Alemania se resiste a la reprimenda por su déficit
Si España va sufrir hoy un toque de atención, Alemania, el país más potente de la Unión Europea, se arriesga a ser gravemente amonestado por una cuestión mucho más grave: su excesivo déficit. Hasta última hora de ayer, el Gobierno alemán continuó lanzando avisos a los responsables de Bruselas para impedir que el Ejecutivo europeo active la llamada 'alerta rápida', prevista cuando algún país se aproxima al límite del 3% del producto interior bruto (PIB) estipulado por el Pacto de Estabilidad precisamente por imposición alemana hace cinco años.
El ministro alemán de Finanzas, Hans Eichel, ya hizo saber la semana pasada durante la reunión del Ecofin que no aceptaría una reprimenda de Bruselas que pusiera en duda su política económica en pleno periodo preelectoral (las elecciones serán en septiembre). El comisario de Asuntos Económicos, el español Pedro Solbes, considera que las medidas económicas adoptadas por Berlín se ajustan al Pacto de Estabilidad, pero también entiende que los datos fríos son los que son: una aproximación al 3% del déficit exige esa 'alerta rápida' y, si no la aplica ahora, no será posible hacerlo en el futuro si otros países caen en problemas similares.
En estos días, Eichel busca aliados para parar la amonestación en la última instancia, en el Ecofin. Porque la Comisión está decidida a lanzar el aviso, pero la última palabra la tendrán el próximo día 12 de febrero los ministros de Finanzas y allí, donde podrá votarse por mayoría cualificada, Eichel confía en ganarse los votos de Francia, Italia y Portugal, precisamente los otros tres países que sufren deslizamientos serios de sus déficit, aunque no tan graves como en Alemania.
En el caso de Portugal, además, Bruselas también se dispone hoy a aplicarle la 'alerta rápida', con un agravante: si Berlín ha visto desequilibrarse más sus cuentas públicas por el frenazo económico y puede superar el problema cuando la economía se reactive, en el caso de Lisboa el problema es que ha entrado en una senda de desequilibrio estructural que no se rectificará aunque la economía vuelva a crecer a un ritmo más positivo a finales de este año.
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