación. Si no es desarmado, sus vecinos tratarán de hacer lo mismo para protegerse de Sadam Husein. ¿Cómo parar entonces a Irán o Arabia Saudí? ¿Cómo criticar la nuclearización de Israel? El caso de Corea del Norte, país que ha denunciado el Tratado de No Proliferación y se sospecha que posee dos bombas atómicas (y misiles para proyectarlas sobre Japón), es en buena parte el resultado de la debilidad o negligencia con Irak. Y si permitimos que Corea continúe con su programa nuclear, ¿cómo evitar que se nuclearize Japón? Y si Japón lo hace, ¿cuál será el próximo, Indonesia, Filipinas? Además de los países amparados por el Tratado de No Proliferación (USA, Reino Unido, Francia, Rusia y China), tienen armas nucleares Israel, India, Pakistán y, al parecer, Corea, y otros muchos (Irán, Libia, en algún momento Argelia) las buscan. No es difícil montar un artefacto, si se dispone de uranio enriquecido y éste se vende en el mercado negro. La comunidad internacional consiguió desarmar a Bielorrusia, Ucrania y Kazajistán e interrumpir los programas nucleares de África del Sur y Brasil. Pero el riesgo de proliferación, vinculado, ahora sin duda, a Estados fallidos, nos llevaría desde el escenario típico de la guerra fría (la destrucción mutua asegurada entre dos grandes potencias), a la destrucción mutua asegurada entre una multitud de minipotencias regionales, un infierno imposible de gestionar.

Si no hacemos nada en Irak, ¿qué mensaje estaríamos enviando a los regímenes totalitarios del mundo? Más o menos el siguiente: "Puedes hacer lo que quieras siempre que no tengas inspectores en casa". Schröder afirmaba el otro día que debíamos desarmar a Irak por medios pacíficos. Me sorprende tanta frívolidad. Si Irak acepta hoy las inspecciones es porque hay más de 100.000 soldados norteamericanos al otro lado de su frontera y tan pronto se vayan Sadam Husein comenzará de nuevo la fabricación de armas NBQ. Vistas así las cosas, que es como son, intervenir en Irak no debilita la ONU; al contrario, refuerza la validez y credibilidad de sus resoluciones. Y no debilita la legalidad internacional; al contrario, muestra que ésta es algo más que simples declaraciones retóricas.

¿Con o sin resolución de la ONU? Es evidente que si la única razón para intervenir en Irak es dar cumplimiento al orden legal internacional, esa intervención debe exigir su acuerdo. No parece sensato violar el orden internacional para defender el mismo orden internacional, como parece querer hacer Bush. Yo también lo creo, pero sin olvidar que entonces emerge otra paradoja más difícil de detectar: ¿y si algún país con veto en el Consejo de Seguridad (Francia, China, Rusia de nuevo) decide usar del veto para prohibir la intervención, aun cuando ésta sea para dar cumplimiento a las resoluciones del mismo Consejo? Si antes el riesgo era cumplir el orden violándolo, ahora se viola el orden usando del mismo orden. Es por ello que Tony Blair exige resolución de Naciones Unidas... pero sólo si ningún país usa de su derecho a veto irresponsablemente, como hizo Rusia en Kosovo. Pues en ese caso es la misma ONU la que tiene maniatada a la ONU. De modo que, lamentablemente y bajo ciertas condiciones, puede tener sentido pasar por encima del Consejo de Seguridad, lo que exige (también como en Kosovo) cubrir esa laguna mediante una fuerza multilateral legitimada multilateralmente, probablemente por la OTAN y por la UE al tiempo.

Es razonable, siempre lo es, dar más tiempo a los inspectores y hacer cuanto sea posible para evitar la guerra y/o obtener una resolución clara en la ONU. La guerra es un suceso horrible siempre, y para provocarla debemos estar cargados de razón. Pero, ¿cuánto tiempo más? ¿12 años más, 12 meses o 12 días? Antes o después los españoles tendremos que decidir si la amenaza que supone Sadam, por sí solo y como ejemplo para los casi 200 Estados de la comunidad internacional, justifica o no una intervención que deje patente el rechazo total a la proliferación, de modo similar a como la guerra del Golfo dejó patente el rechazo a la invasión militar de cualquier país. ¿Cómo puede el mundo prevenir la producción de más armas de destrucción masiva en el futuro, se pregunta Blix? La respuesta es sencilla: prohibiéndolo en primer lugar. Pero, además, haciendo cumplir esa prohibición.

Emilio Lamo de Espinosa es director del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Este artículo refleja sólo sus opiniones.

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