"Recuperaremos los territorios perdidos en pocos días"
Los afganos que quieren cruzar la frontera son recibidos a pedradas por la policía paquistaní
A un centenar de kilómetros de Kandahar, el feudo de los talibanes, en un lugar azotado por el polvo y el viento del desierto, el viceministro de Exteriores de los monjes-soldado, Nayibulá Sheerzai, recibe a un pequeño grupo de periodistas extranjeros. Su mensaje es claro: no habrá rendición. 'El mulá Omar continúa en Kandahar y la situación es de normalidad plena. En pocos días recuperaremos los territorios perdidos', afirma.
El viceministro de Exteriores talibán no quiere dejar lugar a dudas. Asegura que el mulá Omar sigue al mando de sus hombres, más de 50.000, quienes controlan todavía ocho de las 32 provincias afganas.
Además, insiste, el jefe espiritual de los talibanes, el llamado Príncipe de los Creyentes, no es el único que aún se mantiene en su puesto. Tanto Haji Mulá Rahmani, ministro de Defensa del régimen, como el gobernador de Kandahar, Haji Mulá Mohamed Hassan Ramani, continúan al frente de sus responsabilidades. Y dispara el viceministro sus propios proyectiles en esta guerra de contrapropaganda, con un 'no' rotundo cuando se le menciona la supuesta desesperación talibán y las negociaciones para abandonar la plaza.
Nayibulá Sheerzai, por supuesto, tampoco sabe dónde se encuentra Osama bin Laden.Y lo niega con la misma rotundidad con que desmiente la posible implicación de una célula talibán en el asesinato de cuatro periodistas occidentales el pasado lunes, entre ellos el español Julio Fuentes: 'Eso es producto de la propaganda antitalibán. Y son precisamente los antitalibanes quienes los han matado'. El viceministro de Exteriores insiste en que no habrá ninguna negociación con los jefes pastunes.
Lo primero que se ve al entrar en Afganistán, apenas cinco minutos después de cruzar la frontera paquistaní, son cientos de tiendas de campañas grises y blancas, como poblados indios. 'Son los refugiados que llegan de todas partes de Afganistán', explicará después el jefe de la policía talibán, Molavi Mohamed Saeed. 'Hay más de 8.000 refugiados sólo en los dos campos que hemos montado en Spin Boldak . Y puedo asegurarles que están muy necesitados de todo'.
Cerca de allí, varias autoridades del Gobierno talibán reciben a los periodistas en un recinto del Ministerio de Exteriores, con una decena de soldados armados en el interior y cientos de curiosos en el exterior. Si uno se queda parado en la calle por un solo segundo empiezan a llegar hombres que te miran fijamente, como una atracción turística.
Primero llegan cinco, después diez, después veinte, después treinta... y después un talibán con un palo que acaba por unos minutos con el círculo de curiosos. Pero no hay ningún palo que pueda apartar las miradas que lanzan a las cuatro o cinco mujeres periodistas del convoy.
'Menos teníamos en 1994'
Ya en el interior del edificio, alguien pregunta: ¿Qué opina el jefe de la policía del desarrollo de la guerra, de la rapidez con que han ido perdiendo provincia tras provincia? 'Pues que no nos preocupa. Mucho menos teníamos en 1994, cuando salimos de Kandahar con las manos vacías'. ¿Y qué opina de lo que vienen anunciando diversos jefes tribales pastunes desde hace varios días? Tanto el comandante Hamed Karzai como Gul Agah han declarado que tienen cercada la ciudad, que el mulá Omar ha depositado el poder en dos talibanes, que éstos disponen hasta el sábado cómo fecha límite para entregar las armas, y que durante estos días se están negociando los términos de la rendición. 'Todo es falso', señala el jefe de la policía.
'Kurza hace declaraciones a la cadena BBC diciendo que nos tiene cercados en Kandahar, pero en realidad esas declaraciones las hace por un teléfono satélite desde la frontera de Pakistán. Y para que comprueben todas esas patrañas, le hemos invitados a ustedes a Spin Boldak ', añade.
La pregunta que en ese momento plantearon unos cinco periodistas al unísono era evidente: 'Entonces, ¿podremos visitar la ciudad de Kandahar para comprobarlo?' Y la respuesta: 'No tengo autoridad para decidirlo. Mañana se verá'.
Llegar hasta la ciudad desde donde los talibanes emprendieron la conquista de Afganistán en 1994 y donde se dice que se esconde Osama Bin Laden, el hombre más buscado de la tierra, no es fácil. El primer obstáculo es cruzar la frontera por el paso paquistaní de Chamán, al sur de los dos países.
Los afganos que pretenden acceder a Pakistán lanzan piedras contra la policía paquistaní. Y ésta les responde también a pedradas. Todo tiene como un aire lúdico, de fiesta; refugiados y agentes de policía parecen cómodos entre la sangre y la risa.
A veces se forman círculos de curiosos alrededor de cualquier situación y la policía lo despeja a palos. De pronto aparece una madre con la cara ensangrentada de una piedra, un bebé en brazos que se ha salvado de milagro y otros cinco hijos pequeños alrededor de ella. Todo el mundo quiere meterla ahora en una especie de ambulancia. Pero ella se niega. 'Hasta que no me encuentren a mi hijo, que estaba conmigo hace un rato no me meto en ningún sitio'. El bebé en brazos, a sólo una cuarta de donde le llegó la pedrada, y la cara que no para de sangrar.
Una pedrada ha alcanzado la luna de un coche del convoy. Los 15 automóviles que forman la caravana de los reporteros son concientes de que ayer desaparecieron en la carretera de Jalalabad a Kabul varios periodistas, uno de ellos español. Pero ahora lo importante es llegar a Kandahar, a tan sólo tres horas de distancia.
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