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Chávez militarizará Petróleos de Venezuela si prosigue la revuelta de sus trabajadores

Pulso político por el control de una empresa estatal que genera el 70% de ingresos del país

'Si paran , la militarizo. Ya tengo el plan listo. Si quieren hacerlo, adelante', manifestó ayer el presidente venezolano, Hugo Chávez, en su programa radiofónico Aló, presidente. Chávez rechazó la ola de protestas laborales que se ha desatado en la mayor empresa del país para pedir la dimisión de los directivos nombrados por el presidente. Tras defender su potestad para nombrar a los directivos, Chávez dijo: 'Petróleos de Venezuela no puede ser un Estado dentro del Estado'. La importancia de esta empresa estatal es enorme porque genera el 70% de los ingresos de Venezuela.

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Petróleos de Venezuela, SA (PDVSA) lleva desde principios de mes en pie de guerra contra el presidente Hugo Chávez. El detonante de la rebelión ha sido la reciente designación por parte del teniente coronel de paracaidistas de un nuevo presidente -Gastón Parra, el cuarto en tres años de chavismo- y una nueva junta directiva de la compañía saltándose el escalafón interno de la empresa. Los empleados, desde los altos directivos a los obreros, han iniciado una campaña de paros parciales y amenazan con una huelga nacional.

Al tiempo, el baile de banquillo, dicho en términos futbolísticos, al frente de la compañía empieza a repercutir en su posición internacional. Chávez ya ha anunciado que no permitirá 'por nada del mundo' una huelga, pero se ha abierto otro frente de oposición que se suma a la Iglesia católica, la patronal y los sindicatos.

PDVSA, la principal compañía petrolera de América Latina, sobrevivió al deterioro generalizado que sufrieron las instituciones venezolanas en las últimas décadas. La clave de esta excepción está, según la oposición al presidente, en la Ley de Nacionalización de 1975 que consagró la meritocracia como sistema de promoción de sus directivos basada sólo en criterios profesionales. Ahora, la designación por Chávez de un nuevo presidente de la compañía, Gastón Parra, economista y profesor universitario, en sustitución del general Guaicapuro Lameda tras rebelarse éste a finales de febrero contra el jefe del Estado, y de otros miembros de la dirección saltándose este principio soliviantó a los 40.000 empleados de PDVSA.

La crisis abierta llevó a Chávez el pasado día 12 a arremeter contra los directivos de la compañía. Citado por el diario venezolano El Nacional, el presidente afirmó: 'La cúpula que en PDVSA ha estado dominando durante muchos años tiene groseros privilegios. Yo encomendé a muchas personas la tarea de cambiar eso y no pudieron'. Entre esos privilegios destacó sueldos millonarios, lujosas residencias y viajes. Luis Giusti, el último presidente de la compañía antes de Chávez, entre 1994 y 1999, que abandonó Venezuela el mismo día que el militar ex golpista juraba su cargo y ahora vive en Washington dedicado a tareas académicas y de consultoría, rechaza estas críticas.

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'No se trata de ninguna rebelión de privilegiados', comentó en conversación telefónica con este diario. 'El presidente está facultado para nombrar a quien le dé la gana, pero debe tener en cuenta que el Estado es el representante del accionista de la empresa que es el pueblo, no su dueño. Además, la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV) respalda totalmente la protesta'.

Para Giusti, lo importante es que ha estallado 'un proceso que se inició desde que Chávez llegó al palacio de Miraflores [sede de la Presidencia], la intervención progresiva de la empresa, el recorte de su autonomía financiera y de gestión. Estamos regresando al petroestado, a la idea de generar ingresos por las exportaciones para montar después una gran operación de caridad estatal'. Giusti cuenta alguno de los hitos de este intervencionismo: 'El primer presidente, Roberto Mandini, un hombre de la industria, duró siete meses. El segundo, Héctor Ciavaldini, uno de los comandantes civiles de la revolución chavista, supuso la salida de la empresa de 300 ejecutivos. Las reuniones de la dirección se dejaron de hacer en la petrolera y se llevaron a Miraflores. Ahora está al frente un hombre que piensa como un comunista soviético de los años cincuenta. Puede ser una persona honorable, pero es un proteccionista sin experiencia en el negocio, que redactó una Ley de Hidrocarburos, aprobada en 2001, que reducirá la inversión extranjera en Venezuela'.

Invertir o 'chupar la sangre'

Para Giusti, el dilema es decidir entre realizar inversiones en la empresa o 'chuparle la sangre'. En su opinión, la política nacionalista de Chávez ya tiene efectos negativos. 'La compañía ha perdido capacidad crediticia; se ha reducido el número de prospecciones de 125 a poco más de 60; las inversiones, que fueron de 6.500 millones de dólares al año se han reducido actualmente en una tercera o cuarta parte y se está perdiendo penetración en los mercados'. Asegura que la producción a 1 de enero de este año era de 2,4 millones de barriles al día y que en 1999 era de 3,6 millones. El bajón se explica por los recortes dictados por la OPEP para subir el precio, pero se corre el riesgo, señala Giusti, partidario de que Venezuela fuera independiente del cartel, de que el lugar que dejas vacío en el mercado lo ocupe otro jugador.

Hugo Chávez se encontró al llegar al poder con el precio del petróleo en torno a los 30 dólares y ahora, ante un previsible ataque de EE UU a Irak, vuelve a subir. De momento. Nadie sabe qué pasará después del conflicto con el oro negro venezolano, un crudo pesado muy sensible a las bajadas de precios internacionales. Lo que nadie duda es que el presidente no cambiará de política. Como dice Mandini, 'se le está pidiendo al tigre que sea vegetariano'.

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