No habrá antes del verano una solución para el barco hundido
El consejero de Pesca de la Xunta, Enrique López Veiga, prefirió ayer no alentar optimismos infundados entre las cofradías de pescadores. Los marineros expusieron a López Veiga el principal motivo de sus desvelos: la posibilidad de que los tanques hundidos del Prestige sigan vertiendo fuel durante meses. Y el consejero no ocultó que el problema es irresoluble a corto plazo. López Veiga expresó su creencia de que hasta el verano, cuando empiece a mejorar el tiempo, no será posible intentar una solución definitiva.
En tanto prosigan los temporales, el único remedio será el parcheo de las grietas en los tanques hundidos del petrolero. Una solución provisional, que apenas logra paliar la magnitud del problema. En las últimas dos semanas, el batiscafo Nautile consiguió taponar cuatro de las fisuras, pero al mismo tiempo se abrían otras seis fugas en diferentes partes del casco sumergido. El comité científico que asesora al Gobierno aún no se ha decantado por ninguna de las soluciones que se han sugerido desde diversos sectores, todas de una extraordinaria complejidad técnica: desde intentar un trasvase de la carga -muy difícil a casi 4.000 metros de profun-didad- hasta la idea de sellar todo el pecio con una especie de sarcófago de hormigón.
La buena noticia es que hasta ahora no se ha advertido ninguna mancha de fuel de tamaño importante entre el lugar del hundimiento, a unas 140 millas de Finisterre, y la costa gallega, según coincidieron ayer en afirmar los representantes de la Xunta y del Instituto Hidrográfico Portugués (IHP), el organismo que ha seguido con más detalle la evolución de los vertidos. Augusto Ezequiel, director del IHP, explicó ayer que en las últimas dos semanas la única concentración de fuel de cierta importancia en la zona era de unas 50 toneladas. El rastro de esa mancha se perdió a los pocos días, seguramente porque los temporales la fragmentaron en trozos más pequeños difíciles de avistar. El IHP descubrió el día de Nochebuena otra minúscula mancha de combustible, de apenas 200 metros de longitud y con una cantidad que no superaba la tonelada. "Tenemos la impresión de que todo eso se está dispersando por el océano en direcciones distintas", añadió Ezequiel.
Mientras, la gran mancha que amenazó en las últimas semanas la costa gallega sigue adentrándose en el golfo de Vizcaya y anoche se encontraba a unas 60 millas al norte del cabo Ortegal. Pero detrás de sí ha dejado un reguero de contaminación, que ayer siguió afluyendo a playas y acantilados de Fisterra, Corcubión y Muxía, en la Costa da Morte.
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