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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

ETA, como los GRAPO

Dos agentes de la Ertzaintza, un hombre y una mujer que regulaban el tráfico, fueron asesinados a tiros anoche en Beasain. Hace cuatro días ETA ya lo intentó sin éxito en Bilbao con otros dos policías autonómicos vascos. Es evidente que en la agenda criminal de los jefes de la banda figura que ahora toca matar a miembros de la Ertzaintza. Los encargados de la parte literaria de la empresa criminal que dirige ETA nos explicarán que lo lamentan profundamente, pero no había más remedio porque la policía vasca pretendía detener y poner a disposición judicial a los asesinos de las víctimas anteriores.

ETA ha asesinado a 14 ertzainas, cuatro este año, y herido a muchos más. A mediados de los noventa lanzó una ofensiva contra mandos de ese cuerpo significados por su proximidad al PNV. A posteriori justificaron la ofensiva como una forma de presionar a ese partido (para que modificase su estrategia), sin que pudiera decirse que atentaba contra sus militantes. Ahora, pocos meses después de que la Ertzaintza desarticulase al núcleo del llamado comando Donosti, los jefes de ETA han decidido asesinar agentes anónimos: matar a cualquier policía que, sin protección especial, regula el tráfico a la entrada de un pueblo de Guipúzcoa; como los GRAPO, cuando iniciaron su carrera criminal matando a policías nacionales que patrullaban por las calles de Madrid.

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Con su atentado de anoche, ETA busca neutralizar a ese cuerpo policial: transmitir el mensaje de que puede matar a cualquiera de los 7.500 agentes adscritos a la Consejería vasca de Interior. Se trata, por tanto, de un desafío directo al Gobierno vasco, responsable de la seguridad en la comunidad autónoma. La derrota de ETA será el resultado de la eficacia policial más la deslegitimación de la violencia desde su propio campo. Que ilegalizar a Batasuna o incluirla en una lista de organizaciones terroristas plantee dificultades jurídicas no significa ignorar su vinculación con la banda, acreditada por decenas de actas de reuniones de la coordinadora KAS investigadas por el juez Garzón. Su portavoz, Arnaldo Otegi, reiteraba el domingo pasado que su formación nunca irá contra ETA.

El 'desprecio' expresado ayer por el diputado nacionalista Anasagasti contra quienes de esa manera expresan su sometimiento a la banda tendría que traducirse en una actitud más decidida de aislamiento de ese mundo. Que sepan que los nacionalistas les consideran una banda terrorista, como los GRAPO, y no unos patriotas equivocados.

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