Arte antiguo y contemporáneo dialogan en el Museo de Bellas Artes de Bilbao
La colección permanente tendrá carácter rotativo en la etapa que se abre tras la remodelación
Una figura de hierro de Julio González se presenta en la sala de pinturas de Zurbarán, y un San Sebastián de Ribera, junto a esculturas de Jorge Oteiza, se ven al fondo de las creaciones de jóvenes artistas vascos. Son dos ejemplos de la nueva presentación de la colección permanente del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que el sábado reabre sus instalaciones tras las obras de reforma, con un recorrido cronológico en el que irrumpen obras del siglo XX y una visión 'abierta y transhistórica' de arte contemporáneo, entrecruzado con las piezas más emblemáticas de sus fondos.
El director del museo, Miguel Zugaza, quiere que la colección permanente adquiera ahora el carácter de exposición temporal, que de forma rotativa cambie cada año la presentación de las obras seleccionadas entre las 6.000 piezas de sus fondos, desde arte del siglo XII al contemporáneo. 'Replantearemos el contenido para ofrecer una mayor visibilidad de las obras y mantener una relación más dinámica con el público', señala.
La propuesta está condicionada por la reforma de las instalaciones y la construcción de una nueva galería de conexión entre los dos edificios que conforman el museo bilbaino, fundado en 1908 y trasladado a su actual ubicación del Parque de Doña Casilda en los años cuarenta.
En el edificio antiguo, una edificación de estilo neoclásico dividida en 30 salas, la colección sigue un recorrido cronológico, desde el románico a las primeras vanguardias, con unas 300 obras que resumen la evolución del arte español, con el complemento de escuelas europeas. La presentación convencional se rompe con la aparición de significativas piezas contemporáneas, con la que se propone, explicó Zugaza, 'una serie de diálogos inesperados'. Así, entre las piezas de arte antiguo se presentan la escultura de madera Mujer de la langosta (1960-1962), de Alberto Sánchez, y una pintura de Tàpies. Las piezas de Eduardo Chillida ocupan una sala entre las figuras de mármol de Nemesio Mogrobejo y la orfebrería de Francisco Durrio.
Las obras han permitido que el museo cuente con un espacio diáfano de 3.000 metros cuadrados en el ala moderna, una ampliación realizada hace 20 años. En esta sala convive buena parte de la exposición temporal Gaur, Hemen, Orain -obras específicamente creadas para la reinaguración por 22 artistas vascos que se encuentran en plena producción - con las joyas de los fondos del museo de todas las épocas, entre ellas pinturas de Ribera, Bacon, Gutiérrez Solana, Kokoschka, Saura, Ibarrola y Arroyo, entre otros.
La disposición de las obras es arriesgada. Zugaza defiende 'un ensayo visual', en el que el cruce entre arte de diferentes épocas 'configura una caja de resonancia' y reclama la complicidad de los espectadores. 'Frente a la conducta guiada, invita al ejercicio privado y crítico de la experiencia del arte', dice.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.