Francia reabre el debate sobre la defensa del cine mediante la excepción cultural
El célebre modelo creado por Jack Lang se enfrenta a su primera crisis interna
Los datos son conocidos: el cine francés acaba 2001 controlando el 40% del mercado interior y aumentando en un 50% el número de espectadores respecto al año anterior; la frecuentación a las salas supera los 190 millones de entradas vendidas -hay que remontarse a 1984 para encontrar tantos espectadores- y 10 títulos nacionales han superado los dos millones de entradas, lo que no ocurría desde 1947. Todo eso parece indicar que nuestros vecinos cineastas viven en el mejor de los mundos posibles. Pero no es así. En la revista profesional Le Film Français, medio en serio medio en broma, han identificado la amenaza a través de una parodia del cartel de El señor de los anillos en la que Jean-Marie Messier aparece convertido en El señor de los canales.
Messier dijo su explosivo 'la excepción cultural a la franco-francesa ha muerto' en Nueva York ante una platea de accionistas americanos, y añadió que 'hoy día estamos en un periodo de diversidad cultural'. La primera frase era un globo-sonda lanzado contra la opinión pública francesa, la segunda un tranquilizador refugio por si las réplicas que generaba la primera eran demasiado poderosas.
Canal + financia, de una manera u otra, entre el 25% y el 30% de la producción francesa. Eso es así desde hace más de diez años, desde 1984, por obligación legal pero también por interés: Canal + adquirió así el derecho a un casi monopolio sobre unas películas que le garantizaban la mejor audiencia. En 2002 la situación ha cambiado: entre 1995 y 1998 los precios de los derechos de las emisiones deportivas aumentaron en un 89%, el número de canales distribuidos por cable o satélite se ha multiplicado por 100, y la exclusividad de Canal + ha desaparecido. Thoulouze describe así el contexto de la cadena: 'El precio de las retransmisiones de fútbol ha endeudado a Canal + hasta las cejas, la piratería de decodificadores lo roe, el ahorro sobre los programas destruye su imagen y a ello hay que añadir el daño que causa la invasión de tecnócratas de Vivendi'.
Para Messier, las obligaciones de Canal + ya no comportan sólo satisfacciones ni sólo beneficios. Algunos de sus hombres de confianza lo han dicho: 'Canal + no puede seguir siendo la vaca lechera del cine francés'. El productor Alain Rocca recuerda que 'de las 160 películas francesas estrenadas este año, 100 han sido un fracaso'. Y añade que 'en 2002 se estrenarán 2.000'. O sea, que no todo es de color de rosa. Y otro productor, Brahim Chiua, director de StudioCanal, filial de Canal +, confirma un cambio de orientación al admitir que 'en el futuro nuestra intervención en el cine francés se limitará a algunas precompras y a nuestras propias superproducciones'. En 1999, Canal + intervino en 140 títulos franceses, en 2000 en 115 y esa política de reducción en el número de inversiones va acompañada de un aumento del montante total, que pasó de 926 millones de francos (141 millones de euros) a 954,5 millones de francos en el mismo lapso de tiempo. Para Rocca, ésa no es una solución porque 'a menudo el filme que cuesta tres millones de euros es más rentable que el que ha costado 40'.
Para Canal + el problema es que sus obligaciones futuras legales no serán renegociadas hasta finales de 2004, y de ahí que tienda a crear filiales a las que transfiere actividades y sueldos, para reducir ese 20% de su volumen de negocios que, por ley, tiene que invertir cada año en cine francés. Pierre Lescure, presidente aún de Canal +, cree que 'el cine francés tiene que buscarse fuentes de financiación alternativas'.
La ministra de Cultura, Catherine Tasca, añade: 'La excepción cultural no es una fantasía, ni una invención de los políticos sino la base del respaldo del público a la creación para que ésta pueda liberarse de la ley del mercado'.
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