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Alemania impone una fianza a los envases para estimular su devolución

El dinero se recupera al devolver la lata en cualquier tienda

Javier Moreno

Comprar una lata de refresco, abrirla, degustar el contenido, y luego echarla a la papelera es un gesto que se ha acabado en Alemania. Si se hace, ya no saldrá gratis. A partir de enero habrá que depositar una fianza (de 25 o 50 céntimos, según el tamaño) al adquirir bebidas en botellas, latas y otros envases de un solo uso. El dinero se recuperará al devolver la lata en cualquier establecimiento.

La normativa, que trata de frenar la proliferación descontrolada de los cascos y su impacto en el medio ambiente, es en realidad de principios de los años noventa, pero una serie de cuestiones técnicas y, sobre todo, una batería de recursos judiciales por parte de la industria de los refrescos había retrasado hasta ahora su entrada en vigor. Ayer, un tribunal de Münster dio la razón al Gobierno y abrió las puertas a su aplicación. "Con esta sentencia ya está claro", dijo el ministro de Medio Ambiente, el verde Jürgen Trittin, en cuanto supo de la decisión judicial. "A partir del 1 de enero entra en vigor la normativa, en todo el territorio federal y sin excepciones".

Los que se resistan se enfrentan a fuertes sanciones económicas. El ministro se negó a conceder a la industria un plazo más amplio para poner en marcha el sistema que permitirá recoger los millones de latas y cascos de un solo uso que, previsiblemente, se acumularán en todo tipo de tiendas a partir del 1 de enero. A menos que la gente prefiera pagar la fianza y seguir echando los cascos a la basura, una posibilidad que los expertos descartan, dada la elevada conciencia medioambiental de los alemanes (y el coste de la fianza).

La medida afecta a refrescos de cola, limonadas, cerveza, agua mineral y bebidas refrescantes en general. Por los envases pequeños se pagarán 25 céntimos. A partir de litro y medio, la fianza es de medio euro. Quedan excluidos de la ley los zumos, la leche y el vino. Los cascos se pueden devolver en cualquier establecimiento, independientemente de dónde se compraron. La industria refresquera está luego obligada a recoger los envases y organizar (y pagar) su reciclaje.

Los industriales están en pie de guerra. "Es imposible desde un punto de vista práctico, y con tan poco tiempo, tomar las medidas necesarias", afirma Hubertus Pellengahr, un portavoz de la patronal del comercio minorista (HDE).

Protesta de la industria

Todo el sistema de recogida de las latas costará "miles de millones de euros", según Pellengahr, quien sugiere que la patronal está dispuesta a llegar al Tribunal Constitucional.

Pero el ministro ya no está dispuesto a esperar más. La ley, que en realidad se aprobó en 1991 bajo un Gobierno de los conservadores de la CDU, prevé que el sistema entre en vigor cuando el porcentaje de botellas y envases reutilizables caiga por debajo del 72%. ¿Cómo se sabe eso? Desde aquella fecha, decenas de funcionarios se han dedicado cada año a elaborar de forma penosa estadísticas sobre el uso de envases en la industria refresquera. En 1997, por primera vez, se detectó que se había traspasado el límite del 72%, pero las decenas de recursos ante los tribunales paralizaron la normativa. Mientras, la venta de bebidas en envases reutilizables ha seguido cayendo: este año son sólo el 60% del total.

La norma supone una vuelta de tuerca en las ya duras leyes ambientales que rigen en Alemania. En todo el país, los ciudadanos separan la basura en sus casas, y depositan las bolsas en tres o cuatro contenedores diferentes. Muchas papeleras en calles, aeropuertos y edificios públicos también disponen de compartimentos separados para papel, latas, y otros residuos. La llegada al poder hace cuatro años de los verdes, en coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD), ha supuesto un refuerzo general de la conciencia medioambiental de los alemanes. Ahora, lo que el Gobierno busca no es reciclar más envases, sino forzar a la industria a que abandone el sistema de envases de un solo uso, que apueste por la reutilización de los cascos, y que se frene el consumo descontrolado y sin sentido de millones de envases cada día.

"La industria de los refrescos ha visto año tras año cómo caía el porcentaje de envases reutilizables sin hacer nada", declaró Bärbel Höhn (Los Verdes), ministra de Medio Ambiente de Renania del Norte-Westfalia. "Me alegro de que el tribunal nos dé la razón contra quienes se niegan a aplicar la ley", dijo la ministra, una de las principales defensoras de la normativa.

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