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Reportaje:LOS PROGRAMAS DE COOPERACIÓN EDUCATIVA DE LAS ONG

La educación, otro frente abierto en el mundo

81 ONG españolas tienen en marcha más de 700 programas educativos en los países más pobres

La educación es aún una asignatura pendiente en el mundo. Más de ochocientos millones de adultos son analfabetos y casi cien millones de niños de primaria no están escolarizados. A ello hay que sumar los millones que sí lo están pero que no reciben una educación con la calidad suficiente como para atender sus necesidades básicas de aprendizaje, como resalta el Informe sobre la educación en el mundo de la Unesco. Para intentar solventar esta situación, 81 ONG españolas desarrollan actualmente proyectos educativos en el mundo, según datos de la Coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales de Cooperación para el Desarrollo. Anesvad, Ayuda en Acción, Cáritas, Cruz Roja, Educación sin Fronteras, Entreculturas, Intermón Oxfam y Manos Unidas son algunas de estas organizaciones españolas que más programas educativos tienen puestos en marcha. En concreto, 654 proyectos en 74 países.

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Todas estas ONG, a través de sus contrapartes en los países en desarrollo, ayudan a construir, por ejemplo, una escuela en un poblado de Mozambique. A dar formación a los profesores de un colegio en un barrio marginal a las afueras de Lima. A enseñar a los jóvenes un oficio para que puedan encontrar lo antes posible un trabajo. A adaptar el material didáctico con el que estudian algunos alumnos de Paraguay y a traducirlo al guaraní para que los chavales entiendan sus propios libros. O a conseguir que una niña en Calcuta asista todos los días al colegio.

Una escuela pública en África no tiene, a veces, más remedio que instalarse debajo de un árbol. Otras, entre paredes de ladrillo sin pintar, con el suelo de tierra y un hueco en uno sus muros por ventana. No disponen de pupitres y los niños deben sentarse en troncos sobre el suelo. Casi siempre, el profesor sólo tiene estudios de primaria. Así lo cuenta la vicepresidenta de Manos Unidas, Guadalupe Martín-Laborda. Esta ONG tiene puestos en marcha 220 proyectos educativos en África, Asia y América Latina, donde invierte más de 14 millones de euros.

En Asia las cosas no están mejor. Aunque hay más tradición de que los niños vayan a la escuela, las chicas están marginadas de la educación. En América Latina y Centroamérica se ha avanzado mucho en los últimos años, pero todavía hay zonas muy castigadas, como las áreas rurales y los suburbios de las grandes ciudades.

Los gobiernos son los principales responsables en reducir el analfabetismo y en facilitar una educación básica para su población, pero las ONG desarrollan un papel crucial en este tema, sobre todo en la educación no formal. 'Las ONG se han convertido en mediadoras en la provisión de servicios educativos en aquellos países donde el Estado no ha sido capaz de ofrecer una educación básica al conjunto de la población', señala la autora del informe de Intermón Oxfam De Jomtien a Dakar. Diez años de ayuda a la educación para todos, Gloria Angulo. 'Las ONG asesoran a los gobiernos, apoyan las reformas curriculares y controlan las reformas educativas ejecutadas por éstos', añade Angulo. El fín último de estos programas es crear sociedades fortalecidas capaces de generar desarrollo por sí mismas. Y la educación, creen sus responsables, es una herramienta para conseguirlo.

Los datos están ahí: según el Banco Mundial, sólo con recibir cuatro años de educación primaria, los agricultores aumentan su producción en un 10%, lo que puede suponer salir de una situación de hambre. 'La educación permite generar una mano de obra más formada y flexible, con niveles de productividad más elevados y una mayor disposición para promover e integrar prácticas innovadoras', según el informe de Intermón Oxfam. Esta ONG invierte más de 2,2 millones de euros en una veintena de proyectos educativos que lleva a cabo.

'Si no se educa a las personas, de nada sirve todo lo demás', señala Martín-Laborda. 'Si construimos un pozo, hay que enseñar primero la importancia del agua potable, su repercusión en la salud y en la higiene. En Manos Unidas nos gusta decir que no hacemos proyectos, sino que colaboramos. Desde el principio les inculcamos que nosotros hemos hecho muy poco y ellos mucho. La implicación es vital; por eso hay que acompañarles en el desarrollo, ir a su ritmo. Ni forzar ni imponer'.

Las contrapartes locales con las que trabajan las ONG son las que detectan las necesidades de la zona. En la mayoría de los casos se trata de áreas urbano-marginales y rurales donde no ha llegado la estructura administrativa. En España, un equipo estudia la propuesta de financiar el proyecto, y es la ONG local la que se encarga de su gestión. De ahí que toda la plantilla que trabaja sobre el terreno sea local. 'Es la única manera de dar estabilidad al programa', apunta el coordinador de proyectos de Entreculturas-Fe y Alegría, Ramón Almansa. Esta ONG destina más de 7,5 millones de euros a desarrollar 60 proyectos educativos en Latinoamérica. 'Queremos fortalecer las sociedades; por eso no vemos la necesidad de enviar gente de apoyo y sí coordinadores', añade el director de cooperación de Educación sin Fronteras (ESF), Jordi Gascón. ESF invierte en sus 15 programas un millón de euros al año.

En estos últimos años, los programas en educación han dado un gran paso gracias a la concienciación de la gente de los países más desarrollados, señalan los responsables de estas organizaciones. Pero todavía hace falta un proyecto global y más financiación. Según los expertos, lo recomendable es que las economías nacionales dediquen entre un 3% y un 4% del gasto público para conseguir una educación básica y universal, pero no todos los países están en disposición de hacerlo debido a sus problemas políticos y económicos.

La presión por parte de las ONG a los Estados es esencial. De ello depende el desarrollo futuro de los países más pobres. Porque, como aseguran, la educación es la mejor inversión que se puede hacer.

Alumnos escuchan a su profesor en una escuela de El Salvador.
Alumnos escuchan a su profesor en una escuela de El Salvador.DANIEL LOEWE

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