Los balances de la paz
La discusión sobre el proceso de paz no se puede reducir al despeje, pues los problemas no son logísticos, sino de fondo.
El proceso de paz resiste balances de diferentes matices, aunque ninguno de ellos dé lugar al optimismo. El primero y más evidente es negro. En 2001 fueron voladas 254 torres, destruidos docenas de inermes pueblos y secuestradas casi 3.000 personas. Paramilitares y guerrilleros cobraron la vida de 2.060 civiles, hubo (...) incontables masacres. (...) Y, en medio de esta guerra contra la sociedad, los diálogos.
Un segundo balance es gris. Las negociaciones con la guerrilla transcurren en el mejor estilo kafkiano, y los diálogos con el ELN y las FARC pasaron más tiempo suspendidos que activos. Al cabo de tres años, lucen escuálidos. (...)
Un tercer balance, preocupante, es el de la opinión. El pesimismo es generalizado y hay síntomas de derechización en sectores medios que lamentablemente ven una salida en el ángel de la muerte de las Autodefensas o en la guerra total. (...) Todos los actores de la guerra muestran un lógico interés en involucrar a los candidatos en el proceso, pues es probable que ya nada sustancial se pueda discutir con Pastrana. (...) El proceso de paz no está trabado por aspectos de logística, sino de fondo. (...) Destrabarlo depende del diseño de una política clara y de consenso, en la cual deben involucrarse seriamente los candidatos, y de que la clase dirigente colombiana no espere, como la argentina, a que el país le estalle entre las manos para emprender reformas hace tiempo esperadas.
Bogotá, 4 de enero
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