Mario Vargas Llosa se divierte en la feria
El escritor entregará a finales de mes el original de su nueva novela, 'El paraíso en la otra esquina'
El escritor peruano español Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) se lo pasa bomba en la Feria del Libro de Madrid. Se enrolla con los lectores, les hace dedicatorias personalizadas, aunque no dibujos, 'en eso me gana Manolo Rivas', habla con ellos de política y de libros, se deja fotografiar pacientemente.
El fútbol y el Mundial es tema de conversación obligatorio. Vargas Llosa explicó, muerto de la risa, la peripecia que ha vivido para poder ver los partidos. Le instalaron Vía Digital en su casa de Madrid, pero no funcionaba o funcionaba a ratos; se cansó de llamar por teléfono, luego intervino Patricia, su mujer, y consiguieron que fuera un técnico a su casa. La cosa resultó ser sencilla: todo dependía de si una puerta estaba abierta o cerrada. '¡Pero eso es brujería!', exclamó el escritor. '¡Eso no puede pasar aquí!'. Pero pasa. Ahora puede ver los partidos, pero, eso sí, siempre pendiente de la puerta.
Oírle contar anécdotas es un placer, como cuando explicó que un hombre le pidió que le dedicara un ejemplar de Ojos de perro azul. 'Pero si este libro es de Gabriel García Márquez', le dijo. 'Pues es una lástima', le respondió decepcionado el lector.
¿Qué le piden más los lectores, La fiesta del Chivo o su más reciente La verdad de las mentiras? 'Para mi sorpresa, al cincuenta por ciento. Yo pensé que les seguiría interesando más La fiesta del Chivo, porque es una novela y el otro son artículos de literatura'.
Los buscadores de dedicatorias que se han acercado a las casetas en que firmaba ejemplares eran en un 80% mujeres. 'Es que cada vez leen más las mujeres', dice el escritor. De eso habla también en el epílogo de La verdad de las mentiras (Alfaguara), 'La literatura y la vida', un elogio apasionado de la necesidad absoluta de la lectura. Cuenta Vargas que le ha ocurrido muchas veces en las ferias que se le acerque un señor con un libro suyo en las manos y le pida una firma, para su mujer, su hija, su hermana o su madre. 'Yo le pregunto de inmediato: 'Y a usted, ¿no le gusta leer?'. La respuesta rara vez falla: 'Bueno, sí, claro que me gusta, pero yo soy una persona muy ocupada, sabe usted'.
La misma especie
En el libro, Vargas Llosa formula algunas razones contra la idea de la literatura como un pasatiempo de lujo y a favor de considerarla uno de los más enriquecedores quehaceres del espíritu, 'una actividad irreemplazable para la formación del ciudadano en una sociedad moderna y democrática, de individuos libres'. 'Los lectores de Cervantes o de Shakespeare, de Dante o de Tolstói, nos entendemos y nos sentimos miembros de la misma especie porque, en las obras que ellos crearon, aprendimos aquello que compartimos como seres humanos, lo que permanece en todos nosotros por debajo del amplio abanico de diferencias que nos separan'.
La lectura de La verdad de las mentiras provoca el impulso de salir corriendo en busca de los libros de que habla Vargas Llosa.
La primera edición de La verdad de las mentiras apareció en 1990 y contenía 26 ensayos sobre libros como La muerte en Venecia, de Mann; Dublineses, de Joyce, o Manhattan Transfer, de John Dos Passos. En esta edición ha revisado todos los textos anteriores y ha añadido 10 artículos, sobre, por ejemplo, El cero y el infinito, de Kostler, 'una obra maestra de la literatura, la primera explicación racional de las grandes revoluciones. Su testimonio y juicio sobre los ideales comunistas es impresionante'. Ha incluido también El viejo y el mar, de Hemingway, y Sostiene Pereira, de Tabucchi, entre otros. Todos los ensayos se refieren a autores del siglo XX y el que abre y da título al libro, La verdad de las mentiras, es una lúcida y vigente reflexión sobre la ficción y la no ficción en la literatura.
Dicen que de todos sus libros, éste es el que más gusta al escritor. Se ríe. Ahora está entusiasmado con El paraíso en la otra esquina, en el que a través de la biografía novelada de Flora Tristan y de su nieto Paul Gauguin recorre las grandes utopías del siglo XIX. 'Ya está acabado, aunque hoy aún le puse un adjetivo. Lo entregaré a mi agente a finales de mes'.
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