El Madrid de las vacas y las gallinas

Los mini pig son cerdos diminutos que se utilizan en experimentos biomédicos por el gran parecido que sus tejidos tienen con el de los órganos humanos. Son pequeños, tiernos y se crían en Madrid, en una finca que el Instituto Tecnológico de Desarrollo Agrario posee en Aranjuez. Cada año salen de allí 6.000 de estos animales con destino a hospitales y centros especializados.

Pero el pasado fin de semana media docena de cerditos partieron de su finca en Aranjuez a otro destino: un gran recinto en el que se convirtieron en protagonistas de la Feria de Desarrollo Rural y X Exposición Agro-ganadera de la Comunidad, que tuvo como sede a Colmenar Viejo.

Los mini pig, siempre pegados a los pechos de su madre, no fueron, sin embargo, la única atracción de la muestra. Por allí pasaron desde hermosas palomas de campeonato, conejos enanos y gallinas en actitud señorial, hasta alpacas de las más extrañas variedades cuya existencia en Madrid desconocía el propio consejero de Economía, Luis Blázquez. La idea era acercar al ciudadano urbano al mundo rural. Que los que pudieran tomaran un respiro, salieran de su habitual selva de cemento y se toparan de frente con la mirada imperturbable de un semental vacuno de más de 700 kilos. Sólo en lo que respecta al mundo avícola había 3.000 ejemplares, según fuentes de la organización.

A un niño que pasaba cerca de la muestra de palomas se le ocurrió decirle a su padre que el animal tenía el cerebro en el pico, porque no encontraba otra explicación a la especie de verruga que prácticamente le cubría el rostro. Y otra niña le pedía casi a gritos a su madre que le comprara un patito para jugar en casa.

Los niños, sin duda, fueron los más felices en esa especie de gran zoológico que fue la exposición agroganadera. Una muestra donde tampoco faltaron algunas especies en peligro de extinción en la región, como la rubia de El Molar, una oveja de la que sólo quedan 1.300 animales en toda la Comunidad y que poseen seis ganaderos, según Raúl Delgado, gerente del Instituto Tecnológico de Desarrollo Agrario.

La oveja colmenareña, de la que quedan 3.000 ejemplares, y la cabra de Guadarrama, con 7.000, son otras de las especies en peligro. Pese al apreciado sabor, tanto del queso como de la leche, que producen estos animales, Raúl Delgado atribuye en parte al desconocimiento de los consumidores el riesgo de extinción.

Para luchar contra este fenómeno, la Comunidad de Madrid dispone de las denominadas IGP -Indicaciones Geográficas Protegidas-, con las que se busca que tanto la rubia de El Molar como la colmenareña sigan criándose y se garantice su supervivencia. 'La cabra de Guadarrama es la que menos riesgo de extinción tiene. Es muy buena productora de leche y yo creo que se podría hasta exportar. El problema es que los productos de Madrid no se conocen en la propia región y por eso no se consumen', se lamenta Delgado.

Es verdad que la agricultura y la ganadería son dos sectores prácticamente desconocidos en la Comunidad. Ello se debe en parte a que en esta región hay más de 140 municipios con menos de 10.000 habitantes, de modo que el grueso de la población se concentra en el área metropolitana. Y parece vivir de espaldas al campo. 'En ese sentido, el turismo rural de la región también es un gran desconocido', afirma Delgado.