'Lo mejor sería hacer otra estación espacial sólo para turistas'
Pedro Duque, de 39 años, astronauta español de la Agencia Europea del Espacio (ESA), ha estado ya una vez en órbita, en un vuelo de nueve días, en el transbordador de la NASA Discovery. De eso hace casi cuatro años. Ahora, España está estudiando la posibilidad de enviarle de nuevo al espacio, pero esta vez en un viaje de pago, vuelo-taxi, se llama, a bordo de una cápsula rusa Soyuz. Si finalmente se decide financiar este viaje de 10 días, que cuesta 14,5 millones de euros, Duque podría ir a la Estación Espacial internacional (ISS) dentro de un año. Desde su despacho en el centro científico y tecnológico de la ESA (ESTEC), en Holanda, Duque responde telefónicamente.
Pregunta. ¿Dispuesto a volver al espacio?
Respuesta. Sí, claro, para eso estoy en el oficio y profesión de astronauta. Si se puede ser útil en el espacio..., pues siempre es más apropiado que lo que estoy haciendo ahora.
P. ¿A qué se dedica?
R. Estoy en el proyecto Columbus [el módulo europeo para la ISS], que ya está casi terminado. Empecé colaborando en la parte de ergonomía, indicando a los ingenieros, por ejemplo, si en condiciones de ingravidez se puede apretar este tornillo o llegar a esa tuerca... Pero, como también he trabajado de ingeniero bastantes años, digamos que he sido cocinero antes que fraile, pues he podido ayudar en la parte de los ordenadores. Y, como he trabajado con la NASA, he colaborado en la cuestión de la compatibilidad con la robótica americana.
P. ¿Qué aporta un vuelo-taxi a un astronauta?
R. Si supiera ya manejar las naves rusas y hacer todos los experimentos, pues aportaría sólo 10 días de trabajo. Pero a mí, y a la mayoría de los astronautas europeos que pueden empezar a hacer este tipo de viajes, nos aportaría nuevos conocimientos: cómo manejar la nave Soyuz como corresponsable de ella y la ISS en el lado ruso.
P. ¿Para qué sirve un vuelo de este tipo?
R. No sé por qué se llaman vuelo-taxi, no sé si somos taxistas o es que vamos en taxi, pero puede servir para muchas cosas. Lo primero, desde luego, es un vuelo para reemplazar la nave Soyuz en la ISS. Pero el hecho de que vaya un ingeniero de vuelo europeo sirve para ganar experiencia y preparación. Además, si se planifica bien y con tiempo, se puede utilizar el vuelo para hacer experimentos parecidos a los que se harían en una misión del transbordador de la NASA de la misma duración, que es más o menos lo que yo hice en 1998.
P. Pero no habría retornos, por ejemplo en forma de contratos para la industria española, como en las misiones y proyectos de la ESA.
R. No, no habría retornos industriales, sería sólo retorno científico. En el caso de mi colega Frank de Winnie [el astronauta belga que irá en el próximo vuelo-taxi, en octubre], la delegación de Bélgica ha dado toda la prioridad a los investigadores del país y ha puesto todo el apoyo para que envíen los experimentos que tenían en mente y que estaban esperando.
P. ¿Qué le parece ir con un turista espacial, como su colega Roberto Vittori ahora con el surafricano Mark Shuttleworth?
R. No sé..., depende de la persona. Hasta ahora, los dos turistas son personas cualificadas que han tenido que aprenderse todo. No se les puede despreciar, sencillamente en su vida han conseguido otros éxitos que les han permitido ir al espacio.
P. Y el turismo en la ISS, ¿lo considera apropiado?
R. Tengo que hablar con personas que hayan visto cómo funciona, pero me parece que podría ser una distracción al trabajo real que hay que hacer allí, ya sea experimentos científicos o mantenimiento. Ya que gastamos el dinero de los contribuyentes en poner este laboratorio en órbita, debería utilizarse al 100% para lo que está diseñado. Lo mejor sería hacer otra estación para turistas y contratar un cuerpo de astronautas pilotos y azafatas.
P. ¿Es diferente la preparación de rusos y estadounidenses para la actividad espacial?
R. Están convergiendo, pero hay diferencia aún en la preparación de unos y otros. Antes, la NASA enseñaba a los astronautas más bien a realizar procedimientos, actuaciones a partir de unos pasos predeterminados y definidos, mientras que la agencia rusa procuraba dar a los astronautas conocimientos base para que se apañaran un poco por sí mismos, aunque también tengan que seguir unos procedimientos.
P. ¿Y ahora está cambiando?
R. La NASA está procurando a marchas forzadas cambiar sus entrenamientos al sistema de conocimientos, porque es sencillamente imposible enseñar a alguien en un año todos los procedimientos que va a tener que hacer en seis meses.
P. ¿Esto vale para la ISS?
R. Sí, claro. No ha cambiado casi nada la preparación de los astronautas del transbordador, pero los que van a la estación se van preparando más o menos igual unos y otros.
P. ¿Es cierto que es mucho más duro viajar al espacio en la cápsula Soyuz que en el transbordador, que la rusa es mucho más espartana?
R. El aspecto es más espartano, pero quienes han volado en los dos me dicen que es mucho más suave el despegue en Soyuz. El transbordador, y de eso puedo dar fe, vibra mucho al principio. El aterrizaje de la Soyuz sí que es duro, sin duda.
P. Si hiciera el vuelo con los rusos, ¿tendría que hacer mucho entrenamiento específico o está ya preparado?
R. Tendría que elevar mucho mi cualificación. Cuando estuve entrenando en Rusia, desde 1993 a 1995, hice una cualificación para volar en el asiento de la derecha de la Soyuz, que es el que tiene menos responsabilidad, mientras que estos vuelos ahora están pensados para aumentar la responsabilidad de los astronautas europeos y volar en el asiento de la izquierda, el puesto del ingeniero de vuelo. El comandante va en el medio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.