El nuevo Gobierno advierte que no habrá soluciones mágicas ni tampoco vuelta atrás
El presidente Lula ha elegido un equipo económico fuerte y ha prometido moderación
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha usado la razón para designar a los responsables de su equipo económico, y ha actuado con el corazón al nombrar a los ministros del área social. A la vista de la composición del primer Gabinete de la era Lula no es aventurado vaticinar en los primeros compases del nuevo Gobierno moderación en la política económica y firmeza en la lucha contra los mayores agravios sociales que padecen los brasileños. Antonio Palocci, ministro de Hacienda y hombre fuerte del equipo económico, ha advertido que no habrá medidas de choque ni soluciones mágicas, ni mucho menos una vuelta atrás a situaciones de triste recuerdo, como la indexación y el establecimiento de un tipo fijo de cambio.
Ha sido un trabajo arduo la designación de los 28 integrantes del Gobierno de Lula. Nadie duda que el brazo derecho del presidente, por encima del vicepresidente, José Alencar, será el jefe de la Casa Civil, José Dirceu, presidente del Partido de los Trabajadores (PT) desde 1995 hasta diciembre. Dirceu será mucho más que un ministro de la Presidencia. Entre sus atribuciones está la relación entre el Gobierno y el Congreso, donde ha llevado el peso de la negociación con otras fuerzas políticas para lograr una estabilidad parlamentaria que se prevé incierta. Dirceu fue el cerebro de la campaña electoral que llevó a Lula al poder y fue el diputado federal más votado del PT. Rechazó la presidencia de la Cámara de Diputados para formar parte del Gobierno.
El otro bastión del Ejecutivo estará en el área económica. José Palocci ha dirigido el equipo de transición y en esta singladura ha despertado reticencias en los sectores más radicales del PT, que ya han lanzado las primeras críticas al ministro, por su ortodoxia y rigidez en materia fiscal, que, de momento, ha recibido el aplauso de empresarios y financieros. La presidencia del Banco Central estará ocupada por el ingeniero y economista Enrique Meirelles, el primer no estadounidense que fue presidente mundial del BankBoston. Completan el equipo económico el empresario Luis Fernando Furlán, al frente de Desarrollo, Industria y Comercio, y el ingeniero agrónomo Roberto Rodrigues, en el cada vez más importante Ministerio de Agricultura. Amigo personal del ex presidente Cardoso, Furlán se ha ganado la confianza del PT en su papel de puente entre el equipo de transición y el empresariado. Rodrígues es un especialista en cooperativismo, bandera que enarbola Lula.
En el área social, el presidente ha optado por viejos compañeros de luchas políticas y connotados militantes del PT. Entre otros hay que citar a Cristovam Buarque (Educación), Humberto Costa (Salud), Marina Silva (Medio Ambiente), Miguel Rosseto (Desarrollo Agrario), Jacques Wagner (Trabajo), José Graciano (Hambre Cero) y la ex gobernadora de Río de Janeiro, Benedita da Silva, en Asistencia y Promoción Social.
El voto de confianza que el Gobierno de Lula ha recibido de los sindicatos, con la Central Única de Trabajadores (CUT) a la cabeza, no significa una tregua a cualquier precio. Los líderes sindicales amenazan con reabrir negociaciones salariales si el Gobierno no logra contener la inflación, que se prevé en torno al 11% (prácticamente igual a la de 2002). Otro punto de fricción con los sindicatos será el desempleo. El crecimiento de la economía, previsto para 2003 en el 1,8%, no bastará para detener el aumento del paro. Sólo en la región de São Paulo, primer polo industrial del país, el porcentaje de los que no tienen trabajo superará este año el 20% de la población activa, lo que sería un récord histórico. El economista Márcio Pochegou, de la Universidad de Campinas (Unicamp), estima que 13 millones de trabajadores no tienen empleo fijo. Y los tipos de interés se mantendrán en porcentajes altos, en torno al 20,8%.
Junto a los neoliberales y los petistas de toda la vida, integra el nuevo Ejecutivo un grupo de dirigentes de otros partidos, aliados del PT, que garantizarán la estabilidad en el Congreso. Ocupan áreas importantes, pero tendrán una influencia limitada. Entre ellos destacan Ciro Gomes (Integración), del Partido Popular Brasileño, adversario de Lula en la carrera a la presidencia; Miro Teixeira (Comunicaciones), del Partido Democrático de los Trabajadores; Roberto Amaral (Ciencia y Tecnología), del Partido Socialista Brasileño, y Anderson Adauto (Transportes), del Partido Liberal.
Para tres áreas de relevancia especial Lula ha designado a profesionales de reconocida solvencia y sin militancia, aunque con buena sintonía con el PT. Celso Amorin (Asuntos Exteriores) era el embajador de Brasil en Londres; Marcio Thomaz Bastos (Justicia) es criminalista de prestigio internacional, amigo de Lula desde los tiempos de sindicalista, y José Viegas (Defensa) es un diplomático con una importante carrera internacional.
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