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XV FERIA DEL LIBRO DE GUADALAJARA

Nélida Piñón reclama una atención mayor del mundo hispánico por la cultura de Brasil

El dibujante Ziraldo, autor del Menino Maluquinho, muestra su mundo salpicado de humor

José Andrés Rojo

Una conferencia de prensa de Nélida Piñón sirvió para iniciar los actos que protagonizarán en la feria los escritores brasileños. Se expresó en esa lengua que algunos llaman portuñol. Y es que de eso trató su intervención, del gran interés que tiene su país por promocionar la lengua española. Insistió, sin embargo, en que no puede ser un camino de una única dirección, y que el mundo hispánico debe descubrir la riqueza del portugués de Brasil. Por otro lado, el popular dibujante Ziraldo mostró la variedad de sus criaturas, entre las que destaca el Menino Maluquinho.

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Después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos no se debe caer en la fácil tentación de abrazar el nihilismo. Nélida Piñón insistió en que ahora más que nunca los escritores tienen que ser 'sensatos, sabios, prudentes y generosos'. En la rueda de prensa que sirvió de preámbulo a los distintos actos en los que participan los escritores brasileños, Nélida Piñón tocó varios temas.

Recordó la escritora, por ejemplo, sus inicios en la literatura. Mujer, joven y brasileña: lo tenía todo en contra. Pero fueron la fe y la perseverancia de un editor las que le permitieron que continuara escribiendo. Resaltó también que, pese a su inmensidad, Brasil había conseguido preservar sus fronteras políticas y también su unidad lingüística. 'Son muy diferentes las formas de hablar el portugués en las distintas zonas de Brasil, pero todos nos entendemos', dijo.

Comentó que las dimensiones descomunales de la naturaleza brasileña se traducían inevitablemente en los libros de sus autores, tuvo palabras elogiosas para la inmensa influencia de la obra de Jorge Amado e insistió en la necesidad de recuperar el concepto de latinidad. Un puente que puede acercar a Brasil a los países que hablan español. 'En nuestro país es cada vez mayor el interés en las escuelas por la enseñanza del español, pero no puede ser una actitud unilateral. Los países con los que Brasil está asociado deberían hacer un esfuerzo en la misma dirección y enseñar el portugués a las nuevas generaciones'.

Gattai y Amado

Nélida Piñón interrumpió la rueda de prensa un poco antes de lo previsto. La esperaba otro acto y, dijo, no quería llegar apurada, con la lengua afuera, sino entrar con la mayor elegancia. Poco después se encontraba con Zélia Gattai, la mujer de Jorge Amado, y juntas abrieron la sección de la feria dedicada a Lecturas Públicas. Le tocó primero a Zélia Gattai, que leyó uno de sus propios textos, y también un pequeño ensayo de Jorge Amado, incluido en Navegación de cabotaje (Muchnik) y que resultaba muy pertinente en estos tiempos, donde el abismo entre palestinos e israelíes es cada vez mayor.

Luego le tocó a Nélida Piñón. Eligió un relato de El calor de las cosas y otros cuentos (Fondo de Cultura Económica), donde reúne varios títulos anteriores y que se presenta en esta Feria de Guadalajara. Línea a línea, palabra a palabra, las peripecias de Adamastor surgían de los labios de Nélida Piñón, y con ellas llegaba no sólo el estilo característico de la autora, sino toda una corriente de la literatura brasileña que ha dado todo el protagonismo a los personajes y sus avatares.

'Adamastor medía un metro con cincuenta. Su debilidad eran las mujeres, y las llevaba a casa aunque no le gustaran'. Con esas frases se inicia el cuento de Nélida Piñón, que cuenta de un hombre que vive sobre todo el presente. Y que un día se entera por un marinero que Adamastor es el nombre de un héroe. Descubre que es uno de los personajes que pueblan Los Lusiadas, y es entonces, por primera vez, cuando es consciente de su baja estatura. 'Nunca lo vieron llorar', leyó Nélida Piñón, y poco después leyó también que Adamastro un buen día cambió, invadido por la melancolía. Así es la literatura de Nélida Piñón, con sus personajes rotos, que transitan de las batallas diarias a los sueños para salvar las incómodas torceduras de una sociedad injusta y una naturaleza inclemente.

