El Papa pide que no falte 'el cemento' religioso en Europa

El palacio de Montecitorio, sede de la Cámara baja del Parlamento italiano, recibió ayer a Juan Pablo II, el primer Papa que cruza el umbral de este edificio romano en los últimos 140 años de historia. Karol Wojtyla, de 82 años, utilizó su visita para reclamar la colaboración de Italia a fin de que 'en los nuevos fundamentos' de Europa no falte el 'cemento de la extraordinaria herencia religiosa, cultural y civil' que ha hecho grande al continente.

Lo más espectacular de una visita que borra simbólicamente cualquier tirantez entre el Estado italiano y el Vaticano, tras la anexión de los Estados Pontificios por el primero, en 1870, no fue el protocolo ni las desproporcionadas medidas de seguridad, sino la buena forma física de la que hizo gala el Papa. Juan Pablo II entró caminando en el aula y leyó con perfecta dicción un discurso de más de 40 minutos, interrumpido 22 veces por los aplausos de senadores y diputados.

El Papa se refirió a la 'crisis de nacimientos' en Italia, habló del desempleo juvenil, reclamó más atención a la familia y paridad para la escuela privada y 'una reducción de las penas' para los más de 50.000 presos del país. Pero su discurso estuvo lleno de menciones a la construcción de la Unión Europea. Insistió en la necesidad de estar atentos para lograr que se construya una Europa 'basada no tanto en los valores consumistas, sino abierta a los valores de inspiración cristiana que han marcado sus raíces'. Juan Pablo II invitó a los parlamentarios italianos a 'estar en guardia ante una visión del continente que considere solamente los aspectos económicos y políticos o que induzca de forma acrítica a modelos de vida inspirados en un consumismo indiferente a los valores del espíritu'.