Secuelas de la crisis
Uno de los efectos más significativos de la actual crisis económica es el aumento de las tasas de default (incumplimiento total o parcial de las obligaciones de pago de los prestatarios). El caso de Argentina y la actitud del Fondo Monetario Internacional (FMI) es el más ilustrativo por convertirse en la mayor suspensión de pagos de la historia.
Los últimos incumplimientos de los Gobiernos latinoamericanos (1994-1995), del sureste asiático o del Este de Europa (1997-1998) encontraron la respuesta de apoyo del Grupo de los Siete países más industrializados del mundo y, en especial, del Gobierno estadounidense y la comunidad internacional.
La predisposición a prestar ayuda financiera en situaciones extremas de insolvencia, no obstante, ha cambiado notablemente, aumentando las exigencias para lograr una salida sostenible de la crisis y evitar meramente como destino la compensación de los quebrantos ocasionados a los prestamistas y a los inversores.
La confianza se ha visto dañada por la deficiente anticipación de situaciones de dificultad financiera exhibida por las empresas de 'rating'
No menos aleccionadora está siendo la situación de Enron, una compañía estadounidense del sector eléctrico que ha eludido la vigilancia no sólo de los supervisores, sino también de las compañías de rating. En apenas unas semanas, dicha compañía ha pasado de beneficiarse de calificaciones crediticias de bajo riesgo a tener que reconocerse su insolvencia.
Estos episodios no han pasado inadvertidos para los mercados. La confianza de los inversores en el retorno de sus fondos se ha visto dañada por la deficiente anticipación en muchos casos de situaciones de dificultad financiera exhibida por las empresas de rating, por la falta de capacidad de control de los auditores y supervisores, así como por la actuación más severa de los organismos multilaterales ante las dificultades de pago de los riesgos soberanos.
Sin duda el precio a pagar seguirá reflejándose en el coste de la financiación en términos de la prima por riesgo que exija el mercado. Los inversores y las entidades crediticias deberán profundizar y mejorar (llegando a desarrollar metodologías propias) en el seguimiento del riesgo de crédito.
En el mercado quedarán segmentados aún más los prestatarios solventes de los dudosos. Para los primeros los diferenciales podrían reducirse en un contexto de búsqueda de márgenes y tipos de interés más estables, mientras que para los segundos lo más probable es que las primas a pagar sobre los tipos de referencia se mantenga cuando menos elevadas.
César Cantalapiedra y Daniel Manzano son socios de Analistas Financieros Internacionales.
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