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El Vaticano pretende suavizar las medidas contra los curas pederastas de EE UU

La Iglesia norteamericana necesita el reconocimiento de la Santa Sede para aplicar sus sanciones

La jerarquía vaticana está decidida a suavizar la línea dura adoptada por la Conferencia Episcopal de EE UU para frenar el escándalo de abusos a menores por parte de sacerdotes que ha sacudido a la Iglesia en este país. La Santa Sede, que ha estudiado a fondo el documento aprobado en junio por los obispos estadounidenses, cree que son necesarias correcciones para que no se vulneren los derechos humanos fundamentales, como la presunción de inocencia o el derecho a un proceso justo y otros aspectos contenidos en el Derecho Canónico. Las diferencias serán afrontadas esta semana en Roma.

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Los responsables de cinco 'ministerios' vaticanos implicados en el tema y el presidente de los obispos estadounidenses, Wilton Gregory, llegaron el sábado a Roma, acompañados por el secretario general, William P. Fay.

Los responsables vaticanos de la Congregación de la Doctrina de la Fe, de los Obispos, del Clero, de los Institutos de Vida Religiosa y de los Textos Legislativos, han examinado el documento aprobado en junio por la plana mayor de los obispos estadounidenses y creen que es necesario proteger mejor los derechos fundamentales de los acusados de abusos, tutelados por el Código de Derecho Canónico y por las normas jurídicas de los Estados de Derecho. El punto de vista de la jerarquía vaticana es esencial, porque el documento debe recibir la recognizio, o visto bueno, de la Santa Sede.

El obispo Wilton Gregory, es el más firme defensor de la tolerancia cero, como ya puso de manifiesto en la reunión al más alto nivel mantenida en el Vaticano en abril pasado. 'Lo esencial es proteger a los niños de nuestro país', dijo entonces Gregory al dejar muy claro: 'Nos enfrentamos a la depravación humana, al pecado y a las psicosis del hombre, pero antes que nada, sabemos que se trata de un delito'.

Las diferencias entre el clero estadounidense y la Santa Sede parecieron evidentes ya en abril, cuando el responsable vaticano del Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos, el español Julián Herránz, declaró que el Código de Derecho Canónico no requería ninguna modificación para endurecer las penas previstas contra los sacerdotes pederastas. Ahora, las diferencias son más claras. El Vaticano considera inaceptable la fórmula casi automática con la que, según el documento, un cura acusado de pederastia debe ser apartado de su puesto, antes de haber sido condenado.

Los expertos de la Santa Sede sostienen que aceptar este 'automatismo' viola el principio, según el cual, a un acusado se le presume la inocencia mientras no se demuestra la culpabilidad, los derechos a una defensa y a un proceso justo, a los que tiene acceso hasta un reo confeso. Ambos son principios reconocidos en todos los Estados de Derecho y que figuran además en el Código de Derecho Canónico. La jerarquía vaticana ha dejado entrever que el documento aprobado por los obispos de EE UU plantea además un problema de jerarquía de las fuentes de derecho, porque una norma de rango inferior (la del derecho local de EE UU), no puede derogar una norma de rango superior, la del Codex, derecho universal de la Iglesia.

Denunciar los abusos

El otro aspecto del documento que desagrada a la Santa Sede es el que implica la inmediata retirada del sacerdote de su puesto, sin que se haya celebrado un proceso. Y, muy en particular, la obligación introducida ahora de que el obispo denuncie a las autoridades civiles al sacerdote acusado o sospechoso de abusos a menores.

Para la Santa Sede, el obispo tiene una obligación 'paternal' hacia el sacerdote de su diócesis y está obligado a asistirle, incluso cuando ha sido ya reducido al estado laico. Un castigo que el Vaticano acepta sólo en casos de delito 'probado y reiterado', por parte de un sacerdote. Eso sin olvidar el aspecto del perdón, una cuestión esencial en el catolicismo y olvidado completamente en el documento de los obispos estadounidenses.

Según la ONG católica Catholics for a Free Choise, que ha denunciado a la Santa Sede ante las Naciones Unidas, serían 5.000 los casos de menores víctimas de pederastia por parte de sacerdotes en 18 países del mundo: Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, China, Colombia, Filipinas, Francia, Alemania, Reino Unido, Irlanda, México, Nueva Zelanda, Polonia, Estados Unidos y Sudáfrica.

Los obispos estadounidenses Wilton Gregory, a la izquierda, y William P. Fay, a su llegada a Roma.
Los obispos estadounidenses Wilton Gregory, a la izquierda, y William P. Fay, a su llegada a Roma.ASSOCIATED PRESS

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