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CUMBRE DE BARCELONA

Prodi dice que la cumbre fracasará si no hay un pacto para liberalizar el mercado energético

El presidente de la Comisión defiende que todos los consumidores puedan elegir suministrador

Carlos Yárnoz

Romano Prodi optó ayer por el realismo y el pragmatismo a la hora de fijar los logros mínimos que deben salir de la cumbre de Barcelona para que la cita no sea un fracaso o incluso pueda hablarse de 'éxito'. El presidente de la Comisión exigió que los Quince pongan una fecha para liberalizar el mercado de la electricidad para las empresas, un objetivo mínimo al que incluso se resiste Francia, pero añadió que los líderes europeos deben alcanzar también 'el compromiso político' para que todos los consumidores sin distinción puedan elegir suministrador en los próximos años.

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'Éstos son mis objetivos para Barcelona', anunció Prodi a mediodía de ayer, 'y, tal como se presenta la situación, ya será positivo si se alcanzan', añadió, seguramente consciente de que sus metas no son muy ambiciosas porque se trata de iniciativas ya pactadas hace dos años que, o bien han sido incumplidas o bien hay que reforzarlas con plazos estrictos para el futuro.

Así, en la cumbre de Lisboa de marzo del año 2000 ya se pactó 'acelerar' la liberalización del mercado energético y en la de Estocolmo de hace un año se acordó hacerlo 'cuanto antes', después de que Francia y Alemania rechazaran el calendario propuesto por la Comisión: 2003 para los clientes industriales en electricidad, 2004 en gas para las empresas y 2005 para todos.

Prodi se conforma ahora con el primer paso -'no hay que subestimarlo', comentó resignado Prodi- y quizás Francia imponga retrasarlo un año porque, en pleno periodo electoral, ni el conservador Jacques Chirac ni el socialista Lionel Jospin están dispuestos a perder un solo voto con el argumento de que hay que preservar a toda costa el servicio público y no perjudicar a los empleados de la todopoderosa EdF, que es propiedad del Estado en un 100%.

Eso sí, la Comisión mantiene la presión en busca de ese compromiso para la liberalización total, que, además de la prevista reducción de precios, supondría para la UE un ahorro de 15.000 millones de euros, según el presidente del Ejecutivo comunitario.

Las otras metas marcadas por Prodi se refieren a la creación de un mercado financiero único en la UE en 2005 (la cumbre de Lisboa ya citó esa fecha), el fomento de políticas activas de empleo para crear 20 millones de nuevos puestos de trabajo en ocho años (un plan establecido hace dos años que no va a buen ritmo por el frenazo económico), la trasposición a nivel nacional del 98,5% de las normas comunitarias (debía alcanzarse este mes y sólo lo harán seis Estados) y el impulso político a proyectos como el Galileo o el Cielo Único, lanzados en el año 1999 y estancados en la actualidad.

Ante el Parlamento Europeo, reunido en Estrasburgo, el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, se mostró ayer más confiado en que Barcelona 'será un éxito', aunque reconoció las 'reservas' de algún país con respecto al mercado energético. Piqué apostó por una 'flexibilidad de los mercados de trabajo' para reducir el paro, un capítulo en el que Francia y Alemania, entre otros, ya han dejado claro que no pueden dejarse de lado las consecuencias sociales. Ayer se sumaron los primeros ministros de Bélgica y Luxemburgo, el liberal Guy Verhofstadt y el socialcristiano Jean-Claude Juncker, respectivamente, quienes, en un texto conjunto, abogan por encontrar un equilibrio entre las reformas estructurales y el mantenimiento y mejora de la protección social. 'Hay que estar ojo avizor en este terreno', advirtió ayer Prodi.

El presidente de la Comisión también se refirió a las previstas manifestaciones en Barcelona. Tras asegurar que está 'dispuesto a dialogar con todo el mundo' y que rechaza 'toda forma de violencia', comentó que a él tampoco le gusta el término globalización, pero que la UE busca en todo caso 'una globalización democrática' al impulsar unas reformas 'que no benefician a unos pocos, sino a toda la humanidad'.

Enseguida reconoció que ha caído 'en saco roto' el viejo compromiso de que cada país dedique el 0,7% de su PIB a las naciones en desarrollo. Los Quince aportan a ese fin una media del 0,33%, y sólo cuatro (Suecia, Holanda, Luxemburgo y Dinamarca) superan el 0,7%. España está en el 0,24%.

Hoy precisamente se cumple el plazo para saber si los Quince asumen el compromiso de dedicar un mínimo del 0,33% a esas ayudas en el año 2006, de forma que la media suba al 0,39%. Alemania y Grecia se planteaban ayer aceptar ese plan, al que se han opuesto hasta ahora.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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