La prostitución en España mueve 12.000 millones al año
El negocio del sexo se mueve entre las mafias y la regularización
Después del tráfico de armas y del de estupefacientes, el negocio de la prostitución es el que más dinero mueve. La policía calcula que las redes que lo dominan manejan en torno a los 12.000 millones de euros anuales (dos billones de pesetas) en toda España. Y en los primeros siete meses del año ha desarticulado 112 de estas redes y se ha detenido a 461 responsables. Pero es difícil determinar a cuántas personas controlan. 'Es prácticamente imposible saberlo, porque la mayoría de las prostitutas está en situación ilegal y las hay en saunas, en polígonos industriales, en locales de alterne, en la vía pública y hasta en parques', dice Alfonso Pérez, de la Comisaría General de Extranjería y Documentación.
Las inmigrantes ya son mayoría: un 66% de quienes ejercen la prostitución
La Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA) maneja la cifra de 300.000 prostitutas. 'Pero si le digo que hay 800.000, tampoco encontraría argumentos para rebatirme', continúa Pérez.
En cualquier caso hay muchas, demasiadas personas que trabajan en un mercado del que poco se sabe, que crece a pasos agigantados y que comunidades como Cataluña, Valencia o Andalucía están tratando de acotar, con medidas como la regularización de los prostíbulos, la prohibición de ejercer en la calle o programas sociosanitarios. Pero situaciones como las de la Casa de Campo, en Madrid, serán muy difíciles de encorsetar en una ley. En unos tres kilómetros de este parque se venden cada día miles de mujeres y transexuales. El mercado es tan boyante que cada madrugada los vehículos de clientes, la mayoría solos, emulan los atascos que vive Madrid de día.
'Si hay tantas mujeres es porque hay clientes', aseguraba en la noche del miércoles un miembro de Médicos del Mundo. Esta organización, que tiene un programa de reducción de daños asociados a la práctica de la prostitución -también en Sevilla, Baleares, Canarias, Galicia y Valencia-, manejaba un archivo con 5.600 mujeres que trabajan en ese parque y que alguna vez les han pedido preservativos o una revisión médica.
No están al mismo tiempo, pero siempre hay: a primera hora de la mañana, al mediodía y por la tarde. Y, sobre todo, entre las 21.30 y las seis de la mañana. Se muestran al borde de la carretera, entre los árboles, y completan sus servicios en los coches de los clientes o entre los matorrales.
Como Osadolov Isoken, una nigeriana de 21 años que asegura haber ejercido la medicina en su país, pero que desde hace año y medio vive de entregarse a 'seis o siete hombres', la media que asegura tener cada día: 'Quiero quedarme unos cuatro años, pero cuando tenga mis papeles, voy a buscar otro trabajo'.
'Eso es lo que dicen todas las mujeres prostituidas, que es temporal', asegura Mari Patxi Ayerra, que lleva años trabajando con ellas a través de Cáritas. 'Conozco a una de 76 años que también lo repite. Pero es difícil que salgan, porque son mujeres que psicológicamente no están bien, porque han sido agredidas en lo corporal, pero que mentalmente tienen una confusión interior muy fuerte, de baja autoestima y carencia de afectos, y que no suelen estar formadas socialmente. Es una mujer que padece a una sociedad que la usa, pero que la niega'.
El retrato de la mujer que ejerce la prostitución lo completa el Informe de Exclusión de 2001 que elaboró Médicos del Mundo a partir del contacto con las mujeres que acuden a sus programas. Y de él se deduce un drástico cambio en los últimos años. 'Ha disminuido su presencia la prostituta típica, mujer, madura, española', señala. Era la profesional tradicional, con experiencia y que procuraba ofrecer un buen servicio para fidelizar al cliente.
Primero le ganó la partida la toxicómana, que buscaba pagarse la dependencia. Pero ésta también se ha encontrado que ya no es competitiva. 'En los últimos años su presencia ha decrecido', dice el informe, 'por el aumento de los programas con sustitutivos opiáceos y por el fenómeno de la inmigración, con la llegada de muchas mujeres, principalmente del África subsahariana, jóvenes, de aspecto saludable y que hicieron caer los precios'.
Las inmigrantes ya son mayoría: un 66% de quienes ejercen la calle. Proceden sobre todo de África, de Latinoamércia y de los países del Este, donde padecen situaciones de extrema pobreza. 'Cuando llegan, lo que más dinero les ofrece es la prostitución y ellas lo que quieren es mejorar su situación. De hecho, aportan una cantidad de ingresos a sus países que es fundamental', asegura Isidro Burgos, de Médicos del Mundo.
'En mi país, la policía, sólo por ser como somos, nos coge y nos lleva presas', cuenta Joyce, una transexual ecuatoriana de 28 años. 'Pero, además, está la situación económica. Y por ser como soy no me dan trabajo. Aquí hay muchas maneras de buscarse la vida, pero la gente también nos discrimina'.
A ello se añaden la falta de papeles y los problemas de vivienda. Pero, sobre todo, padecen el grillete de las redes de tráfico. 'Las captan en sus países de origen entre las más necesitadas y les prometen un trabajo digno según el nivel cultural. Son chicas de entre 19 y 30 años, agraciadas físicamente', explica Alfonso Pérez. 'Luego les facilitan una bolsa de viaje, con la documentación y el dinero que se les pueda exigir en el puesto fronterizo para probar su condición de turistas'. La mayoría no llega directamente a España, sino que lo hacen a través de Holanda, Francia o incluso Italia, viajando por carreteras secundarias, o, en el caso de las africanas, a través de Marruecos, en patera.
Una vez en España, las llevan hasta su destino, que puede ser un club de alterne o un piso de acogida. Allí les quitan la documentación, el billete de regreso y el dinero y les explican sus condiciones laborales. Para someterlas, reciben malos tratos físicos y psíquicos y, en el caso de las nigerianas, el rito vudú, que las aterroriza.
La policía ha llegado a encontrar documentos, firmados por ambas partes, en los que las mujeres reconocían una deuda con la organización, que a cambio disponía de su vida. 'Quedan sometidas durante años, porque la deuda inicial se agranda, ya que van añadiendo el pago de la casa, de la comida y el vestido', añade Pérez.
Las que trabajan en locales de alterne pertenecen normalmente a una cadena. 'Ocupan una plaza en periodos de tres semanas o 15 días y van de un local a otro', explica Pérez. Se trata de impedir que se habitúen a la presencia de determinados clientes y de variar la oferta del local. Y, si no, los locales se las 'venden' entre ellos. 'Como si fueran animales'.
La situación de las que ejercen en la calle les permite elegir clientes y días de descanso. Pero su situación no es mejor. Tienen la libertad del taxi libre.
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