El Brasil de Nélida Piñón, el de Jorge Amado y Zélia Gattai, es, sin embargo, uno más de los muchos que conviven en ese país con dimensiones de continente. En ese sentido, uno de los aspectos más interesantes de esta feria es la posibilidad de acercarse a algunos de los autores de más proyección en su propio país y que, por la distancia que impone la lengua, no han podido llegar al público hispánico. Si para el lector español, la Mafalda de Quino es un personaje tremendamente próximo, por ejemplo, lo que sí es evidente es que nadie conoce a Menino Maluquinho. Un personaje tan familiar para los brasileños como familiar es Mafalda para los argentinos.

Niño sabio

El autor de esta criatura es Ziraldo Alves Pinto, simplemente Ziraldo. Cuando tenía 16 años, en el año 1948, concibió sus primeras viñetas y, con el tiempo, ha conseguido imponer un estilo que lo ha hecho tremendamente popular. ¿Cuál es su fórmula? 'Yo no cuento historias con un argumento que tiene principio y final. Más bien, pongo en escena diferentes invenciones, pequeñas reflexiones sobre la condición humana'. Todas ellas, por cierto, empapadas con la ternura de sus personajes y llenas de humor y poesía.

Menino es niño. 'Pero la complicación es traducir Maluquinho', dice Ziraldo a propósito del proyecto de Alfaguara de publicar sus libros en español. 'Es una palabra que se refiere a un pequeño loco que no deja de hacer locuras y que sin embargo es muy tierno'. Los dibujos de Ziraldo son tremendamente sencillos, pero están cargados de lirismo, y el mismo Menino Maluquinho aparece en la portada de uno de sus libros con una olla como sombrero y con la típica actitud de Napoleón. 'Ése es el loco de verdad, el mío sólo pretende contar que es importante que todos los niños sean 'meninos maluquinhos' para poder ser luego de mayores grandes tipos'.

He aquí O Menino Maluquinho. 'Tiene el ojo más grande que la barriga'. 'Tiene viento en los pies'. 'Unas piernas tan grandes que abrazan el mundo entero'. 'Era muy sabio. Lo sabía todo, lo único que no sabía era estarse quieto'. 'Es un niño imposible'. Las frases acompañan los dibujos y unas y otros originan ese feliz encuentro que desencadena la sonrisa.

Nélida Piñón (izquierda) y Elena Poniatowska, en la Feria de Guadalajara.
Nélida Piñón (izquierda) y Elena Poniatowska, en la Feria de Guadalajara.GUILLERMO ARIAS

Historias de colores y caballeros correctos

Con Ziraldo ocurre como con Nélida Piñón. Que habla un español fluido y que se deja entender perfectamente y que tiene esa vitalidad desbordante que, a poco que exista la mínima oportunidad, se lanza a cantar rancheras con entusiasmo juvenil.

Ha pasado ya la frontera de los sesenta años, pero sigue siendo un menino maluquinho. 'No he dejado de trabajar', comenta. Y muestra otra larga colección de libros.

Está la historia de un color, Flicts, al que el resto de colores vuelven la espalda y dejan fuera. O está la historia del monigote típico, que señala cuál es el cuarto de baño masculino. 'Un caballero correcto, ya se ve que nunca hace ademanes excesivos, salvo cuando llegan los Juegos Olímpicos', comenta Ziraldo. Pero está solo. Y eso que existe otro monigote, femenino, para señalar cuál es el cuarto de baño de las mujeres. El problema es que están condenados a no encontrarse nunca.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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