El Vaticano frena la 'purga' lanzada por los obispos de EE UU contra la pederastia
Roma considera que la suspensión de todo cura acusado vulnera la presunción de inocencia
La Iglesia de Estados Unidos se encontró ayer con un rotundo no del Vaticano a la línea de 'tolerancia cero' adoptada en junio para cortar de raíz cualquier abuso a menores por parte del clero. La Santa Sede negó el visto bueno (recognitio) a las normas aprobadas por la Conferencia Episcopal norteamericana por considerarlas 'ambiguas', 'confusas' y difíciles de aplicar. La oposición de la jerarquía vaticana al documento era conocida desde hace días de manera oficiosa, pero sorprende la claridad meridiana con la que se ha dejado sentir ayer la voz del Vaticano.
En una institución aficionada a los circunloquios y las matizaciones sorprende la contundencia con que ayer alzó su voz el Vaticano. En apenas media cuartilla, el prefecto del ministerio de los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re, echa por tierra los principales puntos de las normas aprobadas en la asamblea plenaria de los obispos estadounidenses en Dallas, entre el 13 y el 15 de junio pasado, dirigidas a hacer frente a alegaciones de abusos sexuales sobre menores cometidos por sacerdotes.
En nombre de la cúpula vaticana y del propio Papa, que el jueves recibió en audiencia a la plana mayor de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, el cardenal Re señala que dichas 'normas' necesitan 'una revisión' y encarga la tarea a una comisión mixta, que estará integrada por los titulares de los cuatro ministerios vaticanos implicados en el tema y por un grupo de obispos estadounidenses.
Sin dejar de exponer su 'solidaridad' con la jerarquía de Estados Unidos, y tras condenar de nuevo el abuso a menores como 'particularmente aborrecible', la carta pasa a demoler globalmente la esencia de las directrices de lucha contra la pederastia aprobadas en Dallas, por la razón esencial de que chocan frontalmente con el Código de Derecho Canónico. La aplicación de dichas 'normas puede ser fuente de confusión y ambigüedad', explica el texto de Re, porque contienen puntos que 'en varios aspectos son difíciles de conciliar con la ley universal de la Iglesia'. No sólo eso. En la misiva, escrita en inglés y dirigida al presidente de los obispos estadounidenses, Wilton D. Gregory, se subraya que la experiencia de los últimos meses 'ha demostrado que la terminología de esos documentos es a veces vaga o imprecisa y, por lo tanto, difícil de interpretar'.
Reflexión más profunda
El cardenal Re niega, por lo tanto, la autorización vaticana para la aplicación de estas normas y señala la necesidad, 'antes de garantizar la recognitio, de que se proceda a una reflexión más profunda y a una revisión' de las mismas, para lo que sugiere la creación de una comisión mixta, integrada por representantes de la Conferencia Episcopal estadounidense y de los cuatro ministerios vaticanos directamente ligados con el asunto, el de los Obispos, el de la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), el del Clero y el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos
La carta del Vaticano es un duro golpe para la 'línea dura' del episcopado de EE UU, que se enfrenta a una gravísima situación desde que se destapó a comienzos de año un descomunal escándalo de abusos sexuales cometidos por sacerdotes o religiosos de diferentes diócesis en un amplio arco temporal, en algunos casos tan amplio como para retrotraerse a 20 y 30 años atrás. Un escándalo al que la prensa (en particular el Boston Globe) ha dedicado enorme cobertura.
Los costes de las querellas legales amenazan con hundir las finanzas de la Iglesia católica estadounidense que, en junio pasado, optó por resolver el problema redactando una serie de normas que, a juicio del Vaticano y de numerosos expertos en derecho canónico, suponen no sólo una violación del Codex (normas legales supremas de la Iglesia), sino del derecho común de cualquier Estado democrático.
Uno de los aspectos más discutidos es, precisamente, la decisión de los obispos de apartar inmediatamente de su cargo a cualquier religioso acusado de supuestos abusos a menores, y dejarle que afronte en solitario las dificultades de un proceso legal, cuando la Santa Sede considera que el castigo contra los sacerdotes sólo puede llevarse a cabo tras un juicio justo. El propio Juan Pablo II habría encontrado este sistema similar a un 'juicio sumarísimo' contra los sacerdotes.
El presidente de los obispos estadounidenses, Wilton D. Gregory, quitó ayer hierro a la respuesta del Vaticano, insistiendo en que no existe el menor conflicto entre la posición de la jerarquía romana y el espíritu de los dos documentos aprobados en Dallas. 'Las diferencias son menores y afectan únicamente a las comisiones diocesanas que tienen que examinar las acusaciones de abusos a menores de un sacerdote', dijo en una conferencia de prensa, en la que precisó que el acuerdo existe en lo que se refiere a la suspensión de las tareas pastorales de los sacerdotes sobre los que pesen acusaciones fundadas de haber abusado de menores, mientras que para aquellos en los que esta conducta esté probada con certeza será posible, seguir un procedimiento de acuerdo con el Derecho Canónico vigente.
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