Porto Alegre debate alternativas a unos partidos incapaces de afrontar la globalización
La reacción del poder económico mundial al liderazgo de Lula preocupa en el foro brasileño
En Porto Alegre se mezclaron ayer dos debates. Uno, paralelo a la intervención de Lula en Davos sobre cómo reaccionará Estados Unidos y el sistema económico financiero representado en Suiza ante el evidente intento del presidente brasileño de convertirse en un líder internacional. Y otro, más académico, sobre cómo reinventar unos partidos políticos manifiestamente incapaces de afrontar las necesidades de la nueva ciudadanía globalizada, pero que no han sido sustituidos aún para resolver el problema de la representatividad y legitimidad democrática.
La anécdota la puso una activista de un grupo llamado Pasteleros sin Fronteras que estampó una tarta de crema en la cara del presidente del Partido de los Trabajadores, José Genoino, en protesta por el viaje del presidente brasileño Lula al Foro de Davos. Genoino se relamió y calificó a la joven de "anarquista desesperada".
El estreno del papel internacional de Lula ha sido Davos, pero Porto Alegre está mucho más interesado en saber qué hará el presidente brasileño en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) prevista para el próximo mes de septiembre en Cancún (México). Muchos países pobres, afectados por las normas de la OMC pero sin fuerza para oponerse a ellas, miran ahora a Brasil como su paladín y Porto Alegre y todo lo que representa este movimiento esperan que Lula responda al compromiso.
"Brasil tiene que ser capaz de llevar a la OMC medidas concretas que permitan rescatar a África también a través del comercio", aseguraba ayer el sociólogo Emir Sader. La duda es cómo reaccionará Estados Unidos y hasta qué punto las movilizaciones sociales podrán ayudar en la tarea que le espera a Lula en el campo internacional.
La parte más visible del Foro Social Mundial son las miles de personas, en su mayoría jóvenes, que asisten a las distintas actividades y que probablemente se sienten ya partícipes de una generación "Porto Alegre", como hace años existió una generación hippy o una generación de mayo del 68. Cada día hay aquí, en un estadio de fútbol, mesas de debates a las que asisten 15.000 atentos espectadores, ayudados por un estupendo sistema audio. El Foro Social Mundial está también recorrido por una nueva forma de acción política, muy moderna y eficaz.
Acción en red
Se podría llamar acción en red porque supone que, una vez que se acuerda por consenso una acción o campaña cientos, miles, decenas de miles de organizaciones en todo el mundo, independientes entre sí, incluyen entre sus prioridades esa protesta o acción concreta, a su manera y de acuerdo con sus posibilidades.
Por ejemplo, la guerra en Irak, la necesidad de que los países pobres puedan exportar productos agrícolas sin impedimentos aduaneros o la negativa a que los organismos internacionales reclamen la deuda externa a algunos países exhaustos y empobrecidos.
Porto Alegre cuenta además con un sólido grupo de intelectuales, sobre todo brasileños y franceses, pero también norteamericanos y latinoamericanos en general, con escasa presencia de México, que se encargan de sistematizar las propuestas de consenso y de darle apoyo teórico. No todos tienen la misma procedencia ideológica, pero en general vienen del campo de la izquierda y están dispuestos a no hacer algo que pueda motivar una posible ruptura del movimiento.
Como dice uno de sus organizadores, Cándido Grzybowski, el Foro tiene siempre el riesgo de convertirse en un espacio de lucha política, pero todos los organizadores están convencidos de la necesidad de mantener abiertas las discrepancias: el problema no es el desacuerdo, sino la manera de lidiar con él, aseguran, y en eso nos hace falta más pedagogía. "Estamos desarrollando eso, con grandes tensiones, es cierto, pero convencidos de que es uno de los aspectos más innovadores del foro", explica Grzybowski.
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