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61ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

El perseguido escritor indonesio Ananta Toer defiende la dignidad frente al poder

La editorial Destino prepara nuevas traducciones al castellano del autor de 'Cuarteto de Buru'

Encarcelado, prohibido y silenciado por los regímenes que se han sucedido en Indonesia desde mediados del siglo XX -los poderes coloniales japonés y holandés, primero; Sukarno y Suharto, después-, el escritor Pramoedya Ananta Toer (Java, 1925) está disfrutando en los últimos años de un auténtico renacer internacional mientras contempla su obra publicada y distribuida con normalidad en su propio país. Lástima que, aquejado por una diabetes y por las inevitables secuelas que le ha dejado el haber pasado buena parte de su vida entre rejas, ha dejado ya de escribir: 'Ahora me falla la concentración y me falta la memoria. Incluso he dejado de responder a las cartas que me llegan', dijo ayer en la Casa Asia de Barcelona, donde llegó el domingo procedente de Portugal. Acompañado por su hija y asistente, el autor de Cuarteto de Buru y candidato en diversas ocasiones al Premio Nobel de Literatura habló de la situación en su país y de La joven de la costa, una novela escrita en 1962 que acaba de ser traducida al castellano (Destino) y al catalán (RBA-La Magrana).

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Hijo de un maestro y de una mujer de ascendencia noble, Pramoedya homenajea a las mujeres y hombres de su familia en esta novela, considerada una de las más asequibles de toda su obra. Más concretamente, está dedicada e inspirada en la vida de su abuela, 'una mujer muy orgullosa y solitaria que aunque era muy pobre no quiso nunca pedir limosna', recordó.

Homenaje a la mujer

El destino de esa mujer de pueblo, la joven de la costa del título, es el de todas aquellas personas sometidas a un tipo u otro de poder autoritario y que consiguen resistir a él, sobrevivir con dignidad. En su caso, al poder del noble que la escoge para ser su concubina cuando solamente cuenta con 14 años y que la repudia cuando consigue darle un hijo que, obviamente, se quedará a vivir con él. Pero las resonancias de esta obra van mucho más allá: se puede leer como una fábula sobre la lucha de clases; una crítica a la religiosidad concebida como arma para la jerarquización de la sociedad; y un gran homenaje a la resistencia e intuición de la mujer del campo.

'En la época de mi abuela, en el entorno rural del centro de Java la mujer era igual al marido. Los dos trabajaban en los campos de arroz y los dos eran igualmente necesarios. En la clase media, la mujer era considerada como inferior porque no producía nada; sólo daba hijos. La situación de la mujer en la clase alta era mucho peor: no tenía ningún valor', explicó, encadenando con parsimonia un kretek tras otro -unos cigarrillos de tabaco negro, clavo y canela-.

Ahora, las cosas han cambiado, reconoció Pramoedya: 'Nuestra presidenta [Megawati Sukarnoputri] es una mujer, a pesar de la resistencia de algunos musulmanes'. Sin embargo, el escritor no puede evitar lanzar un comentario crítico con la gobernante: 'Ella no ha tenido nunca la necesidad de ser una luchadora. Nació en un palacio y se lo dieron siempre todo hecho'.

'Para la gente del pueblo', continuó, 'las condiciones son más difíciles que entonces. Indonesia sufre las consecuencias de las crisis económicas a escala mundial y hay un alto índice de paro. Ahora, el país es un gran exportador de mano de obra barata, tanto de hombres como de mujeres. También de mano de obra ilegal'. Además, con la hija de Sukarno en el poder, insistió, 'es imposible' que ahora se juzgue a Suharto, el general que dirigió el país con mano de hierro, y de forma sangrienta, durante más de 30 años. 'Es imposible juzgarle', repitió tres veces.

La memoria y el dolor

Fue Suharto quien mandó al escritor a un penal en la isla de Buru durante tres lustros. En los cuatro primeros años, además, le prohibieron escribir y leer. Allí concibió Cuarteto de Buru, la tetralogía considerada su obra cumbre y que será traducida de nuevo en España por Destino, añadiéndose a una edición anterior de Txalaparta. Las vicisitudes de la novela vienen repetidas en todas sus biografías: de tanto inventar y repetir las mismas historias, una vez y otra, a sus compañeros de presidio, Pramoedya acabó memorizándolas. Cuando le permitieron volver a escribir las volcó hasta dar forma a esos cuatro tomos. Quizá por este motivo, aseguran quienes le conocen, le es especialmente doloroso ser consciente ahora de su débil memoria.

No fue hasta la caída de Suharto, en 1998, que Pramoedya pudo viajar de nuevo al extranjero. Ni siquiera le permitieron recoger el Premio Ramón Magsaysay, el más importante de las letras asiáticas, que le fue concedido en 1995. 'El hecho de que el mundo haya descubierto mi obra me llena de contento y confío que ésta sea de utilidad para el planeta', afirmó. 'Estoy muy agradecido a mis lectores y lectoras'. A pesar de ello, recordó que algunos de sus libros ya habían sido traducidos en los años cincuenta. En un viaje a los Países Bajos durante esos años, Pramoedya descubrió el baile y la música flamencos. Desde entonces, aseguró, tenía ganas de viajar a España. Tanto Destino como RBA-La Magrana tienen previsto continuar aquí con la publicación de su obra.

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