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La Casa Blanca pide al Ejército iraquí que desobedezca a Sadam

Decenas de miles de personas se manifiestan en EE UU contra la guerra

Enric González

La Casa Blanca instó ayer a los altos mandos del Ejército iraquí a que desobedecieran las órdenes de Sadam Husein, especialmente si estaban relacionadas con el uso de armas de destrucción masiva. El portavoz presidencial, Ari Fleischer, sugirió que la cúpula militar de Irak podría ser juzgada por crímenes de guerra, a tenor de su comportamiento en caso de enfrentamiento bélico con Estados Unidos.

Fleischer añadió que el presidente estadounidense, George W. Bush, pensaba blandir esa misma amenaza en un discurso sobre la necesidad de acabar con la 'amenaza' de Sadam Husein.

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Bush tenía previsto hablar en Cincinnati (Ohio) a las ocho de la tarde (tres de la madrugada en la península Ibérica) para convencer a sus conciudadanos de que Irak entrañaba un peligro de la máxima urgencia, y no se podía perder tiempo.

El discurso de Cincinnati fue presentado la semana pasada como un acto trascendental, pero las expectativas se desinflaron a medida que la Casa Blanca dio a conocer algunos detalles del guión presidencial. 'No se presentarán nuevas pruebas sobre los arsenales iraquíes ni habrá argumentos especialmente novedosos', indicó un portavoz. Una a una, las grandes cadenas de televisión anunciaron que no retransmitirían en directo el discurso.

El objetivo del presidente Bush era galvanizar a la opinión pública, que apoyaba mayoritariamente el uso de la fuerza contra Irak pero, según los últimos sondeos, mantenía serias reservas. Una encuesta del diario The New York Times y CBS indicaba ayer que dos de cada tres estadounidenses eran partidarios de acabar con los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva en poder de Sadam Husein, y que la gran mayoría basaba su opinión en que era necesario evitar que se repitiera algo parecido a los ataques del 11 de septiembre.

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Pero el mismo sondeo mostraba que el apoyo a la guerra se reducía al 49% cuando se consideraba la hipótesis de que murieran muchos soldados estadounidenses o civiles iraquíes, y que el 63% prefería que los inspectores de la ONU tuvieran tiempo de efectuar su trabajo. Bastantes expresaban su sospecha de que la coincidencia de las preparaciones de guerra con las elecciones del 5 de noviembre no era casual.

Las manifestaciones antibelicistas fueron numerosas el pasado fin de semana. Entre 10.000 y 20.000 personas se congregaron el domingo en el Central Park neoyorquino para oponerse a la guerra contra Irak. Los actores Susan Sarandon y Martin Sheen figuraron entre los oradores. También hubo actos multitudinarios en Los Ángeles y San Francisco (California) y Portland (Oregón). Los medios de comunicación ultraconservadores, especialmente fuertes en el sector radiofónico, se apresuraron a calificar de 'antiamericanos' a los pacifistas.

A Bush no le conviene que se extiendan las protestas contra la guerra. Al contrario, necesita mantener la apariencia de un país unánime para que sea efectiva su presión sobre los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

La unidad en torno al presidente se reforzará el miércoles o el jueves, cuando la Cámara de Representantes, con mayoría republicana, tiene previsto votar y aprobar una resolución que respalda el uso de la fuerza en Irak 'como última opción'.

La resolución del Senado tardará más y será más trabajosa, porque en la Cámara alta, con mayoría demócrata, se mantiene un frente de oposición a la belicosidad presidencial. El senador Edward Kennedy afirmó ayer que un ataque preventivo contra Irak sería 'Pearl Harbor al revés', refiriéndose a la agresión japonesa que dio inicio a la intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. 'Tener poder no es tener razón', añadió el senador Kennedy.

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