El Papa va a Canadá con un plan riguroso de vigilancia de su salud
Juan Pablo II bajó por su propio pie la escalerilla del avión que lo llevó a Toronto
El Papa sorprendió ayer a los fieles católicos y a las autoridades canadienses en el aeropuerto de Toronto al bajar por su propio pie las escalerillas del avión que lo trajo desde Roma. Fue sorprendente ver al anciano Pontífice descender penosamente los peldaños, aferrado a la barandilla y al brazo de uno de sus secretarios personales. Toda una demostración de la tenacidad del Papa, que a los 82 años no se resigna a ser dominado por la enfermedad.
La convocatoria de Toronto, donde se concentran ya unos 300.000 jóvenes de todo el mundo, no ha tenido el eco esperado por la deserción masiva de los católicos de EE UU debido, según los representantes de la Conferencia Episcopal canadiense, al temor a nuevos atentados terroristas. Lo cierto es que la Iglesia de Estados Unidos atraviesa una crisis profunda a raíz de los escándalos de pederastia.
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