Un economista pragmático

En 1987, cuando el Gobierno del radical Raúl Alfonsín estaba empeñado en la emisión de títulos públicos para financiar el déficit fiscal, el entonces secretario de Industria y Comercio Exterior dimitió del cargo para expresar su repudio a lo que denominó 'festival de bonos'. Roberto Lavagna llevaba dos años en el puesto.

El nuevo ministro de Economía argentino vuelve al Gobierno en un momento en que distintos bonos circulan en 13 provincias. Poner en orden el desorbitado mercado monetario será, pues, una de las tareas que tendrá que afrontar el sucesor de Jorge Remes Lenicov.

El nuevo responsable del área económica tiene 60 años, es padre de tres hijos, licenciado en Económicas por la Universidad de Buenos Aires en 1966 y cuenta con un posgrado en Econometría y Política Económica de la Universidad de Bruselas. Afiliado al Partido Justicialista (PJ, peronista), ha trabajado en gobiernos de distinto signo político. Su fama de economista pragmático está por encima de colores partidarios, aseguran sus biógrafos.

En 1967 tuvo su primer puesto en la Administración, como técnico del Ministerio de Trabajo. Durante la tercera presidencia de Juan Domingo Perón, en 1973, fue nombrado director nacional de Política de Precios. Tras el golpe militar de 1976, se dedicó a la consultora Ecolatina, que fundó con un grupo de economistas heterodoxos, a la que suele acudir el sector industrial argentino.

Formó parte de los equipos técnicos de la Alianza que ganó las elecciones de 1999 y el ex presidente Fernando de la Rúa lo nombró embajador ante la Unión Europea, la Organización Mundial de Comercio y otras agencias europeas de Naciones Unidas, por lo que vivía a caballo entre Bruselas y Ginebra. En una reciente entrevista anticipó algunos de sus principios por los que algunos le cuelgan la etiqueta de proteccionista. 'Ni los acreedores ni los inversores en Argentina tendrán un trato preferencial', ha dicho. Los banqueros habrían preferido como ministro a Guillermo Calvo, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el otro nombre que sonó con más fuerza desde la dimisión de Remes Lenicov.