Sanidad alerta del uso no autorizado de la toxina del botulismo como antiarrugas
El Botox, que paraliza los músculos, se aplica ilegalmente en numerosas clínicas estéticas
La Agencia Española del Medicamento alertó ayer sobre el uso del Botox, un fármaco basado en la toxina del botulismo, como tratamiento antiarrugas. Esta aplicación no está permitida, pero la mayoría de las clínicas estéticas españolas lo utilizan y cada vez hay más demanda. El fármaco, sin embargo, sólo está autorizado en el tratamiento de espasmos. Sanidad resalta que 'la toxina puede asociarse a reacciones adversas graves'. La toxina paraliza los músculos de la cara que forman las arrugas al reír o gesticular.
La Agencia Española del Medicamento, dependiente del Ministerio de Sanidad, no había detectado que la toxina del botulismo se utiliza en casi todas las clínicas estéticas españolas como antiarrugas desde hace cuatro años bajo el nombre de Botox. Hasta ayer, cuando alertó a las comunidades autónomas (las encargadas de controlar la distribución de medicamentos) sobre el uso indebido. Indebido porque Botox sólo está autorizado contra enfermedades en las que hay contracción involuntaria de los músculos, no como antiarrugas.
'Si se está utilizando es una imprudencia', reconocía un portavoz de la agencia la semana pasada. Y eso pese a que su uso estético ha aparecido en programas de televisión y revistas dirigidas a público femenino. En multitud de páginas web hay médicos que anuncian tratamientos por unos 600 euros (100.000 pesetas).
El mecanismo de acción es sencillo: la toxina del botulismo A (la más potente de las ocho que produce la bacteria Clostridium botulinum) inhibe la liberación de acetilcolina, el neurotransmisor que hace de transmisor entre el nervio y el músculo. Por eso paraliza los músculos. Al inyectarlo en la frente o alrededor de los ojos evita que aparezcan las arrugas inducidas por la mímica facial. Sanidad recuerda que 'la seguridad en tales circunstancias no ha sido evaluada por la agencia'.
Botox se comenzó a utilizar como antiarrugas en EE UU a principios de los años noventa. Isabel Moreno, profesora de Medicina de la Universidad de Valencia y cirujana plástica asegura que 'a España llegó hace tres o cuatro años'. Y añade: 'Cada vez viene más gente a pedirlo. Se nota la publicidad de los reportajes en las revistas y en televisión'. Moreno asegura que Botox es 'de los mejores tratamientos que existen porque no es permanente'. A los seis meses desaparece el efecto.
Los efectos secundarios aparecen cuando la toxina se aplica mal y se difunde a otras zonas. En ese caso, la parálisis puede llegar a las cejas o a los párpados. El cirujano plástico José María Díaz asegura que 'hay casos de gente que se ha quedado los seis meses que dura el tratamiento con los párpados cerrados'.
El tratamiento se aplica mediante pequeñas inyecciones, pero no está aprobado más que para enfermedades en las que hay contracción involuntaria de algún músculo y hay que relajarlos. Es el caso del blefarospasmo (contracción involuntaria de los párpados).
En EE UU y Francia el uso de antiarrugas está en fase de estudio por la FDA. Los médicos estadounidenses pueden, bajo su responsabilidad, usarlo en tratamientos no autorizados. Las ventas han pasado de 22,5 millones de euros en en 1992 a 358 millones en 2001, según Allergan, el laboratorio fabricante. En Australia y Canadá sí está aprobado como antiarrugas.
El laboratorio espera que en un mes se apruebe en Francia y que en España se permita en octubre. Un responsable médico de Allergan en España aseguró la semana pasada que ellos son los primeros que quieren 'que se use sólo para lo indicado'.
Una médico que no quiere dar su nombre y que asegura llevar realizados más de 4.000 tratamientos con Botox recuerda que hace unos meses un responsable de Allergan la visitó para ver si pensaba pasarse a la competencia. La competencia es Dysport, también toxina botulínica A, y Neurobloc (toxina botulínica B, menos potente), aunque se usan mucho menos. Sanidad también alerta sobre éstos.
El vial de 100 unidades de Botox cuesta poco más de 180 euros (30.000 pesetas). Una unidad es la cantidad de toxina capaz de matar al 50% de un grupo de ratones hembra swiss-webster de 20 gramos de peso. La dosis como antiarrugas es de unas 30 unidades. Para matar a un varón de 75 kilos harían falta unas 4.000 unidades.
El fármaco es de uso hospitalario, sólo se puede conseguir en las farmacias de los hospitales y con receta para las indicaciones aprobadas. Sin embargo, las clínicas estéticas, y sin ningún problema, lo adquieren a través de las farmacias que tienen concertadas.
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