Un año de Intifada deja 400.000 nuevos pobres entre los palestinos
El Banco Mundial señala tres bolsas de miseria en la zona de tensión
La Intifada ha generado hasta el momento en Palestina 400.000 nuevos pobres, según se desprende de un reciente informe elaborado por el Banco Mundial. El documento vaticina para finales de este año unas cifras aún más catastróficas y escalofriantes, según las cuales la pobreza continuará creciendo de manera apremiante, para acabar afectando a la mitad total de la población -cerca de tres millones de habitantes- si el Ejército israelí no pone fin a la política de cierres y clausuras de los territorios autónomos.
Los 400.000 nuevos pobres palestinos, que se suman a los 600.000 censados antes de la Intifada, son, según el Banco Mundial, miembros de familias numerosas compuestas por el padre, la madre y un mínimo de cuatro hijos, que disponen de menos de 2,1 dólares -unas 400 pesetas- para hacer frente a las necesidades diarias de cada uno de los componentes de su familia.
El Banco Mundial ha establecido un mapa geográfico situando cada uno de los nuevos pobres palestinos. La carta muestra que el 54% de los nuevos pobres se concentran en tres provincias: Gaza ciudad, con el 21%; el campo de refugiados de Jan Yunes, también en la banda de Gaza, con el 18%; y Hebrón, en Cisjordania, con el 15% de los nuevos pobres. Las tres bolsas de pobreza son a su vez los focos más importantes de tensión y violencia en esta Intifada palestina y donde, por consiguiente, se viene registrando el índice más elevado de víctimas.
La pobreza palestina, que afecta por ahora a un total del 35% de la población, podría alcanzar al 50% si el Gobierno israelí prosigue con su política de clausuras y cierres impuesta sobre los territorios autónomos palestinos, concluye el Banco Mundial. Estos cierres impiden a la población trabajadora entrar en Israel, acudir a su puesto de trabajo en una localidad diferente a la que vive y paraliza la vida económica de la región.
Un estudio complementario al del Banco Mundial, elaborado por la oficina de la ONU en los territorios palestinos, en Gaza, trata de establecer también el impacto de los cierres entre la población palestina y llega a las siguientes conclusiones: en líneas generales, el 81% de las familias hacen frente a la crisis reduciendo gastos, mientras que un 55% lo que han hecho además es dejar de pagar las deudas.
Vivir de lo ahorrado
Hoy, según ese estudio, el 42% de la población de los territorios vive de lo ahorrado con anterioridad. Otro 40% vive de lo prestado. Un 18% ha vendido algunos de sus bienes o propiedades y un 12% ha encontrado consuelo y ayuda cultivando un pedazo de huerto. Al margen de estas soluciones, las estadísticas establecen que el 48% de la población palestina recibe algún tipo de asistencia social, especialmente dinero o alimentos.
Un tercer estudio realizado por la propia Administración palestina calcula, por su parte, que un 5% de la población -150.000 habitantes- ha optado por una solución aún más drástica: volver al exilio. Las esperanzas creadas con la Conferencia de Paz en Madrid, ahora hace justamente una década, y que propiciaron que un buen número de palestinos dejara la diáspora y se decidieran regresar a sus casas para participar de esta manera en la construcción de un futuro Estado, se dan por extinguidas. Se asegura que el número más elevado proporcionalmente de los nuevos exiliados han salido del area de Belén, muchos de cuyos habitantes se refugiaron en 1948 y en 1967 en América Latina. La euforia de la paz ya ha pasado. Ha sido como un espejismo, aseguran antes de partir.
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