Los guerrilleros chechenos matan a 85 soldados rusos al derribar un helicóptero
El aparato cayó en un campo de minas y los militares fueron atacados por los rebeldes
Un helicóptero militar de transporte con 132 personas a bordo se estrelló ayer en Chechenia, cerca de la base de Jankalá. En el accidente perecieron al menos 85 soldados de los 127 que iban en el aparato, y entre los que salvaron sus vidas se encuentran los cinco tripulantes. Aunque las causas de la tragedia no han sido determinadas aún, todo apunta a que fue derribado por los guerrilleros independentistas. Asimismo, hay testigos que aseguran que los separatistas continuaron disparando contra el helicóptero en llamas cuando éste se precipitaba a tierra.
Minutos antes de que el helicóptero llegara a su destino, el piloto Oleg Batánov informó a la torre de control de Jankalá que uno de los motores ardía y que trataría de hacer un aterrizaje forzoso. El Mi-26 -considerado el más potente helicóptero de transporte del mundo, con capacidad de carga de 20 toneladas- se desplomó envuelto en llamas a unos cinco kilómetros de Jankalá, que se encuentra en las afueras de Grozni, la capital chechena.
Normalmente, el Mi-26 puede llevar a 80 soldados con sus armas, pero esta vez en él iban 127 militares que (enviados desde Mozdok en Osetia del Norte, la principal base militar rusa en el Cáucaso) debían servir en la rebelde Chechenia. Fuentes militares sostienen que hay testigos que vieron cómo los rebeldes chechenos disparaban contra el helicóptero cuando éste se encontraba a unos 200 metros de altura, pero no pudieron precisar si el aparato fue derribado por un misil portátil tierra-aire o por una ametralladora pesada.
La guerrilla separatista, que de inmediato se atribuyó el derribo del helicóptero, ha intensificado sus ataques en los últimos días. El fin de semana atacó varios pueblos del centro y sur de la pequeña república norcaucásica. En el curso de los combates murieron 35 soldados federales, según los independentistas, mientras que los rusos afirman que fueron ellos los que mataron a 32 guerrilleros. Las cifras que dan las partes no pueden ser comprobadas, ya que no hay cobertura independiente de la guerra en Chechenia, pero tanto militares como guerrilleros exageran el número de enemigos eliminados y minimizan las bajas propias.
Los separatistas afirman que el derribo del helicóptero fue consecuencia de una operación especial realizada por un grupo móvil que tenía como misión espiar las rutas de los aparatos.
Mientras tanto, contrariamente a lo que afirman los militares y los guerrilleros, el primer ministro de Chechenia, Stanislav Iliásov, señaló que las causas de la tragedia aún no han sido determinadas y que se pudo deber a un fallo técnico. El presidente ruso, Vladímir Putin, fue informado de inmediato del incidente y ordenó 'investigar exhaustivamente' lo ocurrido. El comandante de las fuerzas federales, general Serguéi Makárov, se desplazó al lugar donde se encuentran los restos del helicóptero para dirigir el grupo de investigadores.
Serguéi Fridinski, vicefiscal general de la Federación Rusa para el Cáucaso del Norte, aseguró, por su parte, que el helicóptero realizó su aterrizaje forzoso en un campo de minas, y eso fue lo que provocó ya en tierra una explosión y envolvió al aparato en llamas. Precisamente esta circunstancia es la que dificultó la evacuación de los heridos y los muertos del Mi-26, que se desplomó a las 16.50 (las 14.50 en España). Paradójicamente, esos campos minados debían servir a los militares rusos de protección contra las posibles incursiones de los guerrilleros.
El derribo del helicóptero, en cuya lista de vuelo figuraban 132 personas, es el mayor revés que han sufrido los militares rusos en los tres años que dura esta segunda guerra contra Chechenia. A última hora de ayer surgieron dudas con respecto a la cifra exacta de ocupantes del Mi-26. Según algunos militares, el número de personas a bordo podría ser menor, debido a cambios de última hora.
La última vez que la guerrilla chechena derribó un helicóptero fue el pasado 27 de enero. En esa ocasión murieron 14 altos mandos militares rusos, entre ellos un viceministro del Interior.
Una 'posguerra' interminable
La guerra de Chechenia, que teóricamente terminó hace ya más de dos años, después de que los militares rusos se hicieran con el control de todas las localidades de la república, continúa en forma de ataques de la guerrilla y atentados con minas y toda clase de explosivos. Incluso en Grozni, la capital chechena, los enfrentamientos entre federales y separatistas son cosa común, y las muertes de soldados, guerrilleros y, sobre todo, civiles, son moneda corriente. Por ello son muchos los que abogan por comenzar negociaciones con el líder independentista, Aslán Masjádov. Pero la mayoría de los observadores ve el principal obstáculo a toda conversación de paz no sólo en los militares, sino en el mismo presidente ruso, Vladímir Putin. La fama de halcón se la ganó Putin al principio de la segunda guerra con una frase que le hizo famoso: 'A los bandidos chechenos hay que hacerlos fiambre en el retrete'. Para los rusos, los independentistas son 'bandidos', y, especialmente después del 11-S, 'terroristas'. Sin embargo, últimamente han aparecido diversos testimonios según los cuales Putin está lejos de ser un halcón, pero los militares y su entorno de consejeros lo empujan a continuar la guerra. Así, Nóvaya Gazeta publicaba ayer el testimonio de Antuán Arakelián, conocido defensor de derechos humanos, quien recordaba que Putin, en sus tiempos de vicealcalde de San Petersburgo, participó junto con su jefe Anatoli Sobchak en negociaciones con los independentistas. Arakelián sostiene que Putin era contrario a la guerra y creía que se podía encontrar una solución política al conflicto. En el mismo sentido se ha pronunciado Iván Ribkin, ex secretario del Consejo de Seguridad de Rusia. Ribkin escribió hace mes y medio una carta abierta a Putin instándole a negociar con el líder checheno y a cesar la guerra. Y la semana pasada reanudó sus esfuerzos por encontrar una solución al conflicto al reunirse en Suiza con Ajmed Zakáyev, representante de Masjádov. Ambos políticos discutieron la posibilidad de actualizar el documento que contemplaba una amplia soberanía de Chechenia al tiempo que se conservaba la unidad de todo el país, incluyendo un espacio defensivo, económico y social común para Rusia y Chechenia. Una solución más interesante la propuso ayer Jozh-Ajmed Nujáyev, ex jefe de contraespionaje y ex viceprimer ministro de Chechenia. Nujáyev, que encabeza el movimiento Nojchi-Latta-Islam, en el que están representados todos los clanes chechenos, opina que hay que dividir la república: el norte civilizado se integraría completamente en la Federación Rusa mientras que el montañoso sur viviría de acuerdo a las formas nacionales tradicionales.
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