_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un automóvil en la pirámide

Juan Villoro

Suponer que todas nuestras costumbres vienen de los aztecas es tan extravagante como pensar que las tiendas de autopartes robadas son templos a Xipe-Totec, dios de la renovación. Sin embargo, abundan los vínculos con el pasado indígena. La estación Panteones del metro está decorada con muestras de arte funerario, y una cédula recuerda: "La tierra es nuestra matriz y tumba". En las cosmogonías prehispánicas el subsuelo es el sitio del origen y la última morada. También es el principal horizonte de la ciudad de México. Todos los días, cinco millones de pasajeros se sirven del metro. Ahí, el sistema de señales se ordena como un códice, frisos precolombinos decoran los muros, una pirámide preside una estación. Basta un viaje en metro para saber que algo tenemos de las huestes de Huitzilopochtli. En la superficie, la comida incendiaria, la barroca cortesía, la obsesión por la higiene corporal y el sentido comunitario (la soledad empieza con menos de diez personas) confirman que los aztecas no cultivaron el valle en vano. De acuerdo con Hugh Thomas, "los aztecas tenían una religión brutal que parece haber exigido cada vez más sacrificios humanos; como buenos imperialistas, ejercían el control sobre muchos pueblos conquistados, pero tenían muy buenos modales". Quizá esto explique nuestro educadísimo carácter raro y nuestra mala relación con los vecinos. Pero también la influencia española tiene su parte en el asunto. Al respecto, comenta Alfredo López Austin: "El intento de evangelización fue vigoroso, incluso brutal; pero incompleto. Los conquistadores combatieron la religión indígena destruyendo el culto público, las imágenes de los dioses, persiguiendo a los sacerdotes, derrocando las pirámides; pero quedó la parte más importante de la religión: la que crea el hombre en su vida cotidiana". Mosaico multicultural, el DF propone varias formas de ser atravesado. En agosto de 1999, un policía borracho recorrió en su auto el Zócalo y aceleró hasta aterrizar en las ruinas del Templo Mayor. Fue la primera ofrenda de los aztecas posmodernos, símbolo azaroso de una ciudad sin lugares de estacionamiento y de nuestra atropelladora forma de mezclar culturas. Capital del sincretismo, México entierra y desentierra a diario sus copiosas tradiciones.

Más información
Los aztecas conquistan Picadilly

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_