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El petróleo une a Putin y Bush

Tras los cambios del 11-S, Moscú quiere incrementar el peso de sus recursos energéticos en su relación con Washington

Pilar Bonet

Impulsada por los cambios ocurridos tras el 11 de septiembre, Moscú ha emprendido una ofensiva para incrementar el papel de sus recursos energéticos, y especialmente el petróleo, en su relación con EE UU. La nueva estrategia diversifica la política que el presidente Vladímir Putin impulsó en octubre del 2000 cuando Rusia y la Unión Europea (UE) iniciaron un 'diálogo energético', que, hasta ahora, no ha dinamizado la tradicional relación de la UE como principal cliente de los suministros energéticos rusos.

En el marco político favorable creado por la lucha antiterrorista, el sector petrolero ruso, que ya antes tenía grandes esperanzas depositadas en EE UU como inversor, piensa ahora en este país también como consumidor y cliente. De momento, la mayor inversión petrolera individual en Rusia corresponde a la empresa norteamericana Exxon-Mobil, que en diez años tiene previsto invertir más de 12.000 millones de dólares en los yacimientos de la costa de Sajalín, en el Pacífico.

Rusia ha indicado que está más interesada en suministros estables que en el juego especulativo
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La posibilidad de contratos de suministro de energía a largo plazo será un telón de fondo común de las dos cumbres que Putin tiene por delante, primero con el presidente George W. Bush, esta semana, y con los representantes de la UE (Romano Prodi, José María Aznar y Loyola de Palacio) la semana próxima.

Rusia y EE UU desean incrementar el papel de la economía en su relación bilateral. Por ello, una de las declaraciones que Putin y Bush firmarán durante la cumbre estará dedicada a la cooperación energética. Según medios petroleros, este documento, por muy general que sea, puede abrir las puertas de nuevos mercados. Tras el 11 de septiembre, el sector petrolero ruso promueve con creciente intensidad la idea de vender crudo a EE UU y constituirse a la larga como alternativa a los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y especialmente a Arabia Saudí. En la actualidad, el crudo ruso está por debajo del 1% en el conjunto de importaciones petroleras de Estados Unidos. Sin embargo, la imaginación de los rusos se ha desbordado y las principales compañías del país han comenzado a elaborar esquemas de suministro a Estados Unidos por el Ártico.

En vísperas de la llegada de Bush, Rusia anunció que levantaría las restricciones a la exportación de petróleo, que desde enero recortaban sus ventas en 150.000 barriles diarios. Rusia, cuyo presupuesto se vería perjudicado si los precios del crudo descienden por debajo de los 18 dólares por barril, se desmarcó así de sus compromisos con la OPEP e hizo caer el precio del brent.

Rusia ha indicado a Occidente que está más interesada en suministros estables a largo plazo con una banda de precios garantizada que en el juego especulativo de la OPEP. Mijaíl Jodorkovski, el presidente de la compañía Yukos, ha sido el gran propagandista de estas ideas, que hasta ahora no han encontrado gran entusiasmo en la UE. Con un volumen de cerca de 30.000 millones de dólares, la energía (gas, crudo y refinados) constituye las tres cuartas partes de las exportaciones rusas a la Unión Europea.

Los eventuales acuerdos de suministro de crudo a EE UU podrían tener consecuencias para la UE, donde impera el mercado spot a la hora de comprar el crudo. 'Tal vez el acercamiento ruso-norteamericano dé impulso al diálogo energético entre Rusia y la UE', señalaba un diplomático. Por de pronto, la comisaria de Energía de la UE, Loyola de Palacio, tiene un apretado programa en Moscú, donde se entrevistará con el ministro de Energía, Ígor Yusupov, y con los dirigentes de los monopolios energéticos.

'Rusia ve a EE UU como un socio capaz de hacer importantes inversiones financieras en el sector energético de la economía rusa', manifestó recientemente Yusupov en Detroit. Yusupov advirtió a los europeos contra los 'intentos de revisar los contratos actuales de suministro de energía a largo plazo'. Justamente estos contratos, en lo que a suministros de gas se refiere, son uno de los contenciosos entre la Comisión Europea y Rusia. En el caso de cuatro países -Austria, Italia, Alemania y Francia-, los contratos impuestos por el monopolio de gas Gazprom, contienen cláusulas restrictivas de venta a terceros que la Comisiòn ha denunciado como contrarias al mercado único.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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