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La pobreza crece en Argentina

1,7 millones de argentinos se sumarán a los 14,5 millones de pobres tras la devaluación

Alejandro Rebossio

Las calles de Buenos Aires se movían ayer al mismo ritmo acelerado que de costumbre. En una esquina de la céntrica avenida Nueve de Julio, entre los coches que esperaban la luz verde, se desataba la competencia de siempre en el mercado de la pobreza: una mujer con un niño en brazos, un vendedor de refrescos al mismo precio que hace años y un joven malabarista. Parecía un día más, pero estaba viviéndose el primero después de la abolición de la paridad uno a uno entre el peso y el dólar, que databa del 1 de abril de 1991.

El Congreso argentino había oficializado el domingo pasado lo que el mercado ya descontaba desde hace varias semanas: la devaluación del 29% del peso. En los últimos días habían aumentado los precios de productos importados, y en menor medida los nacionales con insumos extranjeros o de cotización internacional, como el aceite y el trigo. El dólar ya cotizaba a 1,40 pesos en el mercado negro. Por eso ayer poco cambió en Argentina, aunque se espera que los precios sigan reacomodándose con el correr de los días. Un informe de la consultora Equis vaticina que la pobreza puede incrementarse notablemente en los próximos meses y sumar 1,7 millones de personas a los actuales 14,5 millones que viven en la escasez (sobre un total de 36 millones de habitantes).

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En las playas de Punta del Este (Uruguay), Florianópolis (Brasil) y Reñaca (Chile), típicos destinos de veraneo para los argentinos, se oían pocos gritos de 'che' y se veían menos las familias bebiendo la infusión de mate y las jóvenes de cuerpos de modelo. En las últimas semanas se canceló la mitad de los viajes al exterior. Los que sí se fueron al exterior siguen, de todos modos, muy de cerca la evolución de la crisis argentina. Fundamentalmente, el tipo de cambio, pues a partir de ayer sus pesos comenzaron a valer menos. En los países vecinos el peso cotizaba desde hace semanas con una devaluación del 50% frente al dólar.

Los pocos argentinos que pasasn sus vacaciones en esas playas partieron de su país con dólares. Los uruguayos están inquietos por la caída del turismo argentino: cayó el 20%, menos que la merma del 60% en Chile. Los restaurantes del lujoso balneario de Uruguay sólo aceptaban tarjetas de crédito o dólares. Ya no pesos argentinos. A su vez, cambió el perfil de los viajeros: la clase media alta dejó su sitio por la más pudiente, que también abandonó destinos más caros como el Caribe o Miami. Los centros turísticos en Argentina también sufren la profundización de tres años y medio recesivos. Las playas de Mar del Plata están repletas, pero de marplatenses. Los alquileres de viviendas se ofrecen con rebajas del 40% y la industria del turismo se ilusiona con que la oficialización de la devaluación aclare incertidumbres e impulse a los habitantes de Buenos Aires a recorrer los 404 kilómetros que los separan del más popular balneario argentino. En la capital, los transeúntes se detenían a mirar las portadas de los periódicos, que de manera unánime anunciaban el nueva valor del dólar. 'Vamos a ver qué pasa con este nuevo ministro de Economía', comentaba uno de los pocos que compraban el diario.

Los bancos esta vez aglutinaban muchos menos clientes de lo habitual, pues el Gobierno limitó las operaciones autorizadas para ayer y hoy, mientras ultima detalles sobre la aplicación del nuevo plan económico. El cambio de divisas continúa prohibido oficialmente desde el 21 de diciembre. Los turistas extranjeros consiguen pesos a cuentagotas en sus hoteles. A diferencia de lo que ocurría hasta hace poco, europeos, norteamericanos, brasileños y chilenos encuentran que Argentina se ha transformado en un país barato. 'El otro día bebí una pequeña cerveza por tres dólares, más caro que en mi país', comentaba Joachim Bahr, un jubilado alemán. 'Ahora la relación es la correcta: 2,14 dólares por cerveza', sonríe Joachim.

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Una bailarina de tango enseña a una niña europea por unas monedas.
Una bailarina de tango enseña a una niña europea por unas monedas.REUTERS

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