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Andalucía exportó la mayoría de sus vinos a granel hasta la entrada de España en la UE

Jerez ya vende casi todo embotellado pero Málaga, sólo un tercio de su comercio exterior

La usurpación por parte de productores estadounidenses del nombre de diversos vinos europeos coincide con la tradición de exportar a granel. La mayoría de la producción que Andalucía vendía en el extranjero cuando España entró en la Unión Europea (UE) en 1986, no estaba embotellada. Esta costumbre ha sido casi erradicada por los productores de Jerez, pero una tercera parte de los vinos de Málaga sigue saliendo al exterior sin embotellar. Estas dos denominaciones de origen andaluzas están en la lista de semigenéricos europeos cuya marca no se respeta en Estados Unidos.

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Una doble negociación

Vender a granel significa no sólo pérdida de valor añadido; también puede suponer deterioro del prestigio, e incluso de la calidad. (Todavía esta campaña, los productores andaluces de aceite de oliva exportarán unas 350.000 toneladas a granel y poco más de 70.000 en botellas con marcas). La potente industria jerezana del vino, tras la reestructuración que sufrió en los años 80, consiguió a partir de la entrada de España en la UE aumentar su exportación de vino embotellado.

Sin embargo, el mercado extranjero de Jerez se ha reducido a la mitad desde 1979, año que marcó el máximo histórico con unos 150 millones de litros vendidos fuera de nuestras fronteras -dos tercios a granel-. Al mismo tiempo, la superficie cultivable de 17.000 hectáreas ha pasado a las actuales 10.700 y el empleo en la industria se ha quedado en la quinta parte.

Jerez afrontó hasta principios de 1996 la competencia desleal de una imitación conocida como british sherry, que no era siquiera un vino, sino una bebida alcohólica de origen vegetal, con ingredientes que simulaban el sabor del caldo jerezano. En 1992, España forzó al Reino Unido a poner fin a la usurpación de la denominación sherry, para desbloquear la aprobación de unas medidas fiscales comunitarias.

Esta operación fue muy importante para Jerez, porque el british era de ínfima calidad, mucho más barato y pagaba menos impuestos. El Reino Unido es además el principal mercado mundial de Jerez, por delante de España. El año pasado supuso un 29% de las ventas de la industria jerezana, con 20,5 millones de botellas de 0,75 litros. Holanda (27%) también está por encima de España (20%) en la clasificación de ventas. El cliente norteamericano del Jerez es insignificante en comparación con el británico: Sólo 3,4 millones de botellas el año pasado, pero se le considera el mejor mercado potencial del mundo.

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Los vinos de Málaga, con una producción anual cercana a los dos millones de litros, 'sólo exportan un tercio de su producción y sólo una tercera parte esas ventas está embotellada, pero aspiramos a que en cinco años todo el vino de Málaga se venda embotellado', afirma el presidente de este Consejo Regulador, José María Rodríguez. La exportación de 100.000 litros al año a Estados Unidos es pequeña. Pero empiezan a salirle imitadores.

El problema que diversos vinos europeos tienen en el mercado americano, con copias autóctonas permitidas por la ley, es una vieja práctica que se remonta en algunos casos al siglo XIX y se está negociando desde hace 10 años. El Jerez y el Málaga, junto a otras denominaciones como chianti, oporto, champagne, o madeira son considerados semigenéricos, lo que les coloca fuera de la protección del Bureau of alcohol, tobacco and fire arms (BATF), organismo competente en Estados Unidos en materia de denominaciones de origen. El fenómeno del british se repite con el american sherry, aunque en este caso sí está hecho con alcohol vínico. 'Un jerez falso ronda los 4 dólares por botella, mientras uno genuino oscila entre los 8 y los 14', según el Consejo Regulador de Jerez.

El problema de las imitaciones no sólo existe en Estados Unidos. Hay falsos jerez en Canadá, Australia, Sudáfrica o Nueva Zelanda. Se venden 30 millones de botellas de jerez falso en el mundo todos los años, por 70 millones de auténticas. España pretende que en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se llegue a un acuerdo para crear un registro de indicaciones geográficas. Entretanto, la mejor protección es el reforzamiento de la industria en origen: la venta de vinos embotellados y la defensa de la calidad.

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