EE UU estudia ya planes concretos para acabar con Sadam Husein
Bush logra el consenso de republicanos y demócratas para acabar con el régimen de Irak
La Casa Blanca ha decidido ya quién es su próximo enemigo. En cuanto la campaña de Afganistán se dé por concluida, dentro de unos meses, las armas apuntarán hacia Irak. El objetivo consiste en acabar con el régimen de Sadam Husein, con una intervención militar si es necesario. 'Hay distintas opciones, que por el momento me reservo', dijo ayer el presidente George W. Bush. No existen disensiones sobre la cuestión iraquí, porque tanto republicanos como demócratas creen que Sadam debe desaparecer, ni discusiones sobre la necesidad de contar con los aliados europeos: nadie cree que sean imprescindibles.
El secretario de Estado, Colin Powell, lanzó el martes por la tarde ante un comité del Senado el mensaje más claro hasta la fecha. Refiriéndose al llamado eje del mal, hizo una distinción clara entre sus tres miembros: 'Respecto a Irán y Corea del Norte, no existe plan alguno para iniciar una guerra con esas naciones. Respecto a Irak', siguió, 'desde hace tiempo, años ya, el Gobierno de EE UU considera que un cambio de régimen sería positivo para la región y para el pueblo iraquí'. 'Lo que examinamos ahora son las distintas vías para conseguirlo', añadió. El general Tommy Franks, que dirige la guerra en Afganistán y en quien recaería el mando de una futura operación contra Irak, aclaró por su parte en el Congreso que no disponía, por el momento, de ningún plan de ataque.
George W. Bush tiene las manos mucho más libres que su padre en el enfrentamiento contra Sadam Husein. En 1990-1991, pese al hecho de que Irak había invadido Kuwait, casi todos los parlamentarios demócratas votaron contra la ofensiva, y George Bush tuvo que apoyarse en aliados exteriores para lanzar la guerra del Golfo. Ahora no existe oposición apreciable. Al Gore, el ex vicepresidente que ganó a Bush en voto popular, efectuó el martes su primer discurso sobre política exterior tras meses de silencio para calificar a Irak de 'amenaza virulenta' y para anunciar que había llegado el momento del 'enfrentamiento final' con Sadam Husein.
Otra ventaja del actual presidente frente a su padre radica en el progresivo debilitamiento del Ejército iraquí. El Pentágono considera que, tras una década de sanciones, el armamento convencional de Sadam Husein se basa todavía en los mismos tanques soviéticos de la guerra del Golfo, más viejos y sin repuestos. EE UU, por el contrario, dispone en este momento de una capacidad de destrucción a distancia inmensamente superior a la de entonces: en 1990-1991 sólo el 10% de sus bombas eran inteligentes (ahora lo son el 80%) y no existían los aviones Predator y Global Hawk.
Bush indicó ayer que EE UU no podía permitir que Irak, un país con armas químicas y biológicas y con un programa nuclear en marcha llegara a aliarse en el futuro con organizaciones terroristas. Más allá de las declaraciones oficiales, lo que busca Washington es crear un nuevo sistema de disuasión que paralice a sus enemigos.
Duras represalias
Si con la desaparecida URSS la disuasión era nuclear y, por tanto, no demostrable en la práctica, frente al terrorismo la disuasión debe basarse en unas represalias durísimas por los hechos del 11 de septiembre. La idea consiste en dejar muy claro que cualquier agresión contra EE UU comportará, en adelante, un precio muy caro. La cabeza de Sadam constituiría, desde ese punto de vista, un recordatorio para otros Gobiernos hostiles.
El destino de Sadam Husein se dibujará en los próximos meses. El vicepresidente Dick Cheney efectuará en marzo una gira por casi todos los países que se verían afectados en caso de ataque estadounidense: Arabia Saudí, Turquía, Jordania, Egipto, Israel, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar y Omán, con escala en el Reino Unido, el aliado militar más fiel.
El siguiente paso podría darse en la reunión que el Consejo de Seguridad de la ONU tiene prevista en mayo, para renovar las sanciones económicas contra Irak. El ministro de Exteriores británico, Jack Straw, anunció tras su último encuentro con Powell que de esa reunión saldría un ultimátum: o Sadam Husein permitía el regreso a su país de los inspectores de la ONU, con plena libertad para investigar su programa nuclear, o se atenía a las consecuencias. Para Sadam Husein, aceptar las condiciones del ultimátum equivaldría a una rendición. Nadie cuenta con ello. De esa forma, Washington podría disponer de la cobertura de la ONU, igual que en 1991, para iniciar las operaciones.
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