Del euro a la ampliación
La cumbre de Laeken ha abierto la vía para superar la grave crisis de identidad que sufre la UE
La llegada del euro a los ciudadanos, el mayor paso en la construcción europea no sólo económica sino también política, coincide con la más grave crisis de identidad de la Unión. '¿Qué queremos hacer juntos?', repetía este fin de semana en Laeken a sus homólogos Guy Verhofstadt, el primer ministro belga, que se despedía como presidente de turno de la UE. Es la pregunta del millón, y la cumbre de Laeken ha puesto las bases para responderla en 2004. La apuesta por una Constitución europea ya supone el intento de cambiar de arriba a abajo unas reglas de juego que ya no sirven para una UE ampliada a 25 o 27 Estados en ese año.
La carrera ha empezado como era de esperar: con un pulso inicial entre integracionistas y federalistas, con Alemania y Bélgica a la cabeza, y los defensores a ultranza de los Estados nación, con el Reino Unido en primera línea, pero apoyado en diversos terrenos por Francia, los nórdicos o España, entre otros. Su pelea se ha dirimido en la pasada cumbre europea en el contenido del texto de la Declaración de Laeken, de un lado, y en la composición del Presidium de la Convención, el órgano que dirigirá la primera fase del debate sobre el futuro de Europa.
En ambos capítulos, los federalistas han logrado sus primeras victorias a los puntos. Así, la Declaración de Laeken no sólo recoge la apertura de un proceso constituyente en la Unión, sino que plantea abiertamente la elección directa del presidente de la Comisión Europea, apunta el camino para la creación de un Gobierno europeo, dibuja un sistema penal común e incluye a las regiones en el debate sobre el reparto de competencias en la UE. En cuanto al Presidium, integrado por 12 personas, Verhofstadt ha logrado colocar, junto al controvertido ex presidente francés Giscard d'Estaing, a dos hombres de indudable fe integracionsita europea: el italiano Giuliano Amato y el belga Jean-Luc Dehaene.
La crisis y la indefinición, sin esperar al debate que se lanzará, han quedado también patentes en Laeken en otros capítulos. Con su bendición a la euroorden y a la fijación común de penas contra los terroristas, la UE ha culminado en esa cumbre avances logrados en un tiempo récord en el área de la seguridad común, obviamente impelidos por los ataques del 11 de septiembre.
Pese a todo, el punto más negativo de la cumbre tuvo de nuevo su origen en la defensa mezquina de los intereses nacionales, y los Quince fueron incapaces de ponerse de acuerdo en el reparto de sedes de agencias europeas. Silvio Berlusconi se unió a Jacques Chirac y ambos bloquearon el reparto propuesto por Bélgica. A partir de enero, al Gobierno español le tocará abordar los capítulos más delicados de la negociación para la ampliación: la política agrícola común y la regional (incluye los fondos europeos). En pleno periodo electoral francés, pocos confían en que logre sus objetivos. Para José María Aznar, no obstante, su principal meta va por otros derroteros: la lucha contra el terrorismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.