El jamón dulce y las modelos
La cumbre europea de Laeken concluyó con un diálogo de mal gusto entre los líderes
Fue una cumbre crucial para marcar el camino del futuro de Europa, pero acabó de muy mala manera. A primera hora de la noche del sábado, el primer ministro de Bélgica, Guy Verhofstadt, compareció ante los periodistas para denunciar que había puesto fin a la cumbre de forma abrupta porque no estaba dispuesto a promover el 'habitual mercadeo' que suele producirse entre los líderes europeos, en esta ocasión para repartirse las sedes de una docena de agencias europeas. La reacción de Verhofstadt se entiende mejor al conocer el último diálogo de los líderes, que descendió a comentarios machistas por parte del francés Jacques Chirac o chulescos por parte del italiano Silvo Berlusconi.
Verhofstadt quería evitar el 'habitual mercadeo' entre los líderes europeos
El primer ministro belga había puesto sobre el tapete una propuesta de reparto de agencias. Tres de ellas -seguridad ferroviaria, información de visados y observatorio de drogas- iban a Francia, pero la de seguridad alimentaria, la más preciada, a la que también aspiraban Barcelona, Parma y Helsinki, era adjudicada por Verhofstadt a la capital finlandesa. La de tecnología de información, que Suecia daba por ganada, se adjudicaba a Barcelona. Y a Italia se concedía la de protección civil, considerada una menor por los funcionarios que tendrá y las inversiones previstas.
Éste fue el cruce de comentarios entre los líderes, recogido ayer en varios periódicos británicos tras ser difundido por la agencia Reuters:
Berlusconi: 'Parma es sinónimo de buena cocina. Los finlandeses ni siquiera saben qué es el jamón dulce. No puedo aceptarlo'.
Schuessell [Wolfgang, primer ministro austriaco]: 'No estoy satisfecho. No nos llevamos nada'.
Persson [Goran, primer ministro sueco]: 'No es una tarea fácil [el reparto]. Ya tuvimos el problema durante la presidencia sueca en Gotemburgo. Pero es raro que la agencia de tecnologías pueda ir para España'.
Verhofstadt: 'La atracción gastronómica de una región no es argumento para adjudicar una agencia de la UE'.
Chirac: '¿Qué pasaría si Suecia tuviera una agencia para formar modelos, ya que tiene mujeres guapas?'.
Berlusconi: 'Yo ya he aceptado la euroorden. Mi última palabra es [gritando] ¡no!'.
Schröeder [Gerhard, canciller alemán, a Berlusconi]: 'Me parece bien Parma, pero no lo conseguirás nunca con argumentos como ése'.
Chirac: 'Lille también es candidata. Y está situada en el corazón de la geografía política [de la UE]'.
Schuessell: 'El observatorio sobre racismo [si finalmente fuera a Viena] tiene sólo 19 funcionarios. Otras agencias tienen miles'.
Verhofstadt: 'Esto es todo' [se cierra la cumbre].
'Tuve que levantar la voz para seguir defendiendo la opción de Parma. La mayoría estaba en contra, pero resistí', comentó luego, ufano, Berlusconi a los periodistas. 'Helsinki es buena para los congelados', añadió para desacreditar la opción sobre la que había más consenso para adjudicar la agencia alimentaria.
'La discusión no ha dado una buena imagen a la Unión', reconoció después el primer ministro holandés, Wim Kok. Él mismo estuvo a punto de provocar otra desagradable escena entre los Quince, porque todos sus colegas querían que se presentara como candidato para presidir la Convención que debatirá el futuro de Europa. Y no lo hizo, así que hubo que abrir la discusión entre los diferentes candidatos. Para evitar la bronca en público, Verhofstadt echó mano del sistema del confesionario: fue llamando aparte a cada líder para escuchar la opción de cada cual y sacar sus conclusiones.
Y el primer ministro belga se encontró, entre otras, con las siguientes sorpresas. El italiano Giuliano Amato era presentado por Portugal y apoyado por Holanda y España, entre otros, pero, increíblemente, no era apoyado por Berlusconi, quien sí había pedido a José María Aznar que le diera su voto; el francés Giscard d'Estaing, presentado por Francia, era apoyado por Alemania, pero el propio Verhofstadt no lo quería. Aznar le comentó que apoyaba a Amato, pero que, si había consenso suficiente, no tenía problemas con la candidatura de Giscard.
Ante tal disparidad, el primer ministro belga se sacó una carta de la manga: propuso a Giscard de presidente, pero se inventó dos vicepresidencias para Amato y Jean-Luc Dehaene, ex primer ministro belga. Estos dos sí son amigos suyos. Por eso eludió ante los periodistas hablar de las desventajas de Giscard, entre ellas su edad (75 años), y repitió que, en todo caso, 'estará bien rodeado'. Fue exactamente lo mismo que comentó Kok ayer.
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