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Reportaje:

Los aztecas conquistan Picadilly

La gran muestra de la Royal Academy se convierte en la estrella de las exposiciones de Londres

Los aztecas han conquistado Picadilly. Más de 130.000 visitantes han pasado ya por los salones de la Royal Academy para admirar un certamen coronado también por la crítica. Mientras algunos la han proclamado ya la mejor exposición de la temporada en Londres, los organizadores han decidido prolongar los horarios en fin de semana para aliviar las aglomeraciones, y no falta quien asegura que Aztecas es la más importante muestra de esa civilización desde que en 1520 Hernán Cortés destruyó su capital, la ciudad-isla de Tenochtitlán, actual Ciudad de México.

Aztecas ha superado las previsiones más optimistas y su éxito ha hecho respirar, aliviado, al presidente de la Royal Academy, Phillip King, arrastrado a esta aventura por el tesón del responsable de las exposiciones de la Academia, Norman Rosenthal. "Son ya muchos miles los que han estado viendo Aztecas y se espera que al final de la muestra, en abril, hayan sido más de medio millón de visitantes", escribía el otro día James Fenton en The Guardian. "Un éxito popular, desde luego, pero no, en contra de lo que algunos piensan, un éxito absolutamente predecible: de antemano había nerviosismo en la Academia", añadía. Ahora, tras el éxito londinense de la exposición, los organizadores esperan poder llevarla también a Berlín o Bonn.

Para esta civilización precolombina, la muerte honrosa era la muerte violenta
Se han prolongado los horarios de fin de semana para aliviar las aglomeraciones
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La exposición, que se abrió el pasado 16 de noviembre y se clausurará el 11 de abril, permite contemplar 380 trabajos en piedra, madera, cerámica, metales preciosos, papel y plumas. Muchas de las piezas salen por primera vez de México y los organizadores creen que es más amplia y completa que la que se expuso en Madrid con motivo del quinto centenario.

Entre las obras más notables figura la escultura de cerámica a tamaño natural del Señor de la Muerte, Mictlantecuhtli, descubierta en miles de piezas y restaurada con inmensa paciencia, o el Hombre Águila, también a escala humana. Una monumental cabeza de serpiente de tres toneladas, procedente del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, es la pieza más pesada de la exposición. Los códices, en cambio, están entre las más delicadas y apreciadas. El Códice Durán, cedido por la Biblioteca Nacional, es la única aportación procedente de España.

Esta vez ha habido menos morbo que en la célebre exposición montada en 1824 en el llamado Hall Egipcio, no lejos de los salones victorianos de la Real Academia en Picadilly, en el corazón de Londres. Los organizadores se han esforzado ahora por presentar a los aztecas como una civilización avanzada y organizada y romper la imagen de pueblo sanguinario con el que han sido conocidos siempre por su costumbre de honrar a los dioses con sacrificios humanos. Para los aztecas, la muerte honrosa era la muerte violenta, en el campo de batalla o en el altar, subraya el relato que acompaña al público por los salones de la exposición.

"A la luz del siglo pasado, ¿qué podemos criticar nosotros?", se preguntaba William Parker en The Financial Times. "Los sacrificios humanos no son algo tan remoto como creemos en el pasado de Europa", añade. "La religión animista siempre ha tenido muchos dioses, y a esa lógica peculiar obedece que los aztecas les sirvieran, aplacaran y alimentaran como lo hicieron. El hecho de que hicieran eso es lo que da a la a veces formidable y a menudo extraordinariamente bella exhibición en la Royal Academy su excitante espanto". "Es, por una vez en la Academia, un triunfo incondicional", concede.

Adrian Searle, sin embargo, aunque admite en The Guardian que se trata "del único superventas verdadero del año", matiza que quizá se deba al gusto del público por "lo espeluznante y sanguinario". El crítico de arte de The Times Frank Whitford también asegura que Aztecas es "el golpe del año", y su diario hermano, The Sunday Times, la sitúa entre las cinco primeras exposiciones de Londres, junto a las de Arthur Rackham en la galería Dulwich, Durero en el Museo Británico, Gainsborough en la Tate Britain y Madame Pompadour en la National Gallery.

"Una exposición que hace época revela el esplendor de los aztecas", titulaba Kevin Jackson en The Independent. "La muestra tiene el objetivo de restaurar la reputación de los aztecas", escribía. La exposición "pone de relieve que eran consumados escultores tridimensionales, capaces de representar la figura humana de una manera que sobresale sobre otras civilizaciones mesoamericanas de la época", añade.

Gyles Brandreth le dedicó a la muestra una hilarante columna en The Telegraph, en la que explicaba por qué él, que aborrece las galerías de arte, ha "vuelto a nacer como correcaminos de galerías", pese a que acudió a ver Aztecas únicamente por su admiración al México moderno. "Dios mío, cuánto odio el tener que ir a una galería de arte. Prefiero ir a comprar ropa con mi mujer", explicaba Brandreth. "Fui porque amo el México moderno y porque los patrocinadores, la Oficina de Turismo Mexicana, tuvieron la delicadeza de invitarme. El país que nos ha dado los tomates, el tequila, Y tu mamá también, donde Frida Kahlo y Trotsky murieron, es mi destino habitual de vacaciones".

"Me quedé paseando por allí porque Aztecas es, simplemente, la más hermosamente construida y mejor diseñada exhibición de esta clase que he visto. Es accesible, comprensible y precisa. Nos cuenta una historia fascinante con claridad y estilo. Te deja (y me dejó a mí, cosa rara) fresco y queriendo más", relata.

A la vista del éxito, los organizadores han decidido que la exposición permanezca abierta los sábados hasta las diez de la noche, en lugar de cerrar a las seis de la tarde como es habitual.

<i>Mictlantecuhtli,</i> escultura en barro cocido, estuco y pintura, realizada hacia 1480.
Mictlantecuhtli, escultura en barro cocido, estuco y pintura, realizada hacia 1480.MICHAEL ZABE

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