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Reportaje:

Una caña para fortalecer las defensas

Un estudio del CSIC revela que el consumo moderado de cerveza mejora la respuesta inmunitaria del organismo

Las bondades del consumo moderado de cerveza, posiblemente el refresco más antiguo de la humanidad, parece que no tienen límites. Un estudio independiente desarrollado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) revela que la ingesta en proporciones reducidas de esta bebida mejora el sistema inmunológico de las personas.

El bebedor mesurado tiene un 60% menos de riesgo de sufrir ataques cardíacos que los grandes bebedores y abstemios. El citado trabajo atestigua que beber cerveza con alcohol de forma responsable favorece la reacción del organismo frente a los agentes externos que puedan dañarlo.

Esta es la conclusión de la investigación Evaluación del consumo moderado de cerveza: estudio nutricional e inmunológico en humanos y animales de experimentación, desarrollada por el CSIC, que se dio a conocer ayer en Alicante. Marcela González Gross, miembro del equipo que ha participado en la investigación, recalca que por vez primera se ha constatado el efecto positivo de la cerveza sobre la inmunocompetencia humana.

Los ingredientes de la cerveza labrados en un vestigio expuesto en el Museo del Cairo son prueba inequívoca de que la historia de este refresco es tan antigua como la civilización misma. Su nacimiento se sitúa en Sumeria, unos 6.000 años antes de Cristo. Los egipcios la elevaron a la categoría de bebida nacional, aunque los monjes medievales fueron los responsables de su difusión en Europa. Con el paso del tiempo su elaboración se ha perfeccionado: Luis Pasteur dio nombre al proceso de pasteurización mediante el cual la cerveza logra su estabilidad física.

Desde el principio de su fabricación se han reconocido sus efectos beneficiosos, si bien los estudios más recientes ponen en cuarentena algunos de las estamentos preestablecidos sobre el licor y revelan unas propiedades insólitas que podrían tentar hasta a los más convencidos abstemios. Las últimas conclusiones del trabajo desarrollado por el CSIC, a instancias del centro de información Cerveza y Salud -una entidad científica independiente concebida para fomentar el estudio y la investigación de la cerveza para transmitirlo a la sociedad en general-, son sorprendentes. El estudio deja medianamente claro que la cerveza no es, ni de lejos, responsable de la llamada barriga cervecera. Los resultados confirman que su consumo moderado 'no engorda' e, incluso, puede ser recomendable en una diete equilibrada, asegura Marcela González,

La experimentación se llevó a cabo durante un mes sobre 57 voluntarios sanos, de entre 25 y 50 años. Marcela González explicó que las personas objeto de estudio fueron sometidas a un mes de abstinencia de alcohol mientras continuaban con su ciclo vital habitual. Tras ese período, los voluntarios hombres tomaban una media diaria de 500 mililitros, frente a los 250 mililitros que consumían las mujeres. El resultado fue inmediato: los individuos que bebieron durante ese mes obtuvieron una mejora en los parámetros defensivos de su organismo.

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Según la experta, el resultado constata, por tanto, que el 5% del alcohol que contiene la cerveza así como el alto número de vitaminas, minerales, polifenoles y fibra soluble 'repercuten de manera positiva en la salud del bebedor moderado frente al abstemio o gran bebedor'. El alcohol contenido en las cervezas, que en muchos casos es menor que en otras bebidas como el vino, favorece el colesterol bueno, o lo que es lo mismo la sustancia que reduce los riesgos de enfermedades y accidentes cardiovasculares.

Otra de las ventajas de su consumo responsable puede estar relacionado con el retraso de la menopausia, dado que los ingredientes poseen una estructura próxima a los estrógenos naturales. Tras dar a conocer los resultados, la investigadora insistió en que no se trata de inducir a la bebida, sino revelar sus virtudes.

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