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El Papa confiesa en Canadá su "vergüenza" por los casos de curas pederastas

Juan Pablo II reconoce el "momento difícil" que atraviesa la Iglesia

Al final cayó un aguacero sobre la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), clausurada ayer por el Papa en una inmensa explanada en la periferia de Toronto. Consciente de pisar tierra norteamericana, Juan Pablo II se refirió en su homilía en términos claros al escándalo de pederastia que ha golpeado a la Iglesia de Estados Unidos, reconociendo implícitamente el 'momento de dificultad' que atraviesa la Iglesia. 'El daño hecho a los jóvenes por algunos sacerdotes y religiosos nos llena de dolor y de vergüenza', dijo el Pontífice.

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El Papa insistió en que los jóvenes no deben dejarse desanimar 'por los pecados y debilidades de algunos de sus miembros', añadió, sino pensar 'en la inmensa mayoría de sacerdotes y religiosos dedicados y generosos cuyo único deseo es servir y hacer el bien'.

Las tormentas que se sucedieron durante toda la noche previa, dedicada a la vigilia solemne, tuvieron un efecto en la audiencia de la misa final, visiblemente menos numerosa de la esperada. Aunque miles de canadienses no precisamente jóvenes se sumaron a la multitud, otro importante contingente de personas abandonó la explanada bajo la lluvia. Las cifras de asistencia manejadas van de las 300.000 personas al millón, calculado con notable optimismo por un comentarista de una cadena de televisión canadiense.

Karol Wojtyla reapareció ayer en la misa con un aspecto razonablemente saludable y, sobre todo, fue capaz de leer de nuevo, íntegramente, su homilía, el angelus y los habituales saludos en diversos idiomas. El Papa sigue utilizando la peana móvil para los desplazamientos una vez que abandona el helicóptero o el papamóvil, pero su movilidad ha mejorado considerablemente en relación con sus apariciones públicas durante el viaje a Bulgaria de mayo pasado. Es cierto también que en esta visita a Canadá, que concluye hoy, el Papa ha pasado la mayor parte del tiempo descansando en una residencia religiosa. 'Este viaje puede ser el modelo para futuros desplazamientos', reconoció el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls. Después de la visita a Polonia prevista para agosto, el próximo viaje podría ser a Filipinas, en enero de 2003, y el Pontífice no dejó de mencionar en su saludo a los jóvenes la fecha de la próxima JMJ, en la ciudad alemana de Colonia, en 2005.

Los chicos y chicas que habían pasado la noche a la intemperie, en la explanada del antiguo aeropuerto de Downsview en la periferia norte de Toronto, recibieron de nuevo, la mañana del domingo, al Pontífice con infatigable entusiasmo. Wojtyla los había acompañado durante tres largas horas de una interminable vigilia que resultó tediosa, pese a los esfuerzos coreográficos y musicales de la organización. El altar, dominado por una cruz gigantesca, estaba colocado varios metros sobre el nivel del suelo, para permitir al Papa una vista de conjunto de la impresionante multitud.

Consciente de la considerable multitud de jóvenes de habla española (dominada por el grupo de 7.500 españoles) y de que hoy llega a Guatemala, segunda etapa de este viaje apostólico, el Papa les reservó un párrafo de su discurso en español. 'Debéis humanizar el mundo en que vivimos', les pidió. Wojtyla se había expresado la víspera en parecidos términos, sobre la misión que espera a los jóvenes católicos en el mundo de hoy como 'constructores' de una nueva sociedad basada en la libertad y la paz. Juan Pablo II condenó en su discurso del sábado noche (pronunciado a las tres de la madrugada del domingo, hora peninsular española), esta vez nombrándolo claramente, el 'terrible atentado terrorista de Nueva York , icono de un mundo en el que parece prevalecer la dialéctica de la enemistad y el odio'. Pero si el nuevo milenio se inició con ese terrible suceso, tuvo también, dijo el Papa, un escenario positivo, 'el de la multitud de peregrinos venidos a Roma durante el Jubileo para atravesar la Puerta Santa que es Cristo'.

La contraposición entre estos dos acontecimientos permitió al Papa preguntarse 'sobre qué bases es necesario construir la nueva época histórica que emerge de las grandes transformaciones del siglo XX'. '¿Bastará apostar por la revolución tecnológica en marcha, que parece regulada únicamente por criterios de productividad y de eficiencia, sin ninguna referencia a la dimensión religiosa del hombre y sin un criterio ético universalmente compartido?'. La respuesta de Karol Wojtyla es, naturalmente, no.

Juan Pablo II saluda desde el <b><i>papamóvil</b></i> a su llegada a la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto.
Juan Pablo II saluda desde el papamóvil a su llegada a la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto.REUTERS

Detenciones en Montreal

Dos sacerdotes católicos de Nueva Jersey (EE UU), uno de ellos antiguo director de una escuela de chicos, han sido detenidos en Montreal, la capital francófona de Canadá, acusados de estar implicados en un negocio de prostitución homosexual que ofrecía servicios con menores. La noticia, facilitada el sábado por Le Journal de Montreal, fue recogida por las principales cadenas de televisión norteamericanas, coincidiendo con la vigilia de plegaria de la JMJ, presidida por el Papa en Toronto y transmitida en directo por diversas cadenas canadienses.

William Giblin, de 70 años, y Eugene Heyndricks, de 60, los dos sacerdotes en cuestión, pasaron el 19 de julio a disposición de la justicia que les concedió la libertad provisional, previo pago de 1.000 dólares canadienses (unos 650 euros). Giblin, que se retiró el año pasado, está acusado de haber acordado el encuentro sexual ilegal entre dos personas, un delito castigado con una pena de hasta 10 años de cárcel en este país.

Los dos curas fueron arrestados, al parecer, en una redada llevada a cabo a principios de la pasada semana de la que la policía informó puntualmente, pero sin especificar que dos de los inculpados eran sacerdotes.

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