El sueño imposible de un sibarita
La Navidad es una fecha para soñar. De ahí, este viaje imposible, o tal vez posible, por los más exquisitos caldos que todo aficionado sueña con degustar, porque soñar no cuesta dinero.
Comienza el viaje o la cena con un champán Dom Perignon en honor al abad e inventor de este fascinante vino. Un espumoso, sí, pero hoy no nos conformamos con el Dom Perignon Blanc y exigiremos que nos traigan una botella a la temperatura adecuada del Rosé. Las 40.000 pesetas parecen el precio justo por disfrutar de este caldo que transporta a los besos de adolescencia. Sorbos o besos suaves, chispeantes y placenteros, cargados también de cierto misticismo.
Cuando en la mesa aparecen la primeras viandas no hay que dudar en abrir una botella de blanco elaborado con su varietal reina, la chardonnay. En este caso hay que inclinarse por la bodega Olier Le Flarve y seleccionar un Montrachet 1996. En la copa reposa un blanco único donde el paso del tiempo incrementa su complejidad. Nos apuntan 55.000 pesetas y proseguimos el paseo por los sentidos.
Sin movernos de la Borgoña, las carnes se pueden acompañar con el inalcanzable Romanée Conti 1998, elaborado con pinot noir, una uva sutil y elegante. Nos trae recuerdos de la niñez y sentimos los cálidos, envolventes y protectores abrazos de nuestra madre. Es el deseo de que la sensación de bienestar no se acabe nunca, o por lo menos hasta concluir con el último sorbo de una botella que supone haber invertido 445.000 pesetas.
Los turrones y mazapanes, incluso la más próxima intxaursaltsa, alcanzarán la gloria en compañía del oro líquido de la cepa, el Sauternes Château D'Yquem. Un tesoro elaborado con sauvignon blanc y semillón en estado de la bendita pobredumbre noble que le convierte en un vino dulce, goloso y corpulento. Sus 48.000 pesetas quedan recompensadas en el primer sorbo.
La larga y placentera sobremesa entre naipes y conversación tendrá como compañía el whisky puro de malta de la destilería Springbank. Un reserva de 40 años a 207.000 pesetas la botella para recordar a los buenos amigos de siempre. Y el sueño se ha acabado. Suerte.
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