Javier Cercas provoca un duro debate en Alemania sobre la recreación de la historia
La novela 'Soldados de Salamina' ha sido criticada por maquillar la realidad
Pocos países tienen un pasado tan doloroso como Alemania. Pocos intelectuales, escritores, políticos o ciudadanos de un país han tenido que realizar tal esfuerzo por asumir y explicar la historia como los alemanes con la barbarie nazi. Así que la publicación de una novela como Soldados de Salamina, de Javier Cercas, estaba destinada desde el principio a la polémica. El libro ha recibido duras críticas por su "revisionismo" y por acercarse a los verdugos de la historia sin descalificarlos. Pero también ha abierto un apasionado debate en Alemania sobre su propio pasado.
Los ataques comenzaron en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los diarios más prestigiosos del país, el mismo día de la publicación de la novela. En un largo artículo, el periódico sugería que Cercas "anestesia" la historia con su tratamiento del fusilamiento de Rafael Sánzchez Mazas, cofundador de la Falange, y ya de paso, rebajaba las cualidades puramente literarias de la obra y su tratamiento de la memoria histórica. "Es casi como Proust, sólo que este librito español se compara con su lejano referente como un avión de papel a un jumbo".
"Es una polémica que cabía esperar en este país", según Peter Kultzen, el jefe de Berlin Verlag (Bertelsmann), la editorial que ha publicado la novela en Alemania. Kultzen ya contaba desde el principio con los ataques, especialmente del sector de intelectuales menos dado a revisar sus posiciones históricas. "En realidad, excepto dos o tres críticas muy fuertes, la mayoría de intelectuales ha acogido muy bien la novela", afirma. "Incluso alguien como Daniel Cohn-Bendit lo ha puesto muy bien en su programa de televisión". Kultzen cree que todavía es pronto para saber la acogida a largo plazo de Soldados de Salamina en Alemania, pero que de momento va bien de ventas.
Dos libros alemanes
El debate sobre cómo debe acercarse la literatura a la dictadura parda de Hitler y al terror nazi no es nuevo en Alemania, pero un par de libros recientes han vuelto a reabrir la polémica, a los que ha venido ahora a sumarse la novela española.
En uno de ellos, Der Vorleser, de Bernhard Schlink, se describía a una vigilante de un campo de concentración de forma condescendiente, según los críticos que destrozaron el libro. En la otra, Im Krebsgang, Günter Grass aborda otro tema tabú: el sufrimiento de la población civil alemana durante la II Segunda Guerra Mundial. El episodio que utilizó Grass para su relato fue el desastre del Wilhelm Gustloff, un barco hundido por los soviéticos en 1945, y que llevaba a bordo 10.000 personas, la mayoría refugiados alemanes.
Al final de su libro, Günter Grass sugiere con dos frases ("esto no termina; esto nunca termina") que Alemania está condenada a seguir debatiendo sobre su culpa histórica, y eso es exactamente lo que ha venido sucediendo en los últimos meses. En medio de la discusión, ha sido un autor austriaco (otro país con problemas para asumir el pasado), Erich Hackl, el que ha disparado con balas de calibre grueso contra la novela de Cercas, al sugerir en su crítica que se trata de literatura "frívola". Se da la circunstancia de que el propio Hackl acaba de publicar una historia sobre la boda de dos prisioneros en un campo de concentración nazi. "El relato real de Cercas", afirma Hackl, "acaba en una ficción que sugiere al lector que la historia, definitivamente, está enterrada".
Al igual que el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Hackl no se detiene únicamente en atacar el tratamiento de la historia que plantea Cercas, sino que destroza también desde un punto de vista literario el texto, que considera plagado de lugares comunes. "Estos lugares comunes no se pueden atribuir al traductor", afirma. "Si hubiera tachado algo, o reescrito, la historia hubiese sido otra; y yo me pregunto si entonces hubiese tenido la acogida entusiasta que ha tenido".
Y acogida entusiasta ha tenido. El propio Javier Cercas, que acaba de finalizar una larga gira de promoción del libro por Alemania, lo ha podido comprobar. La novela se ha presentado con gran éxito en ciudades como Múnich, Berlín y Bremen, y ha congregado a centenares de personas interesadas en la literatura española, primero, y el debate histórico que propicia Soldados de Salamina en Alemania. Se da la circunstancia curiosa de que la presentación en Berlín se celebró en el Ministerio de Finanzas, un gigantesco edificio en el que estuvo ubicado el Ministerio del Aire que dirigía Hermann Göring durante el nazismo. Posteriormente, el edificio, situado cerca de la Puerta de Brandeburgo, pero en el este de la ciudad, fue utilizado como Casa de los Ministerios por los comunistas de la República Democrática Alemana (RDA).
Junto a los ataques, sin embargo, también ha aparecido un puñado de críticas y algunas intervenciones en foros públicos a favor de la novela de Javier Cercas, entre ellos en Die Zeit, el semanario líder de opinión entre la intelectualidad alemana, el periódico berlinés Die Tageszeitung o el muniqués Die Süddeutsche Zeitung. Christian Schüle, en Die Zeit, acaba su elogiosa crítica con sólo tres palabras: "Un gran libro".
El eterno regreso del pasado
Parecería que se trata de un debate agotado. Que Alemania no puede, casi sesenta años después de la derrota en la II Guerra Mundial a manos de los aliados, seguir rumiando sus culpas, debatiendo la implicación personal de sus ciudadanos, sus empresas y sus instituciones en el terror al que los nazis sometieron al país y toda Europa durante su dictadura. Pero todos los que vaticinan el fin de la discusión se han equivocado hasta ahora. Por no hablar de quienes tratan de cerrarlo de forma interesada.Las polémicas por libros recientes lo prueban. A las novelas de Bernhard Schlink y de Günter Grass (y ahora el libro de Javier Cercas) hay que sumar Los ejecutores voluntarios del nazismo, del autor estadounidense Daniel Goldhagen, cuya tesis de que la mayoría del pueblo alemán colaboró más o menos de forma pasiva con el régimen de Hitler levantó un escándalo considerable. De Goldhagen ha aparecido otro libro, que ha acabado en los tribunales, sobre las relaciones entre la Iglesia alemana y los jerarcas nazis.Pero el caso más sonado de los últimos meses ha sido el de Bertelsmann. La editorial alemana, uno de los grandes grupos de comunicación, tuvo que admitir que había mentido sobre su relación con los nazis. La editorial fue cerrada poco antes de acabar la guerra. Pero no por haber colaborado con los enemigos del régimen y por publicar libros subversivos, como sostuvo en su historia oficial durante 40 años, sino por las dificultades propias de aquellos años. En realidad, Bertelsmann hizo suculentos negocios con los nazis. La editorial ha financiado y publicado un libro, titulado Bertelsmann en el Tercer Reich, dirigido por el profesor israelí Saúl Friedländer y otros tres investigadores, en el que reconoce la verdad, y que conmocionó en la Feria del Libro de Francfort.
Babelia
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